Los secretos de Steve Stevens, el arma secreta de Billy Idol y el guitarrista elegido por Michael Jackson y Quincy Jones

Es probable que Don Quijote no hubiera sido quien fue ni lo que representa hoy para la humanidad sin los humildes servicios de Sancho Panza. Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer… o un gran colaborador. Un arma secreta.

Steve Stevens, el inseparable guitarrista de Billy Idol. Foto de prensa gentileza Bruno Talledo

Esto podría ser un buen modo de resumir la contrafigura de Steve Stevens, el guitarrista detrás de Billy Idol, aunque quizás sería injusto ya que en realidad fue uno de los arquitectos de ese vaporoso concepto llamado “la música de los 80”.

Es su guitarra, junto con la producción de Keith Forsey, lo que hizo del cantante algo muy novedoso cuando hizo irrumpió en el mercado estadounidense con hits como Eyes without a face, Flesh for fantasy o Dancing with myself.

Más que un guitarrista del punk

Stevens manejaba una compleja paleta de colores para su época, producto de su talento y también de influencias que confesará en esta charla con Clarín, previa al show de Billy Idol en el Movistar Arena este sábado 15 de noviembre.

Steve Stevens junto a Billy Idol en una visita anterior a Buenos Aires. Foto: Martin BonettoSteve Stevens junto a Billy Idol en una visita anterior a Buenos Aires. Foto: Martin Bonetto

Fue Bill Aucoin, el mánager de Kiss y arquitecto de su éxito, el que produjo la conexión visionaria de la dupla Idol-Stevens. Kiss ya era un producto consolidado en el mercado, y Aucoin quería probar con otras cosas, como Five Malibus, el grupo que tenía Stevens.

“Habíamos grabado un disco, pero nunca lo sacaban al mercado –cuenta Steve-, y sentí que la cosa no daba para más. Pero Aucoin me dijo que quería seguir siendo mi mánager y que me armara una banda. Tres semanas más tarde me preguntó si sabía quién era Billy Idol y si no le podía dar una mano. Hablé con Billy, le dije que conocía muchos músicos en Nueva York, que lo iba a ayudar a formar un grupo, y que me considerara como guitarrista. Tan inocente como eso”.

Habían crecido en diferentes países (Billy Idol es inglés, Stevens neoyorquino de pura cepa), tenían gustos diferentes, pero no tardaron en llegar a un entendimiento. “Yo iba a la escuela Fame, la de la película, que estaba a la vuelta del CBGB, por lo que estaba al tanto de lo que era el punk, estilo de donde Billy provenía”.

Steve Stevens en 2005, en un show de Billy Idol en Lollapalooza Chicago. Foto AFPSteve Stevens en 2005, en un show de Billy Idol en Lollapalooza Chicago. Foto AFP

Y agrega: “Yo no era un guitarrista punk y estaba entusiasmado porque Robert Fripp de King Crimson, uno de mis héroes, se había mudado a la ciudad. Los guitarristas que me influyeron fueron tipos como Jimi Hendrix, o Steve Howe de Yes, pero escuché el tercer disco de la banda anterior de Billy, Generation X, y en ese álbum tocaba John McGeoch, que luego tocaría con Siouxsie & The Banshees, y que era un músico muy inventivo. Se lo comenté a Billy, que coincidió conmigo en que era fantástico, y creo que entendió que necesitaba un guitarrista de ese tipo, más que un guitarrista punk”.

Rebel Yell se transformó en uno de los grandes discos de aquellos años ’80, donde debajo de cada baldosa se escondía una superestrella que vendería millones. “En aquel entonces –explica Stevens- las caras de MTV eran dos: Billy Idol y Madonna”.

Eyes without a face era una melancólica canción con versos en francés, una voz femenina, y en el medio una guitarra que se abre paso como una luna en la tormenta, a pura distorsión, acoples y ondulaciones: la de Steve Stevens.

Grabar con Michael Jackson

Tan conmocionante fue su sonido que cuando Michael Jackson grabó Bad, el disco que tuvo la ingrata tarea de suceder a Thriller, pensaron en replicar lo que había hecho Eddie Van Halen en Beat it. Pero… ¿quién podía tocar de un modo tan sorprendente? Quincy Jones averiguó enseguida como se llamaba el guitarrista de Billy Idol.

Steve Stevens con Michael Jackson. Foto de prensaSteve Stevens con Michael Jackson. Foto de prensa

“Para mí fue una sorpresa absoluta porque yo no era un músico de sesión –confiesa Stevens-; me hicieron volar a Los Angeles, al mismo estudio donde grabamos el primer disco con Billy Idol. Pero yo estaba acostumbrado a grabar con él, el productor Keith Forsey y el ingeniero de grabación. Entonces mientras volaba pensaba que iba a haber miles de personas en el estudio, que cómo me iba a concentrar en lo que tenía que tocar. Nada que ver: abrí la puerta de ese estudio que conocía tan bien, y solamente estaban Quincy Jones, Michael Jackson y el ingeniero. ¡Ufff, fue como estar en casa!”.

