“Marciano”: Nona Fernández entra en la celda y en la cabeza de un revolucionario


“Marciano”: Perteneciente o relativo al planeta Marte, según la RAE. Coloquialmente, alguien extraño, incomprensible, ajeno al funcionamiento del mundo. Un individuo cuya cabeza deambula demasiado, quizá, por ese páramo azulado de nubes al que llamamos cielo. Como Mauricio Hernández Norambuena, uno de los últimos revolucionarios de América Latina, disidente hasta el tuétano —como todo chileno—, que en un momento soñó en grande, que luchó contra la dictadura de Pinochet y que pensó en la unidad de un continente, cuya vida fascinante transcurrió entre escapes de prisiones, muertes y secuestros —ajusticiamientos, diría él—, y que desde las cuatro paredes de una cárcel con una ventana privilegiada a los Andes y al amanecer diario del mundo, le contó su historia a la escritora Nona Fernández.

Ella, inquieta —como todo chileno— dueña también de esa virtud necesaria de soñar en grande, y que, a partir de esas conversaciones fascinantes con el guerrillero cautivo, creó una novela, un testimonio, un mundo de voces y fantasmas, de esperanzas posibles y ensoñaciones de ufología: un libro “marciano”.

Nona Fernández entrega a sus lectores “Marciano”, un texto que no sólo atraviesa la historia política de Chile y de América Latina, sino también los pasillos mentales de un hombre que lleva más de un cuarto de siglo preso. No es una biografía, no es un reportaje, no es sólo una novela. Es todo eso y algo más: el intento de escribir, desde la literatura, el encierro y la utopía rota. El libro nació casi por accidente. La escritora chilena cuenta que llegó a Mauricio Hernández —comandante Ramiro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez— porque la invitaron a escribir el proyecto de una serie de televisión. La condición era clara: usarlo a él como fuente principal.

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“Se me invita y comienzo a ir, se saca un permiso por tribunales y comienzo a visitarlo los días viernes, un permiso que no es fácil de seguir por el régimen de presidio que él tiene”, recuerda Nona, platicando para EL INFORMADOR. Durante un año entero levantó material: entrevistas, conversaciones, apuntes. Hasta que, de pronto, todo se vino abajo. “Después de un año de conversaciones, cuando ya más o menos estaba el proyecto, todo se va al agua: las productoras pelean, todo se cae. Y yo me quedé con el permiso para seguir viéndolo”, dice. Para entonces, ya no la interesaba sólo la épica que le pedían para la serie, la historia de la organización, los golpes espectaculares contra la dictadura. Había encontrado otra cosa, más inquietante y más literaria: un hombre encerrado, pensando sin descanso. “Todo eso a mí me parecía cautivante. Y así partió la idea del libro”.

No es una biografía, no es un reportaje, no es sólo una novela. Es todo eso y algo más: el intento de escribir, desde la literatura, el encierro y la utopía rota. EL INFORMADOR/A. Navarro
No es una biografía, no es un reportaje, no es sólo una novela. Es todo eso y algo más: el intento de escribir, desde la literatura, el encierro y la utopía rota. EL INFORMADOR/A. Navarro

La lucha armada, la ética y la herida latinoamericana

A medida que avanzaba en la escritura, la autora fue descubriendo por qué estaba tan atrapada en esa historia. No se trataba sólo de un personaje excepcional, sino de una zona entera de la memoria chilena y latinoamericana que sigue siendo incómoda. “La historia de la lucha armada en mi país es una historia que la literatura no ha asumido mayormente porque socialmente tampoco la hemos asumido. Siempre ha sido criminalizada, invisibilizada, utilizada. Y de alguna manera Mauricio es una metáfora de eso”, explica. Nona quería comprender qué pasa en la mente de alguien dispuesto a sacrificar tanto por una causa, incluso cuando esa causa atraviesa fronteras y tiempos históricos.

Y a partir de Mauricio, la reflexión se abre hacia América Latina entera. “Mauricio encarna a una generación latinoamericana que creyó en algo, que creyó en una utopía. También me interesaba pensar eso: algo que encendió un continente entero, algo que se abrazó y con lo que probablemente, si uno hubiese estado en ese momento, también lo habría abrazado”, dice. La pregunta que se hace la novela —y que Nona comparte con sus lectores— es brutalmente actual: “¿Qué nos pasó?”. Y, más allá del diagnóstico, ¿será posible levantar hoy un proyecto comunitario en un escenario dominado por el individualismo y la desesperanza?

En un panorama tan oscuro y extraño como el que estamos viviendo, ¿será posible resucitar algún proyecto comunitario latinoamericano que nos abra un camino, un intento? Ya entendemos que la revolución socialista no ocurrió como se soñó, pero ¿no vamos a ser capaces, en este panorama, de levantar juntas y juntos algo? Yo no sé cuál es, pero habría que inventarlo”, dice.

