6 claves para entender el desarme del PKK en Turquía y los efectos que su desaparición tendrán en la región

Tras cuatro décadas de conflicto con el Estado turco, el proscrito PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) celebró una ceremonia para conmemorar su primer acto simbólico de deposición de armas.

Unos 30 combatientes, hombres y mujeres, depositaron sus armas en un caldero, iniciando un proceso de desarme que se prevé vaya a durar todo el verano.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró que la ceremonia marcaba un “paso importante hacia nuestro objetivo de una Turquía libre de terrorismo”.

Unas 40.000 personas han muerto desde el inicio del conflicto y el PKK está catalogado como grupo terrorista en Turquía, Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido.

Su desarme se dejará sentir no solo en Turquía, sino también en Irak, Siria e Irán.

Una caravana de periodistas y políticos, incluyendo miembros del partido de oposición turco prokurdo Dem, fueron trasladados para presenciar la ceremonia de inicio del desarme en un reconocido punto turístico: la cueva de Jasana, a 50 km al noroeste de la ciudad de Suleymaniyah, en el Kurdistán iraquí.

Los combatientes del PKK, incluidos cuatro altos mandos, se alinearon para depositar sus armas en el pebetero, donde les prendieron fuego.

“Destruimos voluntariamente nuestras armas, ante su presencia, como muestra de buena voluntad y determinación”, declaró el grupo en un comunicado, describiéndolo como un paso histórico y democrático.

A principios de esta semana, Abdullah Öcalan, líder del PKK y quien lleva mucho tiempo en prisión, afirmó que se trataba de “una transición voluntaria de la fase de conflicto armado a la fase de leyes y de políticas democráticas”.

Öcalan ha permanecido en régimen de aislamiento en la pequeña isla prisión de Imrali, al suroeste de Estambul, desde su captura en 1999.

El proceso continuará durante los próximos meses en puntos establecidos con la participación de los gobiernos de Turquía, Irak y el gobierno regional del Kurdistán, según ha podido saber el Servicio turco de la BBC.

Este no es el primer intento de paz entre Turquía y el PKK, pero representa la mayor esperanza hasta la fecha para el fin de la lucha armada que comenzó en 1984.

El Partido de los Trabajadores del Kurdistán fue originalmente un grupo marxista que se alzó en armas exigiendo un estado independiente dentro de Turquía.

En la década de 1990, exigieron una mayor autonomía para los kurdos, que representan aproximadamente el 20% de la población.

Öcalan anunció un alto el fuego en 2013 e instó a las fuerzas del PKK a retirarse de Turquía.

El Acuerdo de Dolmabahçe de 2015 pretendía otorgar derechos democráticos y lingüísticos a los kurdos, pero la frágil tregua se derrumbó en medio de una violencia devastadora, especialmente en las ciudades del sureste que los kurdos dominaban como Diyarbakir.

La fuerza aérea turca atacó bases del PKK en las montañas del norte de Irak. Varias campañas militares también han tenido como objetivo a las fuerzas lideradas por los kurdos en Siria.

El gobierno de Ankara descartó nuevas conversaciones hasta que el PKK depusiera las armas, proceso que ya comenzó.

En octubre de 2024, Devlet Bahceli -un destacado líder nacionalista turco y aliado clave de Erdogan- inició un proceso que el gobierno describió como “Turquía libre de terrorismo”.

Instó al encarcelado líder del PKK a pedir que la organización ilegal se desmovilizara. Esto, según sugirió, podría allanar el camino para su posible liberación de la isla de Imrali.

El gobierno turco inició conversaciones con Öcalan a través del partido prokurdo Dem, y en febrero, el dirigente detenido hizo su histórico llamado a la disolución del PKK, leído por dos diputados del Dem que acababan de regresar de una visita a la isla prisión.

“Todos los grupos deben deponer las armas y el PKK debe disolverse”, decía la carta de Öcalan.

El PKK se formó principalmente porque “los cauces de la política democrática estaban cerrados”, afirmó, pero las señales positivas de Devlet Bahceli y Erdogan habían creado el entorno propicio.

El PKK siguió la propuesta de Öcalan y declaró un alto el fuego. Después declaró que había “cumplido su misión histórica”: la cuestión kurda ahora podía “resolverse mediante la política democrática”.

El presidente Erdogan afirmó que era una “oportunidad para dar un paso histórico hacia la destrucción del muro del terror” y se reunió con políticos prokurdos en abril.

Como fundador del PKK, Öcalan sigue siendo despreciado por muchos turcos, incluso después de 26 años en aislamiento.

Pero a pesar de eso sigue desempeñando un papel importante para los kurdos.

“Creo que realmente tiene esa autoridad; es un símbolo fundamental para muchos kurdos, no para todos”, afirma Joost Jongerden, especialista en el conflicto de 41 años de la Universidad de Wageningen (Países Bajos).

Dos días antes de que el PKK comenzara su desarme, Öcalan apareció en un vídeo por primera vez desde que fue juzgado hace más de 20 años.

Hablando durante siete minutos, se dirigió a esa organización ilegalizada: “Creo en el poder de la política y la paz social, no en las armas. Y les pido que pongan este principio en práctica”.

Öcalan vestía una camiseta tipo polo Lacoste beige. La camiseta se volvió viral rápidamente y los sitios web que la vendían se agotaron. Una muestra de la relevancia que conserva después de décadas en prisión.

La situación se trasladará ahora al parlamento turco en Ankara, donde se creará una comisión para decidir los próximos pasos del gobierno.

Con el receso de verano a la vuelta de la esquina, no se esperan decisiones concretas durante varios meses, cuando los diputados voten sobre las recomendaciones de la comisión y el presidente Erdogan tenga la última palabra.

El destino de Abdullah Öcalan aún no está claro. El gobierno afirma que sus condiciones en prisión podrían revisarse a medida que avance el proceso, pero cualquier posibilidad de liberación se dejará para las últimas etapas.

El Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan ha comenzado a trabajar en una reforma constitucional y se ha especulado que esto significaría que Erdogan podría volver a presentarse a la presidencia cuando finalice su mandato en 2028.

El AKP y el Partido prokurdo Dem niegan cualquier vínculo entre el proceso de paz y la reforma constitucional, pero si Erdogan consigue el apoyo del Dem, tendría muchas más posibilidades de impulsar los cambios.

Erdogan no aparece favorecido en las encuestas, pero su principal rival en la oposición, el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, se encuentra en prisión acusado de corrupción, cargo que él niega.

Y la semana pasada fueron arrestados más alcaldes, en lo que es considerado como una ola represiva contra la oposición.

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