Stevens armó su set y se puso a disposición para trabajar en lo que sería el tema Dirty Diana. “La misión era muy clara –prosigue Stevens- porque la versión original del tema duraba como ocho minutos y la iban a tener que editar. Yo tenía 32 compases para hacer lo mío, y como sabía que a Michael Jackson le habían gustado mis sonidos tipo ciencia-ficción, puse algo de eso en las tres tomas que hice. Fueron dos horas y media, y al final me dijeron: ‘Terminamos, nos encantó y estamos felices’. Misión cumplida”.

Un tema para Tom Cruise en “Top gun”

Entre la salida de Whiplash Smile de Billy Idol en 1986 y la convocatoria de Michael Jackson, sucedió algo que haría aún más grande la huella sónica que dejaría Steve Stevens en la música.

Harold Faltermayer, que había tocado en algunos temas del tercer disco solista de Idol, le propuso a Stevens ponerle guitarra a una música instrumental que estaba desarrollando para un filme con Tom Cruise: Top Gun.

“Eran los días del Betamax –se ríe Stevens- y Harold me pone el video con todo el despliegue aéreo de la película que en aquel momento era de lo más moderno (hoy se ve medio primitivo), y me pregunta si no quiero tocar encima de esas imágenes. Claro que sí, pero Harold trabajaba solo con teclados y tenía un sample de guitarra que no era de lo más excitante. Entonces, me imaginé a Jeff Beck tocando encima de esa música y eso me inspiró”.

Luego, las agendas y los proyectos de vida, conspiraron contra la continuidad de la dupla de Stevens con Billy Idol, que estaba un poco más que rebelde. “Billy decidió mudarse a Los Angeles y yo tenía a toda mi familia en Nueva York. Al mismo tiempo, Ted Templeman me ofreció un contrato para mi aventura solista que fue Atomic Playboys, algo que no funcionó tan bien porque yo venía muy malcriado por haber trabajado con algunos de los mejores cantantes del mundo: Billy Idol, Michael Jackson, Joni Mitchell (tocó en su disco Chalk Mark in a Rainstorn junto con Idol), Robert Palmer. Encontrar a alguien que calzara esos zapatos era algo difícil, y Perry McCarty se ponía muy nervioso. Fue una banda que demandó demasiado trabajo”.

Y si bien Billy Idol tuvo éxito con Charmed Life (1990) disco en el que Cradle of love alcanzó el Nº2 de Billboard, al poco tiempo volvió a pedirle ayuda a Stevens para trabajar en un nuevo material que tardó en materializarse hasta la edición de Devil’s Playground en 2005. Sin embargo, pese al tiempo transcurrido y al hecho que Billy Idol tuviera un accidente motociclístico en 1990, que le demandó una enorme recuperación, Steve Stevens no volvió a moverse de su lado. Eran pan y manteca, no había caso.

Más giras junto a Billy Idol

Ahora siguen de gira con la ayuda de la tecnología, lo que le permite a Stevens viajar con una guitarra hecha a su medida: la Steve Stevens Signature Ascender. “Jonathan Spangler de Ciari Guitars venía de la industria médica: es una eminencia en implantes y prótesis que quería diseñar una guitarra. Me presentó un prototipo, y le dije lo que había que arreglar para mi gusto: ¡y lo hizo!”

Steve Stevens con Billy Idol en Brasil, unos días antes de llegar a Buenos Aires. Foto: IGSteve Stevens con Billy Idol en Brasil, unos días antes de llegar a Buenos Aires. Foto: IG

Concluye Stevens: “Cuando nos volvimos a juntar para trabajar juntos, lo bueno fue que no hubo que pedir disculpas, ni hacernos amigos nuevamente porque la relación jamás se rompió. Lo primero que hicimos fue algo para la banda de sonido de la película Speed: máxima velocidad (1994, con Keanu Reeves y Sandra Bullock) y nos dimos cuenta que la química entre nosotros permanecía inalterable”.

Prosigue: “Creo que ahora que estamos grandes somos valoramos mucho más el talento del otro. Cuando crecés, tenés menos temor de expresar tus sentimientos, y Billy sigue siendo mi cantante favorito. Cuando él hace una toma para la canción de un disco (Dream Into It se publicó este año), yo siempre estoy del otro lado del vidrio, maravillándome con lo bueno que es. Y se lo digo: la vida es demasiado corta como para no decirle a la gente que querés lo mucho que la apreciás”.

Cortesía de Clarín



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