
Ingredientes:
1 taza de azúcar (para el caramelo)
1 lata de leche condensada
1 lata de leche evaporada
1 paquete de queso crema (190 g), a temperatura ambiente
4 huevos
1 cucharada de esencia de vainilla
Procedimiento:
Paso 1: el caramelo, el primer secreto
En una sartén limpia, coloca la taza de azúcar a fuego medio. No la mezcles con cuchara; deja que se vaya derritiendo poco a poco. Cuando comience a tomar un color ámbar, gira la sartén suavemente para homogeneizar. El punto ideal es un dorado profundo, con aroma intenso, pero sin llegar a quemarse.
Vierte de inmediato el caramelo en el fondo de un molde para flan o un molde metálico redondo. Inclina el molde con cuidado para cubrir la base y, si es posible, parte de las paredes. Deja que se enfríe y endurezca mientras preparas la mezcla.
Paso 2: la mezcla napolitana
En la licuadora, coloca la leche condensada, la leche evaporada, el queso crema, los huevos y la vainilla. Licúa hasta obtener una mezcla completamente tersa, sin grumos de queso ni restos de huevo.
Si quieres una textura todavía más fina, puedes pasar la mezcla por un colador antes de verterla en el molde. Este paso no es obligatorio, pero ayuda a conseguir un flan más liso.
Paso 3: el baño María, cocción suave y pareja
Vierte la mezcla sobre el molde caramelizado. Cúbrelo bien con papel aluminio, sellando las orillas para evitar que entre agua.
Coloca el molde dentro de una charola honda o una olla apta para horno. Añade agua caliente hasta cubrir aproximadamente la mitad de la altura del molde. Lleva al horno precalentado a 170 °C.
El flan debe hornearse entre 60 y 70 minutos. Sabrá que está listo cuando al mover ligeramente el molde el centro se vea firme, pero con un leve movimiento tipo gelatina. Si insertas un palillo, debe salir casi limpio, con uno o dos restos de crema, no líquido.
Paso 4: el reposo, el paso que no se puede saltar
Saca el molde del horno con cuidado y deja que se temple a temperatura ambiente. Después, lleva el flan al refrigerador por lo menos 4 horas; lo ideal es dejarlo toda la noche. Este reposo permite que termine de cuajar y que el caramelo se mezcle con los jugos del flan, creando esa salsa brillante que lo caracteriza.
Para desmoldar, pasa un cuchillo fino por las orillas del molde, coloca un plato grande encima y voltea de un solo movimiento firme. El flan debe desprenderse y el caramelo cubrirá la superficie como un espejo ámbar.
Cortesía de El Economista
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