El Techo Polícromo de la cueva de Altamira es un inmenso palimpsesto pintado por artistas paleolíticos. Las pinturas más antiguas están datadas por series de uranio-torio en 36 000 años, y las más recientes en alrededor de 12 000 años. Durante esos 24 000 años, distintos grupos humanos de nuestra especie, de las culturas Auriñaciense, Solutrense, Gravetiense y Magdaleniense, ocuparon la cueva y dejaron su pensamiento simbólico en forma de grabados, dibujo y pintura, de signos y animales, pero hace unos 12 o 13 000 años, la cornisa de la entrada de la cueva se hundió, sellando la cavidad y preservando sus pinturas hasta su descubrimiento, por Sautuola, hace ahora algo más de 140 años.
El Techo Polícromo es, como hecho artístico, uno de los acontecimientos más importantes de la historia del arte universal, independientemente de la importancia arqueológica, prehistórica o de las connotaciones y significados de ese arte para las tribus de sus autores.
Nuestro planteamiento a la hora de recrear y resolver ese gran panel pintado, parte de nuestra experiencia como pintores y nuestro conocimiento profundo de ese lugar. Sin una vinculación intensa, desde el punto de vista plástico y emocional, a la obra dejada en la cueva de Altamira por los autores paleolíticos, creemos que no hubiéramos llegado a conocer tan a fondo todos los planteamientos y soluciones que emplearon los artistas primitivos para resolver tal obra.
Estudio previo de la cueva
Basándonos en más de dos décadas de estudio de las técnicas y actividades plásticas y artísticas de los artistas paleolíticos en la cueva de Altamira, nos hemos aproximado al momento en que fueron ejecutadas. De este modo, hemos trazado cada línea o hemos resuelto cada masa de color, sin dejarnos llevar por convencionalismos, con la certeza de que la forma más rigurosa de llegar a una verdadera «recreación» era seguir los mismos pasos que debió de emplear el artista prehistórico. Ello nos ha llevado a establecer unos criterios objetivos, sobre el planteamiento de aquellos pintores, sobre los procesos de ejecución en la creación de cada una de las figuras, su actitud ante el soporte, sus posibles criterios de elección del lugar, los materiales de trabajo que emplearon, las diferencias entre unos y otros en el procedimiento que emplearon y en el modo de aplicarlos. Muchas de las soluciones han sido el fruto de teorías resueltas en experiencias prácticas, con los mismos útiles, pigmentos, aglutinantes y técnicas pictóricas que habíamos descifrado tras el estudio profundo del original.
La experiencia adquirida en un trabajo similar, cuando en 1992 dirigimos y realizamos un facsímil de un fragmento del Techo Polícromo de 35 m2, para un parque de cultura y ocio de Japón, sirvió como punto de partida para esta réplica completa del techo polícromo. Muchas de las soluciones de ejecución tanto del soporte pétreo como de las técnicas pictóricas, ya las habíamos resuelto entonces.
Los criterios de realización del soporte
Comenzamos por establecer los criterios de realización del soporte de piedra que conformaría la totalidad del techo, ya que este tuvo en su día una clara influencia en la inspiración y procesos plásticos de sus primitivos autores.
Como objetivos esenciales, nos propusimos obtener una piedra artificial con la reproducción exacta de los relieves del techo original, su textura, las grietas que lo surcan con el carácter específico de cada una de ellas, un color de base que estableceríamos en su momento, y su composición a base de piedra caliza que absorbiera los pigmentos de modo similar al soporte original. Es importante insistir en este planteamiento. En los facsímiles de arte rupestre realizados, sobre todo en Francia, hasta ahora, nunca se habían planteado unas exigencias de esta magnitud a la hora de reproducir el soporte de piedra: el exhaustivo trabajo de reproducción de la textura del soporte pétreo elaborando, mapas de texturas tras rigurosa observación del original, su tono, el trazado exacto de todas sus grietas y relieves con el carácter específico de cada accidente topográfico.
La fabricación de la piedra artificial se llevó a cabo en los talleres de la empresa Tragacanto S.L., dirigida por Carmen Gonzalo y Sven Nebel, que asimismo realizaron la reproducción del vestíbulo de la cueva.
