
Hay comidas que curan más allá de lo físico, y el caldo de pollo es una de ellas. En México, este plato es casi un ritual de sanación, un abrazo líquido que atraviesa generaciones y que cada familia prepara con su toque secreto.
El 12 de noviembre, Día Mundial del Caldo de Pollo, es la ocasión perfecta para reconocer su poder simbólico y culinario. En distintas culturas, se le atribuyen propiedades antiinflamatorias y energéticas, e incluso la ciencia ha comprobado que ayuda a aliviar síntomas del resfriado, hidratar y reconfortar gracias a los nutrientes que libera durante su cocción lenta.
Más allá de su fama curativa, el caldo de pollo es una memoria viva del hogar. Su sabor casero proviene de la paciencia: del hervor constante, del aroma que se escapa de la olla, de la combinación perfecta entre verduras frescas, hierbas y piezas de pollo que sueltan lo mejor de sí mismas.
En México, suele servirse con trozos grandes de papa, zanahoria, elote, repollo y, por supuesto, con tortillas calientes, limón y chile al gusto.
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Caldo de pollo casero
Ingredientes:
- 1 kg de pollo (piernas, muslos o piezas al gusto)
- 2 litros de agua
- 1 cebolla partida a la mitad
- 3 dientes de ajo pelados
- 2 zanahorias troceadas
- 2 papas partidas a la mitad
- ½ col en pedazos grandes
- 2 ramas de cilantro fresco
- Sal y pimienta al gusto
- Limón y tortillas calientes para acompañar
Preparación:
- Coloca el pollo, la cebolla, el ajo, sal y pimienta en una olla con agua. Lleva a ebullición y luego cocina a fuego bajo unos 40 minutos, hasta que el pollo esté suave.
- Retira el pollo, desmenúzalo y cuela el caldo para limpiarlo.
- Agrega las zanahorias y papas, y cocina 20 minutos más hasta que las verduras estén tiernas.
- Incorpora la col, el cilantro y la carne de pollo desmenuzada. Deja hervir 10 minutos más, rectifica la sazón y sirve caliente con limón, chile y tortillas.
Cortesía de El Economista
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