Fuente de la imagen, Theo Welling
- Autor, Sophie Williams
- Título del autor, BBC News, Washington DC
Después de que Kim Visintine acostaba a su hijo en las noches en un hospital de San Luis, Misuri, se dirigía a la biblioteca del hospital, donde se quedaba hasta el amanecer. Estaba decidida a descubrir cómo era que su hijo había se enfermado gravemente con un tumor cerebral poco común con tan solo una semana de vida.
“Los médicos estaban impactados”, cuenta. “Nos dijeron que su enfermedad era única. Otros padres estaban aprendiendo a cambiar pañales, mientras yo estaba aprendiendo a cambiar los puertos de quimioterapia y las vías intravenosas”.
A Zack, el hijo de Kim, le diagnosticaron glioblastoma multiforme. Es un tumor cerebral muy poco común en niños, que normalmente suele presentarse en adultos mayores de 45 años.
Zack recibió quimioterapia, pero los médicos dijeron que no había esperanza de recuperación. Murió con tan solo 6 años.
Años después, las redes sociales y las conversaciones de los vecinos hicieron que Kim empezara a pensar que su hijo no era un caso aislado. Quizás formaba parte de un panorama más amplio que se desarrollaba en su comunidad, en los alrededores de Coldwater Creek.
En esta zona de EE.UU., el temor al cáncer ha llevado a los residentes locales a acusar a las autoridades de no hacer lo suficiente para apoyar a quienes pudieron haber estado expuestos a la radiación debido al desarrollo de la bomba atómica en la década de 1940.
Un programa de compensación diseñado para compensar a algunos estadounidenses que contrajeron enfermedades tras la exposición a la radiación expiró el año pasado, antes de que pudiera extenderse a la zona de San Luis.
Esta Ley de Compensación por Exposición a la Radiación (Reca) proporcionó pagos únicos a personas que pudieron haber desarrollado cáncer u otras enfermedades mientras vivían en zonas donde se realizaron actividades como pruebas de armas atómicas. Pagó US$2.600 millones a más de 41.000 solicitantes antes de su vencimiento en 2024.
Se pagaron compensaciones a vecinos, frecuentemente llamados downwinders, en Arizona, Utah y Nevada, pero no en Nuevo México, donde se realizó la primera prueba nuclear del mundo en 1945.
Una investigación publicada en 2020 por el Instituto Nacional del Cáncer sugirió que cientos de cánceres en la zona no se habrían producido sin la exposición a la radiación.
En San Luis, por su parte, se refinó el uranio que se utilizó para crear la bomba atómica como parte del Proyecto Manhattan.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el químico se vertió cerca del arroyo y se dejó sin cubrir, lo que permitió que los residuos se filtraran por la zona.

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Décadas después, investigadores federales reconocieron un mayor riesgo de cáncer para algunas personas que jugaron en el arroyo de niños, pero añadieron en su informe: “Los aumentos previstos en el número de casos de cáncer por exposición son pequeños, y no existe ningún método para vincular un cáncer en particular con esta exposición”.
La limpieza del arroyo sigue en curso y no se espera que finalice hasta 2038.
Se ha presentado un nuevo proyecto de ley en la Cámara de Representantes, y Josh Hawley, senador estadounidense por Misuri, afirma haber planteado el tema al presidente Donald Trump.
Una comunidad devastada
Cuando Kim hojea su anuario escolar, puede identificar a quienes se han enfermado y a quienes han fallecido. Las cifras son alarmantes.
“Mi esposo no creció en esta zona y me dijo: ‘Kim, esto no es normal. Parece que siempre estamos hablando de que algún amigo tuyo murió o fue a un funeral'”, cuenta.
A pocas calles del arroyo, Karen Nickel creció pasando sus días cerca del agua recogiendo bayas o en el parque cercano jugando al béisbol. Su hermano solía intentar pescar en Coldwater Creek.
“Siempre le digo a la gente que tuvimos la infancia de cuento de hadas que uno esperaría en lo que se considera la América suburbana”, dice Karen. “Grandes jardines, familias numerosas, niños jugando juntos hasta que se encendían las luces de la calle por la noche”.
Pero años después, su infancia despreocupada ahora se ve muy diferente.
“15 personas de la calle donde crecí han muerto de cánceres poco comunes”, dice. Aquí tenemos barrios donde cada casa se ha visto afectada por algún tipo de cáncer o enfermedad. Tenemos calles donde es difícil encontrar una sola casa donde una familia no haya sido afectada por esto.
Cuando la hermana de Karen tenía solo 11 años, los médicos descubrieron que tenía los ovarios cubiertos de quistes. Lo mismo le había ocurrido a su vecina cuando tenía 9 años. La nieta de Karen, de 6 años, nació con una masa en el ovario derecho.

