“Me late que sí”, de Netflix: el golpe de suerte que desenmascara al azar


En el país donde la esperanza suele jugarse en un boleto, una serie se atreve a mirar de frente la fascinación mexicana por la suerte, la trampa y el destino, pero también la trampa y el ingenio sin límites de la corrupción. “Me late que sí”, la nueva producción mexicana de Netflix, toma como punto de partida un caso real —el escándalo del fraude en la lotería Melate ocurrido en 2012— para construir un retrato ácido, divertido y melancólico de un sistema donde incluso la fortuna tiene dueño.

La historia sigue a “José Luis Conejera”, interpretado por Alberto Guerra, un empleado común dentro de la lotería nacional que, cansado de ver pasar los premios frente a sus ojos, decide alterar las reglas del juego. Su plan, tan brillante como descabellado, pone en jaque a una institución y, de paso, a su propia conciencia. Guerra compone a un hombre que no roba por codicia, sino por hartazgo; un antihéroe que canaliza la frustración de millones de mexicanos que sienten que la suerte nunca los visita.

“Yo creo que más bien todas nuestras ficciones son un reflejo de nuestra sociedad”, comenta el protagonista, Alberto Guerra, en entrevista con EL INFORMADOR. “No necesita estar basada en hechos reales para reflejar dónde estamos, porque todo lo que vemos está creado por gente como nosotros. Lo que sí muestra la serie es cómo funcionan las estructuras, en este caso gubernamentales, en este país, y lo que eso puede provocar en el ser humano”.

Dirigida por Rodrigo Santos y Federico Veiroj, la serie de seis episodios combina drama, thriller y comedia negra, misma que se estrena el 14 de noviembre. Su pulso recuerda a los relatos de estafas con alma de sátira social: hay ritmo, tensión y un dejo de melancolía que trasciende el delito. En cada capítulo se revela menos un truco financiero que una radiografía del país: el peso del azar, la tentación de hacer trampa, la idea de que en México incluso la suerte está amañada.

“Creo que la vida es así. Estamos llenos de matices; todo el tiempo vivimos distintos ‘géneros’ en nuestra vida cotidiana”, comenta el actor Jero Medina, respecto a la diversidad de ‘tonos’ que tiene la serie. “Al final, hay que abordar cualquier género con la misma seriedad y no caricaturizar nada. Incluso estos momentos cómicos dentro de una entrevista que intentamos llevar con toda la seriedad posible. Al final estamos viendo a gente ordinaria en situaciones extraordinarias, llegando a límites extremos, jugando por 660 millones de pesos, robando esa cantidad”.

Dando más peso y forma a la trama, orbitan personajes que representan distintos rostros de esa maquinaria del azar. Christian Tappan encarna a uno de los engranajes de poder que sostienen el sistema: un funcionario curtido en la simulación, que defiende la fachada del orden mientras todo se desmorona. Jero Medina aporta la mirada de la juventud, un aprendiz o cómplice que aún cree que el juego puede ser limpio. Y Aldo Escalante, con su tono irónico y entrañable, pone el contrapunto humorístico: el testigo que ve en el caos una oportunidad para reírse del destino. El elenco, por tanto, es variado, cada uno aportando su respectiva dosis de drama, comedia, y azar. 

“Nunca lo veo como algo generacional, sino como algo de compartir, de escucharse, de crear juntos, de estar en el mismo barco y comprenderse. Creo que la actuación, sobre todo en este tipo de proyectos, no depende de un solo talento, sino de la unión de todos”, comparte el actor Christian Tappan. “Se trata de aprender a quererse en el set, de escucharse, de crear juntos. Esta es una serie coral. Si bien es la historia de “Conejera” -interpretado por Alberto Guerra-, él no podría hacer el robo sin todo el equipo y sin un tipo insoportable al lado que lo condiciona. Yo creo que las brechas generacionales en el set enriquecen cualquier punto de vista. Como actor, lo que uno busca es tener la visión más amplia posible de lo que va a decir, y si tengo la suerte de compartir el set con alguien que ve mi propio diálogo desde otra perspectiva, eso lo enriquece”.

Más allá de su trama, “Me late que sí” ofrece una lectura simbólica sobre el deseo colectivo de ganarle al sistema. Su tono es ligero pero punzante; sus personajes, contradictorios pero entrañables. Todos están atravesados por una pregunta que late como un eco moral: ¿qué haríamos si pudiéramos cambiar el resultado del sorteo de nuestra vida? La serie se estrena en Netflix el 14 de noviembre, y promete convertirse en una de las apuestas más llamativas del catálogo latinoamericano del año. No sólo por su historia basada en hechos reales, sino porque pone sobre la mesa un tema tan universal como peligroso: el poder de la ilusión.

En tiempos donde la suerte parece un bien escaso, “Me late que sí” invita a mirar el azar con otros ojos: no como un milagro que llega, sino como una estructura que, al romperse, deja ver lo que realmente somos.

“Honestamente, estoy muy orgulloso de lo que hicimos. Me gustó mucho, me divertí. Todos los proyectos traen esa emoción sobre cómo serán recibidos. Uno deja la piel en el set; todos, delante y detrás de cámaras, lo dan todo. Y claro, nadie quiere que le vaya mal: todos deseamos que le vaya maravillosamente, que el público se coma el cuento, que disfrute la historia, los personajes, la narración, que se diviertan y se entretengan. Es una serie que disfrutamos mucho haciendo, y por eso creo que la gente también se divertirá mucho viéndola”, finalizó Alberto Guerra.

MF

Cortesía de El Informador



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