La Biblioteca de Juan Gil Preciado abre sus puertas en el Colegio de Jalisco


El legado intelectual y político de Juan Gil Preciado, exgobernador de Jalisco entre 1959 y 1964, encontró finalmente un hogar permanente. Este martes fue inaugurada su Biblioteca Personal en el Colegio de Jalisco, un espacio que resguarda más de ocho mil documentos, libros, monedas, enciclopedias y objetos personales que reflejan la vida de uno de los personajes clave en la historia moderna del estado.

La ceremonia reunió a familiares, amigos y autoridades como Roberto Arias de la Mora, director del Colegio de Jalisco; José Manuel Romo Parra, secretario general del Gobierno de Guadalajara; Ana Isaura Amador Nieto, coordinadora general de Cercanía Ciudadana de Zapopan, y Francisco Ramírez Salcido, subsecretario general del Gobierno de Jalisco.

EL INFORMADOR/ A. NAVARRO.

El proyecto fue impulsado por Arturo Gil Elizondo, cuarto de los seis hijos del exmandatario, quien durante años encabezó los esfuerzos para reunir, clasificar y trasladar el acervo familiar a un espacio digno y accesible. “Es una gran satisfacción, sobre todo después de tantos años buscando cómo construir la biblioteca. No había espacio físico y finalmente se consiguió. Esta biblioteca se levantó con recursos propios, de amigos y simpatizantes del proyecto. Hoy ya es una biblioteca pública, de acceso libre para todo aquel que quiera conocerla”, señaló en entrevista con EL INFORMADOR.

El recinto no sólo resguarda libros, sino también materiales que dan cuenta de la diversidad de intereses de Juan Gil Preciado. “Hay una hemeroteca muy robusta de su época, monedas, timbres, una colección importante de enciclopedias y figuras de bronce como un Julio César o un Pericles. Es una visita que vale la pena, una mirada íntima a su mundo”, agregó Gil Elizondo, visiblemente emocionado al recorrer el espacio que alberga los recuerdos de su padre.

Para la familia, el proyecto representa una mezcla de orgullo y nostalgia. “Son muchos recuerdos, sentimientos encontrados, pero sobre todo mucha nostalgia”, confesó Arturo Gil, quien también explicó que la construcción de la biblioteca tuvo un costo total de dos millones 100 mil pesos, recursos reunidos gracias al apoyo de amistades y de los gobiernos municipales de Guadalajara y Zapopan.

Durante su discurso ante los invitados, Gil Elizondo recordó las dificultades que enfrentaron para concretar el proyecto, que llevaba años gestándose sin lograr consolidarse por falta de espacio o presupuesto. “El gran problema era la falta de un espacio. Hubo muchas vicisitudes, inversiones fallidas, ampliaciones que no se daban, hasta que el doctor Roberto Arias de la Mora, presidente del Colegio de Jalisco, generosamente reubicó y replanteó el proyecto. Nos propuso la recreación del diseño con el arquitecto (Carlos Javier) Massimi, y entonces empezamos a tomar en serio el esfuerzo que ya se había hecho”, relató.

El hijo del exgobernador reconoció también el trabajo minucioso del equipo de Mariela Bárcena, responsable Coordinadora de Bibliotecas de El Colegio de Jalisco. “Recibieron las cajas, las abrieron, las clasificaron, las ordenaron temáticamente. Fue un trabajo de relojero, muy difícil de hacer sin un compromiso profundo como el que ella y su equipo mostraron”, expresó con gratitud.

La Biblioteca Juan Gil Preciado se suma a la red de acervos que el Colegio de Jalisco resguarda, junto con los de Agustín Yáñez y Constancio Hernández Allende, y se convierte así en la cuarta biblioteca pública que forma parte de esta institución. Además del acervo documental y hemerográfico, el espacio conserva objetos personales y obras de arte, entre ellas un óleo de Guillermo Chávez Vega de 1963 que retrata a Benito Juárez, y un dibujo al lápiz de Emiliano Zapata realizado por Gabriel Flores.

Arturo Gil reflexionó sobre la vigencia de las bibliotecas públicas en la era digital. “Muchos se preguntan qué sentido tiene una biblioteca pública más, si con el celular ya podemos acceder a toda la información. Pero Google no es Dios. Los psicólogos y neurocientíficos coinciden en la necesidad de que los niños y jóvenes recorran el camino del aprendizaje a través de la lectura, la escritura y la oralidad. No hay atajos para formar hábitos, disciplina y fuerza de voluntad. Los dispositivos nos dan inmediatez, pero también ansiedad y superficialidad”, señaló.

Con esta reflexión, subrayó la importancia de preservar los espacios físicos de conocimiento como lugares de silencio y concentración, esenciales —dijo— para el desarrollo de una sociedad sana. “Si queremos una sociedad equilibrada en el futuro, debemos regresar a esos espacios de tranquilidad que tanto nos enseñan y que forman la voluntad y la constancia”, añadió.

El acervo, que comenzó a reunirse desde hace años, fue posible gracias a una campaña de recaudación que la familia emprendió con el propósito de preservar y compartir la herencia intelectual de quien también fue un destacado conversador, legislador y hombre público.

En su discurso, Gil Elizondo evocó también la personalidad de su padre, a quien describió como un hombre culto y empático. “Era un gran conversador. Para serlo, se necesitan muchos atributos: una vida larga, sana e interesante. Don Juan fue protagonista de muchos eventos, participante de otros y observador atento de los que le tocó vivir. Era un hombre bien informado, leía los periódicos todos los días, las revistas, y siempre tenía tema para hablar con cualquiera, desde políticos y empresarios hasta una secretaria o un taxista. Era un hombre empático y con una memoria extraordinaria”, recordó.

EL INFORMADOR/ A. NAVARRO.

SV

Cortesía de El Informador



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