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Karen ayudó a fundar Just Moms STL, un grupo dedicado a proteger a la comunidad de posibles exposiciones futuras que podrían estar relacionadas con el cáncer, y que aboga por la limpieza de la zona.
“Recibimos mensajes a diario de personas que padecen enfermedades y se preguntan si se deben a la exposición”, afirma.
“Se trata de enfermedades muy agresivas que la comunidad está padeciendo, desde cánceres hasta enfermedades autoinmunes”.
Ampliando la compensación

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Al igual que el senador Hawley, Just STL Moms y otros miembros de la comunidad desean que la ley de compensación del gobierno se amplíe para incluir a las personas del área de San Luis, a pesar de que el programa se encuentra en un limbo tras su vencimiento.
Extenderla a la comunidad de Coldwater Creek significaría que se podría ofrecer una compensación a los residentes si pudieran demostrar que sufrieron daños como resultado del Proyecto Manhattan, durante el cual se desarrolló la bomba atómica con la ayuda del procesamiento de uranio en San Luis.
También permitiría realizar pruebas de detección y estudios adicionales sobre enfermedades distintas al cáncer.
En una declaración a la BBC, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) del gobierno estadounidense afirmó que se toma muy en serio las preocupaciones y que ha trabajado activamente con socios federales, estatales y locales, así como con miembros de la comunidad, para comprender sus preocupaciones de salud y garantizar que los miembros de la comunidad no estuvieran expuestos a los desechos de la era del Proyecto Manhattan.
La BBC también se puso en contacto con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU., que lidera la limpieza, pero hasta el momento no ha recibido respuesta a una solicitud de comentarios.
La tendencia de las personas en los alrededores de Coldwater Creek a enfermarse no ha pasado inadvertida para los profesionales de la salud.
El doctor Gautum Agarwal, cirujano oncólogo del hospital Mercy de San Luis, afirma no haber notado ningún “factor estadístico”, pero señala que ha visto a parejas y vecinos sufrir de cáncer.
Ahora, se asegura de que a sus pacientes se les pregunte dónde viven y a qué distancia están de Coldwater Creek.
“Les digo que existe la posibilidad de que haya una relación. Y si sus vecinos o familiares viven cerca, deberíamos hacerles pruebas de detección con más frecuencia. Y quizás deberían hacer que sus hijos se las hagan antes”.
Espera que con el tiempo se adquiera más conocimiento sobre el tema y que se introduzca un estudio sobre pruebas de detección temprana de múltiples cánceres que podrían ayudar a detectar cualquier posible cáncer y tranquilizar a los habitantes de la zona.
Otros expertos tienen una perspectiva diferente sobre los riesgos.

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“Existe la creencia de que muchas personas contraen cáncer, específicamente por la exposición a sustancias químicas durante su estancia junto a Coldwater Creek durante las últimas décadas”, afirma Roger Lewis, profesor del Departamento de Salud Ambiental y Ocupacional de la Universidad de San Luis.
“Pero los datos y estudios no lo indican. Muestran que existe cierto riesgo, pero es pequeño. Esto no significa que no sea significativo en ciertos aspectos, pero es muy limitado”.
El profesor Lewis reconoce el temor en la comunidad y afirma que los residentes se sentirán más seguros si el gobierno es más claro en sus esfuerzos por eliminar cualquier peligro.
Para muchas personas cercanas a Coldwater Creek, hablar con las autoridades no ha logrado aliviar la angustia que conlleva vivir en una zona conocida por el vertido de residuos nucleares.
“En nuestra comunidad, es casi un hecho que, en algún momento, todos esperamos tener algún tipo de cáncer o enfermedad”, afirma Kim Visintine. “Hay casi una apatía dentro de nuestro grupo, y creo que es solo cuestión de tiempo”.

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Cortesía de BBC Noticias
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