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Un preso, una ventana y el sol: imaginar futuro desde la cárcel

De las muchas escenas que recoge “Marciano”, hay una que Nona Fernández relata con especial brillo: el momento en que Mauricio pasa de una celda sin luz a otra desde la que puede ver la cordillera de los Andes, majestuosa y eterna, bañada todas las mañanas por el sol del cielo. Y eso fue para él una ópera. “Veo que sale el sol todos los días”, le contó a Nona; eso era increíble para él. De ahí salió una de las frases que más han acompañado a la autora en este proceso.

“Me dijo: ‘Es tan increíble, porque el sol sale todos los días y todos los días tenemos una oportunidad. Hay que jugársela. Y si nos equivocamos, no importa, nos hemos equivocado antes. Volver a equivocarse ya sabemos que no es un problema, podemos resistir a los errores, pero hay que intentarlo”.

Escribir
Escribir “Marciano” también fue una lucha formal. ¿Cómo contar cuatro años de conversaciones desordenadas, fichas, cartas y entrevistas? EL INFORMADOR/A. Navarro

N y M: el libro como diálogo y disputa

Escribir “Marciano” también fue una lucha formal. ¿Cómo contar cuatro años de conversaciones desordenadas, fichas, cartas y entrevistas? ¿Cómo hacer caber en un libro la voz de alguien con quien la autora no siempre está de acuerdo? “Este no es un libro donde yo pretenda hacer una loa a Mauricio, tampoco un libro que pretenda condenarlo”, afirma Nona. “Me interesaba que quien lea pueda tomar también sus propias decisiones, su propio punto de vista respecto a estos temas y a estas conversaciones”, dice.

Por eso rehuyó la épica pura. “Quería salirme de la caricatura, salirme del plano épico. Yo quería entrar en la bambalina. Cuando me pidieron hacer la serie, la serie tenía que ser épica, de acción, villanos, héroes. Y mientras más entraba a la conversación, menos me seducía esa historia y más me seducía lo pequeñito: las personas que circularon ahí, la red de afecto, las contradicciones, los miedos, las tristezas, el abandono, la soledad, la frustración. Todo aquello me parecía infinitamente más interesante y es ahí donde quise meterme”.

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El título también es una declaración de intenciones. Tiene varias capas de sentido, todas igual de literarias. La primera es biográfica a Mauricio Hernández Norambuena le decían Marciano cuando era chico, en sus ayeres del barrio. La segunda viene de sus obsesiones: a él le encanta la ufología. “Es medio rayado con el tema, porque alguna vez tuvo un avistamiento, como dice él”, cuenta Nona. “Y desde su encierro más estricto, siempre ha estado muy conectado con la idea del cosmos y del universo. Es otra de sus estrategias psíquicas: entender que hay algo infinito allá. La astronomía la ha estudiado mucho, le interesa. Lo que a mí me parece interesantísimo, porque no es algo que uno piense de un comandante: esta chifladura con los ovnis”.

El título también es una declaración de intenciones. Tiene varias capas de sentido, todas igual de literarias. EL INFORMADOR/A. Navarro
El título también es una declaración de intenciones. Tiene varias capas de sentido, todas igual de literarias. EL INFORMADOR/A. Navarro

La tercera capa: el propio libro. “Es un libro marciano. Es una mezcla de conversaciones, fichas de lectura, cartas reales de él con su familia, entrevistas a otras personas, algunos que están muertos”, dice Nona. “Es un enredo de libro bastante híbrido. Yo decido que es una novela, pero no sé lo que es. Sé que es un material literario, que esa es la plataforma”. Y, finalmente, está la lectura más política y más melancólica: la sensación de que Mauricio y su generación se han vuelto criaturas extrañas en el mundo actual.

“Siento que encarna a una generación que, tal cual como está girando el mundo en este momento, es un poco marciana. Una generación capaz de sacrificarlo todo por una causa comunitaria, incluso pensando que, si se alcanzaban los objetivos, ellos no los iban a vivir. Eso hoy parece marciano, en un mundo en el que no somos capaces de asociarnos para nada. A mí personalmente me encantan los marcianos. Es una figura que me seduce mucho”.

En esa mezcla de memoria política, experimentación formal y preguntas abiertas sobre el futuro, la novela de Nona Fernández se vuelve, como su título, un cuerpo extraño, pero reconocible: un intento de escuchar, sin ingenuidad ni condena fácil, a un hombre que todavía mira el sol salir todos los días detrás de los barrotes, y se empeña en imaginar que un mundo nuevo todavía es posible.

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MB
 

Cortesía de El Informador



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