
Las imágenes difundidas esta semana de Xi, Putin y Modi fueron inmejorables para recibir a Marco Rubio. Dos semanas después de que Donald Trump se reunió con Putin en Alaska, la visita del presidente ruso de 4 días a China envía una señal inequívoca de sus prioridades. En el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que se ha calificado como “la más grande de su historia”, Xi, Putin y Modi se abrazan y ríen como grandes aliados. La cumbre reunió a sus 26 países miembros, entre los que también se encuentran Pakistán y Vietnam, además de las últimas incorporaciones de Irán y Bielorrusia. Ante los arranques políticos y económicos de Trump, India y Rusia acuden a China para arroparse bajo el discurso de Xi centrado en “solidaridad, desarrollo compartido, cooperación, multilateralismo y confianza”.
El viaje de Putin culmina con otro encuentro en el que participa Corea del Norte, conmemorando el 80 aniversario de la victoria del pueblo chino contra la invasión japonesa de la Segunda Guerra Mundial.
Su participación en el desfile militar y su encuentro con otros líderes regionales adquiere una dimensión aún más compleja con la asistencia del presidente de Corea del Norte. La presencia de Kim Jong-un amplía el alcance del movimiento geopolítico en esta región, evidenciando una mayor consolidación de alianzas y un fortalecimiento de la cooperación entre estos actores.
Para Estados Unidos y Europa, esto representa un desafío adicional a la estabilidad global, y en particular en Ucrania. La alianza entre Rusia, China y Corea del Norte complicará las negociaciones para alcanzar la paz, especialmente si estos países coordinan más acciones que refuercen los intereses de Moscú en el conflicto. Cabe recordar que ambos apoyan abiertamente a Putin, con armamento e incluso con ejército, en el caso de Corea del Norte.
Lo que ha ocurrido en China estas últimas 72 horas pone en cuestión el liderazgo global de Trump en regiones estratégicas del planeta, dado que su arrogancia y políticas unilaterales parecen fortalecer los lazos entre adversarios que, en el fondo, buscan diversificar sus alianzas y reducir su dependencia de Occidente.
En este contexto, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, llega mañana a México para reunirse con la presidenta Claudia Sheinbaum y miembros de su gabinete. La agenda política de MAGA con nuestro país está guiada fundamentalmente por temas como migración y crimen organizado.
Supongo que para Marco Rubio es claro que el gobierno de México es un socio y aliado estratégico, y que la colaboración en temas como la lucha contra el crimen organizado es algo que nos conviene a ambos. Hacerlo con eficacia y resultados requiere de un clima de confianza y respeto que habrá que seguir construyendo.
Cortesía de El Economista
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