
“Cuidado con la Oscuridad”, George Harrison.
Hace siete años, el 1º de diciembre de 2018, tras un proceso electoral conducido por las sólidas instituciones que el país había construido, llegó al poder el actual oficialismo.
Desde entonces, su empatía ha estado dirigida únicamente hacia sus propias causas y ocurrencias. El anterior presidente se dedicó a atacar, acosar, ofender y amenazar todo el tiempo y a todo opositor bajo cualquier pretexto; cree que el mundo gira a su alrededor y, como su sucesora, se asumió como la personificación de México, del Estado y del pueblo.
Cancelaron todo diálogo con los partidos de oposición.
La creencia popular sostiene que al romper un espejo sobrevienen siete años de mala suerte. ¿Quién rompió el espejo de nuestra nación? Para cientos de miles de mexicanos este periodo no ha sido de mala, sino de pésima suerte.
Entre ellos están los padres de niños con cáncer que murieron por falta de medicamentos; los deudos de quienes perdieron la vida por el errático manejo de la pandemia de COVID-19; los habitantes de regiones dominadas por el crimen organizado, desplazados de sus comunidades; quienes deben pagar “derecho de piso” para poder trabajar; las víctimas de extorsiones; los familiares de personas asesinadas, secuestradas o desaparecidas; las madres buscadoras, y las familias afectadas por desastres naturales.
Todos ellos representan sectores que nada tienen que celebrar y sí mucho que lamentar.
En estos siete años de “la cuarta transformación”, México ha padecido tensiones políticas y sociales que erosionan el tejido social y diluyen la cultura de la paz.
Algunas acciones nocivas de la “cuarta transformación”:
- Impulso a la opacidad y a la mentira.
- Cancelación del Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, con un costo superior a trescientos mil millones de pesos que estamos pagando.
- Dilapidación de recursos públicos, aumento de la deuda nacional y un paupérrimo crecimiento económico.
- Espuria sobrerrepresentación legislativa del oficialismo.
- Desinstitucionalización de la República mediante la desaparición de órganos autónomos, la militarización de la seguridad pública y de actividades civiles, y el sometimiento de los poderes Legislativo y Judicial.
- Elección de juzgadores orientada con acordeones.
- Reducción de derechos y libertades de los gobernados.
- Polarización social y política, alimentada desde la tribuna presidencial con ataques cotidianos a partidos de oposición, medios de comunicación y diversos sectores de la sociedad.
- Prepotencia, amenazas y persecución a ciudadanos.
- Complicidad con la delincuencia mediante la aparente ceguera frente a sus actividades.
Nos acercamos a un modelo populista en el que el gobierno engaña cotidianamente al pueblo con ocurrencias absurdas y falsedades, asegurando que todo está bajo control y que la vida es mejor, cuando la realidad demuestra lo contrario. El pueblo exige que se le hable con la verdad.
El poder político se ha desbordado, trascendiendo sus atribuciones de manera nociva e ilegal. Abusa de todos y se aprovecha de la sorprendente capacidad de resignación de los mexicanos.
Es urgente detener la degradación de la vida pública, la prepotencia, la incompetencia y la corrupción galopante. Se requiere investigar a fondo los casos que involucran a personajes cercanos al expresidente y al oficialismo; frenar los ataques a opositores y la polarización; construir puentes de diálogo con las fuerzas políticas excluidas; y tratar a los ciudadanos como lo que son: soberanos, no vasallos; trabajadores, no limosneros; ciudadanos, no súbditos.
No obstante, la mandataria sostiene que “hay mucho que celebrar” por los siete años de la llamada “cuarta transformación”. Ha convocado a una celebración partidista el 6 de diciembre en el Zócalo, que será financiada con recursos públicos y nutrida de acarreados. Es previsible que el “bloque negro”, brazo pretoriano del oficialismo, permanezca pasivo.
Según sus palabras, “sería un reconocimiento a los avances del movimiento y mostraría que la mayoría está con la transformación.” Sin embargo, el 41% de aprobación presidencial y el 36% de votos del padrón electoral no sustentan esa imaginaria mayoría.
No aceptemos como normal lo imperdonable, despertemos y practiquemos la cultura de la paz, por el bien de todos.
* El auor es abogado, negociador y mediador
X: @Phmergoldd
Contacto: [email protected]
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Cortesía de El Economista
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