El expresidente vuelve, la confianza no

Cuando se mide el desempeño del gobierno actual hasta los más fieles seguidores tienen sus dudas de los resultados.

Y cuando se busca desde el poder destacar con encuestas a modo la popularidad de la presidenta Claudia Sheinbaum, lo que menos le favorece es que justo entonces salga el expresidente López Obrador a decir que él sí puede controlar al Ejército, a la oposición y hasta a Estados Unidos.

Los logros económicos que presume el régimen no son propios. El aumento al salario mínimo lo pagan las empresas de menor tamaño y muchas se ven forzadas a la informalidad por la excesiva carga del costo laboral.

La apreciación del tipo de cambio es un efecto colateral de las decisiones de la Reserva Federal y las expectativas del futuro monetario y financiero de Estados Unidos y no el resultado de una destacada política económica.

Y las remesas, cuya difusión se ha moderado por sus bajas recientes, son consecuencia de la expulsión histórica de millones de mexicanos que no encontraron en su propio país las condiciones económicas y de seguridad.

Las consultas que deberían importar para la toma de decisiones de políticas públicas deberían ser, por ejemplo, el Indicador de Confianza Empresarial que elabora el Inegi y que en su medición más reciente se ubicó en el terreno pesimista por debajo de los 50 puntos, en 48.6 puntos.

Lo que el régimen debería atender es la grave y prolongada depresión en la que se encuentra el sector de la construcción y cómo la encuesta entre sus participantes, que también mide el Inegi, ubica ese nivel en 45.8 puntos.

La encuesta de Expectativas Empresariales del IPADE reporta que 80% de los dueños y altos directivos de las empresas consultadas consideran que la reforma al Poder Judicial tendrá efectos negativos para la economía.

Pero lo que gusta a los propagandistas oficiales son las encuestas de popularidad presidencial de las que procuran su manufactura y divulgación. Sobre todo, porque en ellas se mantienen niveles de aceptación altos, en torno a 70% entre los encuestados.

Pero en la letra pequeña de esas mismas mediciones abiertas está el demonio de los detalles: 80% de ciudadanos que reprueban el trabajo de este gobierno en la lucha en contra de la corrupción y el crimen organizado.

Y cuando la Presidenta se esfuerza y presiona para que este próximo domingo le llenen el Zócalo, aparece el expresidente López Obrador a decir que no quiere hacerle sombra a su sucesora, declaración que pende entre el ego y la advertencia.

Porque lo que sí hace es amenazar con volver a las calles si el Ejército amenaza con un golpe de Estado, porque solo las fuerzas armadas dan golpes de Estado; si la oposición crece, a eso le llama atentado contra la democracia; o si Trump busca apresar a aquellos que llenó de abrazos, sin balazos durante su gobierno.

Es un acto de enorme presión e injusticia con la Presidenta quien tiene que administrar el desastre heredado y sin mucho margen de maniobra en las directrices que le dejó ese que ahora se ofrece a salvar su mandato.

Cuando la Presidenta se esfuerza y presiona para que este próximo domingo le llenen el Zócalo, aparece el expresidente López Obrador a decir que no quiere hacerle sombra a su sucesora, declaración que pende entre el ego y la advertencia.

Cortesía de El Economista



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