Moldavia declara la alerta energética ante el temor a una interrupción de gas por la ofensiva ucrania en suelo ruso

Hace ya más de dos años que las autoridades de Moldavia observan con gran preocupación la invasión rusa de Ucrania. Pero la incursión militar de las tropas de Kiev en la región rusa de Kursk ha elevado la alerta en esta pequeña antigua república soviética, considerado uno de los países europeos más vulnerables ante el expansionismo ruso. La toma de control por las Fuerzas Armadas de Ucrania de la ciudad de Sudzha, donde se halla la instalación gasística que garantiza la mayor parte de energía eléctrica de Moldavia y el último conducto operativo que transporta gas a Europa a través de Ucrania, ha llevado al Gobierno de Chisináu a declarar el estado de alerta temprana en el mercado del gas.

El pasado jueves, los miembros de la Comisión para Situaciones Excepcionales de Moldavia consideraron que la declaración de alerta energética otorgaría a las instituciones responsables “las herramientas necesarias para seguir su evolución de manera atenta e intervenir rápidamente en caso de suma necesidad”, señaló el Ejecutivo en un comunicado.

La decisión de iniciar el procedimiento se tomó a propuesta del operador del sistema de transporte de gas natural Vestmoldtransgaz tras recibir una notificación de su homólogo ucranio sobre la estación de bombeo de este hidrocarburo situado en Sudzha, una localidad de unos 5.000 habitantes, a unos 60 kilómetros de la central nuclear de Kursk y a menos de un kilómetro de la frontera ucrania, donde se desarrollan intensos combates y decenas de miles de personas ya han sido evacuadas.

Pese al riesgo potencial de suspensión del suministro, el ministro moldavo de Energía, Victor Parlicov, rebajó la tensión al asegurar que no hay riesgo inminente de que se corte el gas, aunque admitió que su ministerio necesitaría tiempo para gestionar la situación en caso de que se suspendiera el abastecimiento. “Hay factores que no dependen de nosotros y que no podemos controlar en las localidades donde se desarrollan operaciones militares. Por eso debemos estar preparados para cualquier escenario”, afirmó Parlicov.

El gas ruso extraído de la ciudad rusa de Sudzha cruza Ucrania hasta la central eléctrica de Cuciurgan (MGRES), una estación energética controlada por Rusia y situada en Transnistria, la región separatista en territorio moldavo de mayoría prorrusa que se proclamó independiente de facto en 1990. A pesar de que las autoridades moldavas han reiterado que este país de Europa del este ya no depende del suministro de gas del gigante Gazprom, indirectamente sí que está supeditado a la empresa rusa por la electricidad que produce esta planta ubicada a orillas del río Dniéster. Hasta el momento, Chisináu no ha hallado la fórmula para sustituir el suministro de otra fuente más segura y barata.

El único precedente de declaración del estado de alerta energético se remonta a octubre de 2022, cuando el consorcio estatal Gazprom redujo cerca de un 30% el volumen de gas entregado a Moldavia. Entonces, las autoridades de Chisináu tomaron medidas como el recorte del tiempo del alumbrado público y recomendaron a la población que racionalizara el consumo eléctrico.

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Las autoridades de Tiráspol, capital del enclave rebelde de Transnistria, anunciaron que las grandes empresas de la región recibirían menos gas, incluida la central eléctrica de Cuciurgan. Chisináu se vio obligado a recurrir al mercado europeo (al de Rumania) para comprar energía eléctrica. Pero su elevado coste, hasta tres veces mayor que el ruso, ha incrementado sustancialmente su dependencia de la central de Transnistria.

Precio muy reducido

En la primavera de 2023, el ministro Parlicov declaró que Moldavia no puede rescindir el contrato de abastecimiento de gas con Gazprom, ya que se utiliza para suministrar energía en Transnistria a un precio muy reducido en comparación con el del mercado europeo.

El año pasado se transportaron más de 14.000 millones de metros cúbicos de gas a través de la estación de Sudzha, según datos de la prensa local, lo que equivale a casi la mitad de toda la exportación rusa de gas a Europa, que se redujo de manera significativa después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022. Este flujo ruso se destina principalmente a países de la UE considerados próximos a Moscú como Hungría. En julio, más de 180 millones de metros cúbicos procedentes de la Federación Rusa entraron en Moldavia desde Ucrania.

En el caso de que se cortara el abastecimiento a través de la estación de Sudzha, Transnistria se quedaría sin gas natural y Chisináu sin electricidad

“Si se interrumpiera este tránsito, la planta MGRES dejaría de funcionar y tendríamos que importar energía de Rumania, pero la más afectada será la región de Transnistria. O bien Gazprom tendría que reorientar urgentemente el suministro de gas hacia el sur, a través de Turkstream [por el mar Negro], si todavía hay espacio en los gasoductos, o bien la región de Transnistria pediría nuestra ayuda para evitar una crisis humanitaria y tendríamos que iniciar el proceso de reintegración”, remarca el experto en materia energética Sergio Tofilat, que puntualiza que “los costes serían bastante elevados”. “En ese caso, necesitaríamos ayuda exterior para gestionarlo”, añade.

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Cortesía de El País



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