6 de diciembre, la mano que mece la cuna

El país se les está cayendo en pedazos, no hay avances ni logros, el panorama proyecta un futuro desolador, la violencia imparable, la inseguridad creciente, la economía hacia la recesión, la salida de capitales constante, el sistema de salud roto, la educación en estado deplorable, el campo abandonado, las remesas en caída, Pemex y la CFE, dos lastres.

A los vínculos con el crimen organizado que se han venido evidenciando acompaña la corrupción que alcanza niveles jamás vistos, el huachicol fiscal confirmó lo que se advirtió en los seis años de AMLO en Palacio Nacional y dio paso a las otras corruptelas de su familia, amigos, funcionarios y militantes.

Creían tenerlo todo controlado, pero los hechos les tiraron la puesta en escena, empezó Estados Unidos con el contundente “hay vínculos inaceptables entre el gobierno y los cárteles”, a lo que han seguido más señalamientos en la misma tesitura, luego las revelaciones por el contrabando de combustibles que ha salpicado a Andy y a las fuerzas armadas, en especial la Marina y su “control” de las aduanas.

La manifestación del 15 de noviembre fue por el hartazgo, no importa quién convocó, el hecho es que se sintió en un centenar de ciudades en México y otros países, el asesinato de Carlos Manzo fue el aditivo que se necesitaba para las consignas narcoestado y, sobre todo, ¡Fuera Claudia!

Como no asume, nunca ha asumido, Andrés Manuel López Obrador deslizó su reaparición, filtraron que en la FIL se presentará su libro y que a partir de enero saldrá al país como le gusta, en plan de salvador de la causa.

La receta es la misma, las huellas del personaje indelebles. La manifestación del 6 de diciembre solo tiene un eje conductor y emisor: Andrés Manuel López Obrador.

Ni la Generación Z, ni los panistas, ni los priístas, menos los perredistas a pesar de que los revivió Rosa Icela, vaya, ni la derecha internacional o interplanetaria; nada de eso, se trata de un intento por recuperar lo que se les está yendo de las manos.

El anuncio de la manifestación la hizo Claudia Sheinbaum, tres días después del cumpleaños del tabasqueño, quien —se dice— tuvo una reunión privada con miembros de su familia, integrantes del gabinete, que son casi todos, legisladores, dirigentes y militantes.

¿Hubo encuentro con Sheinbaum? Hasta ahora no se tienen pruebas, se dijo que la ocupante de Palacio Nacional pidió una serie de carpetas con los temas más sensibles, emprendió una muy conveniente gira precisamente por el sureste, Campeche primero y Tabasco después.

En la mañanera del lunes 17 hizo saber que habría un festejo para celebrar los logros de eso que ellos llaman la transformación. ¿A partir de qué? Sí, de la llegada de AMLO a la presidencia.

Vale recordar que, a los pocos meses de iniciado el nuevo período presidencial, trascendió el disgusto que tenía porque no se defendían sus logros, las críticas a su legado eran crecientes, obras malhechas, corrupción, la cifra de homicidios más grande de la historia, sus presuntos vínculos con el cártel de Sinaloa, entre otros. Con Sheinbaum a la cabeza tuvieron que salir a cumplir la orden.

Para algunos es la manifestación de la venganza y no les faltaría razón, porque el 15 de noviembre hicieron hasta lo indecible por cerrar el paso al Zócalo, por ningún motivo iban a permitir la foto de la plaza llena, creen que eso les pertenece, que es uno de los sostenes de su patrimonio, como ni idea tienen de gobernar o administrar, recurren a su fortaleza: el acarreo.

Del festejo cumpleañero salió la orden, llenar la Plaza de la Constitución para celebrar lo que se hizo de 2018 a 2024, porque de entonces a la fecha no hay nada nuevo por presumir.

Mientras tanto, el “héroe” muy conocido se está calando el disfraz para salir a rescatar los saldos de su “obra”, él y solo él sabe cómo hacerlo.

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Cortesía de El Economista



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