En primer lugar se procedió a la obtención de una documentación que recogiera los datos que necesitábamos para obtener el resultado requerido. Para la reproducción del relieve del Techo Polícromo, el Consorcio de Altamira encargó una planimetría del mismo al Instituto Geográfico Nacional, que pese a las enormes dificultades que plantea la toma de datos en esta sala, realizó un magnífico trabajo de registro. Asimismo, tanto para la reproducción de la piedra del techo y paredes de la sala de Polícromos y del ámbito vestibular, como para el trabajo de reproducción de pinturas y grabados, fue fundamental la documentación fotográfica obtenida por Pedro Saura, que complementamos con el estudio en profundidad y anotaciones concretas derivadas de la observación directa del original.

Para reproducir las diferentes texturas del techo, elaboramos un mapa de la ubicación de las mismas en cuanto a su mayor o menor grado de rugosidad, mediante la observación directa del mismo. Con los datos planimétricos digitales obtenidos por el I.G.N., la empresa Tragacanto desarrolló un programa informático para trasladar dichos datos a un plotter de corte que diseñó expresamente para este trabajo. El plotter talló el relieve del Techo sobre piezas de poliestireno expandido de alta densidad de un metro por un metro por 30 centímetros. Las piezas se unieron formando un mosaico de casi 200 metros cuadrados donde quedaba reflejado el «movimiento volumétrico» del Techo. A este soporte con los relieves, se adhirió una fina lámina de cera que incorporaba las diferentes texturas de cada una de las áreas del Techo según el mapa que habíamos elaborado. La textura fue obtenida mediante moldes de silicona, de zonas marginales de la cueva, fuera de la Sala de Polícromos, pero con texturas similares a las del Gran Techo.
Con este proceso disponíamos del relieve y de la textura de la piedra. Las zonas de relieves extraplomadas y de aristas pronunciadas, las resolvimos a base de talla manual a partir de las fotografías obtenidas para este fin.
Posteriormente se procedió al tallado de grietas. Para llevar a cabo esta fase del trabajo, proyectamos imágenes fotográficas con un proyector de características especiales, y situamos y ejecutamos parte de las grietas, las más anchas y profundas, el resto y el ajuste del carácter de cada una de ellas, lo llevamos a cabo basándonos en grandes ampliaciones fotográficas, y tomando referencia de las que habíamos obtenido por proyección. Este trabajo, de kilómetros de grietas, con su anchura, profundidad, trazado y carácter se realizó mediante tallado manual.
Sobre este modelo en el que relieves, textura y grietas de la piedra estaba reproducido, procedimos a realizar los innumerables grabados que los autores paleolíticos hicieron sobre la piedra, tanto los que forman parte de los bisontes polícromos y de los caballos gravetienses en color rojo, como aquellos que están trazados como procedimiento único en la interpretación de las figuras y signos, incluyendo algunas figuras inéditas que hemos descubierto en el curso de este trabajo.
Con esta última intervención completamos el modelo que configuraría el soporte. Se cortó este en piezas siguiendo el trazado de las grietas principales. De cada una de las 76 piezas que formaban este inmenso rompecabezas, se obtuvo un molde de silicona reforzado con fibra de vidrio y tubo de acero. De estos moldes se obtuvieron las piezas en piedra artificial formada por un 80 % de piedra caliza molida y pigmentada con óxidos naturales para obtener el color de base que queríamos, todo ello aglutinado con una resina sintética que actuaba como cemento y un agente ignífugo según las exigencias museográficas.
Durante todo el trabajo de ejecución de la réplica, el equipo de Tragacanto, contó con nuestra presencia y asesoramiento permanente, y trabajó con tesón y entusiasmo demostrando su elevado nivel profesional. En todo momento, trabajamos personalmente el tallado de grietas y en ajustes de las mismas. Para ello, y también a lo largo de todo el trabajo, contamos con nuestras colaboradoras Pilar Fanjul y Begoña Millán, ambas exalumnas y licenciadas en Bellas Artes, que participaron de modo decisivo en el trabajo de tallado del modelo. La totalidad de los grabados dibujos y pinturas del Techo Polícromo, fue realizado exclusivamente por nosotros, Matilde Múzquiz y Pedro Saura.

