
La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y manejar las propias emociones, así como de relacionarse de manera empática con los demás. En la infancia, este tipo de habilidades resulta clave para el desarrollo personal, académico y social, ya que permite a los niños adaptarse mejor a distintos entornos y enfrentar desafíos con mayor seguridad.
Existen ciertos hábitos y conductas que suelen distinguir a los niños con un nivel alto de inteligencia emocional:
1.- Expresan lo que sienten con claridad
Los pequeños que desarrollan esta habilidad son capaces de poner en palabras sus emociones, ya sea alegría, tristeza, enojo o frustración. En lugar de reaccionar con berrinches o silencio, buscan comunicar cómo se sienten.
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2.- Escuchan y muestran empatía
Estos niños no solo hablan de lo que piensan, también prestan atención a lo que otros expresan. Suelen ponerse en el lugar de sus compañeros y muestran comprensión hacia las emociones de quienes los rodean.
3.- Reconocen y regulan sus emociones
La autorregulación es una característica central. Ante situaciones de estrés o enojo, logran calmarse más rápido y buscan soluciones en vez de prolongar el conflicto.
4.- Resuelven problemas de manera positiva
Los niños con inteligencia emocional tienden a buscar alternativas para resolver desacuerdos sin recurrir a la violencia física o verbal. Prefieren el diálogo y acuerdos que beneficien a todos.
5.- Tienen mayor tolerancia a la frustración
En lugar de rendirse ante un obstáculo, intentan nuevamente o buscan ayuda. Esta capacidad de perseverar refleja seguridad y confianza en sí mismos.
6.- Cuidan sus relaciones
Dan importancia a la amistad y a la convivencia sana. Procuran mantener vínculos positivos, piden disculpas cuando se equivocan y valoran el respeto mutuo.
7.- Son agradecidos y reconocen logros
Los niños emocionalmente inteligentes suelen mostrar gratitud, tanto por lo que reciben como por los gestos de los demás. Además, celebran los logros propios y los de sus compañeros sin caer en la competencia negativa.
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Fomentar la inteligencia emocional desde la infancia ayuda a que los niños crezcan con mayor resiliencia, autoestima y habilidades sociales. Promover espacios de diálogo, validar sus sentimientos y enseñarles a reconocerlos son pasos fundamentales para que estos hábitos se fortalezcan y se conviertan en herramientas para toda la vida.
BB
Cortesía de El Informador
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