Hay que saber afrontar una crisis. No todas son iguales y no todos reaccionamos de una manera uniforme ante ellas. Lina, la protagonista de Las corrientes, la excepcional película de Milagros Mumenthaler, es una mujer exitosa en su trabajo y supuestamente también en su vida afectiva.
Es un personaje soñado para cualquier intérprete, porque está lleno de matices. Porque permite una mirada introspectiva, de la actriz y del público, a medida que se va desandando la trama. Porque crece, no se estanca. Y porque Mumenthaler provoca y cautiva al mismo tiempo deparando, no sorpresas, sino cambios, versatilidad en su desarrollo.
Celebrada diseñadora de moda, a sus treinta y pico Lina (una estupenda Isabel Aimé González Solá, actriz mendocina afincada ahora en Europa) viaja a Ginebra para recibir una distinción. Está y no está presente en el acto de premiación. En medio de los aplausos, se dirige al baño, tira el premio, sale a caminar por la ciudad, llega a un puente y, sin más, se arroja al agua.
¿Fue un intento de suicidio?
Como sea, se salva y la policía la lleva a un hotel. Su desequilibrio, porque claramente Lina no está en su mejor momento, ¿es mental, momentáneo, o producto de algo más profundo?
Las corrientes nos sumergirá en un viaje interno de la protagonista, pero la realizadora narra cada momento que vemos y convivimos con Lina con una puntillosidad que abruma, pero que a la vez fascina.
Lina, habrá que decirlo, es una persona que no habla de más.
Ya de regreso, su marido -igualmente exitoso, e interpretado por Esteban Bigliardi con la sobriedad que sabe mantener aún en los momentos más, digamos, exasperantes- la nota distinta. Lina tiene una aprehensión hacia el agua, quizá por lo que sucedió al inicio de la proyección, pero se descuida en lo físico y en su higiene personal.
No soporta el agua, el líquido. Tiene una picazón insoportable. ¿Qué bicho le pica?
Las corrientes es una película que permite a su público reflexionar sobre qué le sucede a Lina, y no elucubrar, que es elaborar una divagación que aparenta ser profunda pero que no lo es. Las corrientes, como toda gran película, no pide nada a sus espectadores. Está en cada uno zambullirse o no en búsqueda de respuestas, de buscar comprender los comportamientos de esta mujer que puede dejar sola en la bañadera a su hijita de 5 años.
La directora cordobesa ya demostró en su opera prima Abrir puertas y ventanas y luego en su segunda realización, La idea de un lago, cuánto le interesa ahondar en el mundo femenino. Las angustias y los traumas que sufre o resiste, que soporta la protagonista son revelados más que expuestos son una sensibilidad poco y nada frecuente en el cine.
Y no solo en el cine argentino.
Milagros Mumenthaler es una artista a la que no hay que perderle el rastro. Su tercera película tiene una salida comercial que permite no buscarla con lupa en la cartelera. Bien vale la pena.
Drama. Argentina/ Suiza, 2025. 104’, SAM 13. De: Milagros Mumenthaler. Con: Isabel Aimé González Solá, Esteban Bigliardi, Jazmín Carballo, Sara Bessio, Ernestina Gatti. Salas: Cinépolis Recoleta, Avellaneda y Luján, Hoyts Unicenter, Showcase Norcenter, Multiplex Belgrano, Atlas Patio Bullrich, Cacodelphia.
Cortesía de Clarín
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