Plasmar las pinturas en el soporte
Había llegado el momento de pintar sobre la piedra limpia, sin figuras, como aquella otra donde los pintores paleolíticos realizaron su obra, esa piedra que habíamos reproducido con toda su geografía rigurosamente exacta. Los grabados ya estaban en la piedra pues los habíamos incorporado en la fase de ejecución del modelo. Para pintar empleamos como referencia grandes positivos fotográficos, nuestra experiencia en las técnicas pictóricas, adquirida a lo largo de toda una vida dedicados a la práctica de la pintura, y nuestro conocimiento del techo original tras largos años de estudio y observación del mismo. Afrontamos la recreación de cada figura como la oportunidad de vivir la creación de una obra original. En el caso de figuras superpuestas, las hicimos aparecer una sobre otra en el orden en que consideramos que fueron trazadas. Empleamos para pintar carbón vegetal y óxidos de hierro. Para ajustar el color de los óxidos de hierro hicimos muestras de pintura sobre fragmentos de piedra artificial, que comparamos in situ con las figuras del techo original. Los bisontes poseen diferentes matices en los rojos de unos a otros y a su vez en cada bisonte. También hay otras figuras rojas como caballos, megaceros, signos, manos y puntuaciones. En el techo observamos también alguna figura de color ocre amarillo y óxidos de tono violáceo. Después, en el momento de aplicar los colores, nos iluminamos con luz de características similares a la utilizada para el registro fotográfico.
Reproduciendo el modo en el que el artista pintó
Humedecíamos previamente la piedra para aplicar la pintura, unas veces frotando un bloque de óxido de hierro directamente, otras aplicando las masas de color con nuestras manos, otras incluso frotándolo insistentemente con agua, en algunos casos rodeando la mano con una gamuza impregnada de color. De esta manera tratamos de reproducir el modo en que cada autor pintó y así transmitir esta información al visitante. La pintura está tratada unas veces como masa de color y otras como línea. Mojábamos las pinturas continuamente y estas iban penetrando en el soporte que las absorbía con rapidez. Hay que tener en cuenta que la piedra del interior de las cuevas contiene un alto grado de humedad. En algunos casos el agua gotea llegando a lavar las pinturas dejando un leve rastro de ellas o incluso hasta hacerlas desaparecer. Hemos reproducido también estos procesos de deterioro al igual que las formaciones naturales de la piedra.

Las líneas de carbón las trazamos en el mismo sentido en que lo hicieron los pintores primitivos, tras deducirlo de análisis objetivos. Hemos aprendido el recorrido exacto de cada línea y cada mancha de color y lo hemos recreado, no por proyección sino con fuerza y decisión tal y como debieron hacerlos los autores del original. De este modo algo del vigor, de la fuerza y de la vida que tienen las figuras del Techo Polícromo ha sido recreado en la réplica. Hemos reproducido las formas de las figuras, los procedimientos pictóricos de los pintores paleolíticos, los útiles y pigmentos que emplearon y todo aquello que hemos interiorizado de su mundo expresivo.
Finalmente, barnizamos la superficie con el fin de reproducir la humedad y el goteo del agua de la cueva original, y para proteger las pinturas y evitar su deterioro.
Objetivo logrado
Desde el principio, tuvimos claro que no queríamos hacer algo que «pareciese Altamira», queríamos hacer Altamira. El Techo Polícromo de Altamira ha sido un lugar de estudio e investigación para nosotros durante más de tres décadas. Matilde Múzquiz y yo mismo, ambos profesores en la Facultad de Bellas Artes de la Complutense, ambos pintores y fotógrafos, nos enfrentamos a la realización de la Neocueva, teniendo muy claro que no pretendíamos hacer algo que «pareciera Altamira», queríamos hacer Altamira. Empleando los mismos pigmentos, aglutinantes y herramienta, y tras un estudio muy profundo de cada unos de los autores paleolíticos, sus procedimientos, protocolos y orden de trabajo, llegamos a recrear el Techo de Altamira.
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: