
Estaban buscando a sus compañeros policías raptados y también fueron atacados. Esta vez la saña fue mayor. Los delincuentes mataron en su ofensiva a un joven oficial y dejaron a otro gravemente herido.
Se trataba del convoy de unidades de la Guardia Nacional que fue agredido en el municipio metropolitano de Ixtlahuacán de los Membrillos la noche del jueves. Formaba parte del operativo de búsqueda puesto en marcha para dar con los dos agentes federales de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), que encabeza Omar García Harfuch, que por fortuna fueron liberados por sus captores ayer en el municipio de Magdalena, Jalisco.
Según los reportes policiales, los sicarios los sorprendieron y superaron en número de efectivos, armas y vehículos cuando patrullaban alrededor de las 23:00 horas en la carretera libre Ocotlán-Guadalajara, muy cerca de la comunidad Los Tubos, asentada en el poblado de Atequiza, en la Región Ciénega de Jalisco.
Luego de que el martes pasado se supo de la desaparición en Zapopan de dos agentes federales escribí aquí de la preocupación de que además del reciente doble asesinato de dos agentes viales y la larga lista de agresiones a policías estatales y municipales, ahora se sumara el riesgo de las misiones policiales que eran enviadas a Jalisco para investigar y tratar de detener y desmantelar a los grupos de la delincuencia organizada.
Y es que, como también referí, los agentes federales que fueron privados de su libertad el mismo martes que habían llegado de la Ciudad de México enviados a realizar labores de investigación e inteligencia policial y cuyo vehículo fue encontrado en la Avenida Paseo Virreyes, encendido, con impactos de bala y con huellas de sangre, fue el segundo ataque a policías que vinieron a Jalisco en misiones de seguridad, en apenas seis meses.
El primero ocurrió en mayo pasado cuando pistoleros asesinaron en una taquería de Tlaquepaque a dos capacitadores policiales que habían trabajado en alguna ocasión con el Consulado de Estados Unidos y que vinieron a dar una capacitación a policías de la Secretaría de Seguridad Pública de Jalisco, en la Universidad Policial del Estado (Unipol).
Señalé por esto que el caso de las agentes federales ponía de nuevo en evidencia el grave problema de las desapariciones en Jalisco, volvía la mirada a la Zona Dorada de Zapopan donde ocurrió el rapto, y a nuestra entidad por ser la segunda misión policial atacada por grupos delincuenciales.
Ahora habrá que añadir que es donde se pasa también del desafío al desplante delincuencial, casi una burla que el Estado Mexicano no puede permitir. Y se confirma, con la agresión mortal en Ixtlahuacán, lo también dicho: que alguien parece poner al tanto a las mafias de las misiones policiales que llegan a suelo jalisciense.
CT
Cortesía de El Informador
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