Judi Dench compartió recientemente un revelador y conmovedor testimonio sobre su salud ocular: ya no puede reconocer a nadie. A sus 90 años, la reconocida actriz británica confesó en una entrevista con ITV que su visión se deterioró de tal manera que “no puede ver más”. Según su descripción, no alcanza a distinguir rostros, no puede leer, ni mirar televisión. “Esa cosa” -como ella misma lo describió- se llevó buena parte de su vida visual.
Esta degeneración macular asociada a la edad (DMAE) que padece, a Judi Dench le fue diagnosticada hace ya más de una década, y fue de forma progresiva. Dench ya había relatado desde 2012 que sufría este mal, y con el paso de los años vio cómo limitaba su lectura, su escritura y hasta su capacidad de moverse con autonomía. En 2022 ella misma dijo que no podía ni leer ni escribir, y que la dificultad para seguir guiones le resultaba cada vez mayor.
Aquel diagnóstico cambió su relación con la actuación, su oficio, su cotidianidad. Lo que antes resolvía con facilidad (memorizar un guion, leer una escena, desplazarse sin ayuda) hoy requiere de la paciencia y del acompañamiento de otros.
En la entrevista que conmovió a sus fans esta semana, explicó que ya no ve la televisión, no puede leer nada, y ante lugares concurridos o situaciones cotidianas prefiere no salir sola: “Siempre tiene que haber alguien conmigo, porque podría tropezar o chocar con algo”, declaró.
A pesar de la crudeza del diagnóstico, su voz no transmite victimización, sino una dignidad llena de realismo y humor. Durante el encuentro con su colega -y antiguo compañero de teatro- Ian McKellen, él bromeó diciendo “pero nosotros sí te vemos”, a lo que ella respondió con ternura: “Veo tu contorno, conozco tu bufanda de Macbeth, pero ya no reconozco a nadie”. Al preguntarle si en alguna ocasión se acerca a personas desconocidas y las saluda como si las conociera, contestó con una risa: “¡A veces!”.
La experiencia de Dench pone en primer plano cómo una enfermedad degenerativa como la DMAE puede transformar no solo la vida de una persona mayor, sino la existencia de una artista que vivió tantas décadas entre guiones, luces y personajes. La actriz, ganadora de un Oscar y múltiples premios, con cientos de roles memorables, enfrenta hoy una nueva realidad, donde su visión central, su capacidad de distinguir rostros y leer palabras, quedó gravemente comprometida.
Y, sin embargo, sigue adelante. Buscó métodos alternativos para mantenerse conectada con su profesión: guiones leídos en voz alta por amigos o familiares, un aprendizaje por repetición constante, una adaptación forzosa pero resistida. Porque para alguien cuya vida giró en torno a la interpretación, renunciar completamente no parece una opción fácil. En sus propias palabras, “no me quiero retirar… pero no estoy haciendo mucho por ahora porque no puedo ver”.
Su testimonio reciente vuelve a poner en evidencia la crudeza de la pérdida visual, pero también la dignidad de quien, a pesar de todo, sigue sosteniendo su legado artístico, su espíritu y una voluntad de seguir adelante, adaptándose a una nueva forma de ver (o de no ver).
Cortesía de Clarín
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