
Como todos sabemos, los hábitos correctos fortalecen nuestra mentalidad y nuestras habilidades. Por eso pensé en hacer una lista de los principios financieros que me parecen más importantes:
1. Siempre gasta menos de lo que ganas. Esto es obvio: si gastas más de lo que ganas, te endeudas. Es decir: estás gastando dinero que aún no tienes, que aún no has ganado. Le estás robando dinero a tu futuro. Además no es sostenible. Cuando gastas menos de lo que ganas, tienes capacidad de ahorro y ese es el primer paso para construir un patrimonio, un futuro sólido.
2. Aprende a gastar bien. En otras palabras: Simplifica tu vida, consume menos, quítate de “cosas” que sólo llenan tu espacio pero no aportan nada a tu vida. Gasta en lo que es importante para ti, en lo que te llena, en lo que te alimenta, en lo que te apasiona y lo que te hace crecer. Pero siempre dentro de tus posibilidades.
3. Paga todas tus cuentas a tiempo. Nunca te atrases. No le incumplas a nadie, porque a ti no te gustaría que otros falten a los compromisos que hicieron contigo. Esto es parte fundamental de una mentalidad financiera sólida.
4. Nunca te endeudes con tarjeta de crédito. Si las usas, paga siempre el total para no generar intereses.
5. No abuses de los “meses sin intereses”. El que sean sin intereses no quita que sean deuda, un compromiso que tienes que pagar, muchas veces con ingreso futuro. Si ya tienes el dinero, no le “juegues al financiero”: mejor paga de contado.
6. Ten mucho cuidado con las deudas, evítalas en la medida de lo posible. Si tienes que adquirir un crédito, revisa bien y compara antes de contratarlo (especialmente en préstamos de largo plazo, como el hipotecario). Sobre todo entíendelo. Revisa el impacto que va a tener en tu flujo de efectivo, qué vas a tener que recortar para acomodar esa obligación que estás adquiriendo.
7. Siempre haz un plan de gastos. Cada vez que recibas un ingreso, hazte una sencilla pregunta: ¿Qué es lo que necesito que este dinero haga por mí, antes de que me vuelvan a pagar? Recuerda que este plan no está escrito en piedra: debe ser flexible. A veces la vida te tira bolas curvas y cuando eso pasa, tu plan se debe ajustar y adaptar a esa nueva realidad.
8. Involucra a tu pareja y a tu familia en la planeación financiera. Aunque lleven cuentas separadas, se supone que están construyendo un proyecto de vida en común. Entonces háganlo juntos. Aprendan a tomar esas decisiones de manera conjunta: eso es además clave en el éxito de su relación. Involucra también a tus hijos cuando estén en edad.
9. Enseña a tus hijos a manejar su dinero desde pequeños. Que aprendan el valor de las cosas, de la gratificación diferida. Recuerda que debes ser congruente: ellos aprenden de lo que les dices, pero mucho más de lo que ven que tú haces.
10. Invierte el dinero para tu retiro o para construir patrimonio, con perspectiva de largo plazo. Adopta una mentalidad de inversionista. En ese horizonte, no importa si la tasa de Cetes a 28 días está bajando, ni tampoco si las “tarifas” de Trump van a tener consecuencias en el tipo de cambio. Todo eso va y viene. Aprende a distinguir el ruido de corto plazo, no reacciones a él, no dejes que te distraiga de tu verdadero objetivo.
11. Nuestra salud física y mental, el bienestar de nuestra familia son mucho más importantes que el dinero. Nunca pierdas la perspectiva, ni lo que es verdaderamente importante para ti. La clave de las finanzas personales es precisamente aprender a dirigir recursos a esas prioridades. Porque el dinero es sólo un medio, no un fin en sí mismo.
12. Si construyes tu casa de papel, la derribará un buen soplido. La solidez financiera es esencial. Por eso mantén un buen fondo para emergencias, completo y accesible. Protege lo importante, empezando por tu salud y tu capacidad de generar ingresos para ti y tu familia. Ten siempre actualizados tus beneficiarios en cada cuenta. Haz un testamento.
13. Nunca inviertas en algo que no entiendes. Nunca contrates ningún producto financiero sin antes comprender bien cómo funciona, cuáles son tus derechos y tus obligaciones.
14. La verdadera riqueza no sólo es financiera: es cultural, es emocional y espiritual. Crece como persona: lee, desarrolla habilidades según tus gustos e intereses, ten pasatiempos. Crece tus relaciones, tus amistades, tus vínculos familiares y con la comunidad. Ayuda a los demás. Sé un mejor ser humano, más completo.
Cortesía de El Economista
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