No Ministra Batres, la ‘curva de aprendizaje’ se llama carrera judicial

Me refiero, a la reciente publicación que realizó la ministra Lenia Batres en la red social X, donde sustancialmente aduce que con insultos y mentiras han tratado de desacreditar su trabajo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, especialmente al atacar la productividad de su ponencia; porque, dice, debido a la “curva de aprendizaje” aún no ha alcanzado el número neto de resoluciones que tienen las demás ponencias este año.

Es de llamar la atención que la Ministra se duela de que haya “insultos” y “mentiras” en su contra para desacreditarla, cuando es precisamente ella quien ha recorrido el país con entusiasmo calificando de “corruptos” a todos los juzgadores Federales sin pruebas y además de decir que tenía excelentes números de resolución, haya defendido una Reforma judicial, parcial, inconsistente y poco práctica. Pero fuera de la incongruencia que esto lleva en sí mismo, me parece mucho más grave que pretenda justificar su falta de resultados en una supuesta “curva de aprendizaje”; y es que precisamente por eso un juzgador Federal no puede ser cualquier improvisado, sino, por el contrario, una persona estudiosa, conocedora de las raíces del Poder Judicial Federal y de probado conocimiento a través de rigurosos exámenes, pues sólo así se logra evitar que cualquier oportunista pueda ostentar el altísimo honor de ser juzgador Federal. Pero además, no basta conocer las entrañas del Derecho, sus complejas normas de interpretación y, desde luego, los principios y alcances de la Constitución Federal y los Tratados Internacionales para saber con certeza los detalles más finos de cada uno de los delicados asuntos que en esa importante instancia se resuelven.

Es necesaria también además una vasta experiencia. Sí esa que hace que el mejor plomero, lo es, porque dedica su vida a arreglar tuberías o el mejor mecánico que dedica muchas horas reparando coches; es decir, es la vivencia del día a día con lo que amas hacer, en el valioso ejercicio diario de caer y levantarse donde se aprende y se aprende mucho.

Así, una vez más la realidad arroja a la cara de los oficialistas la cruda verdad, tantas veces repetida, ningún aprendiz tiene ni los conocimientos, ni la experiencia para venir a juzgar a sus semejantes en la delicada tarea de proteger los Derechos Humanos de los mexicanos. Este hermoso país no merece ser juzgado por ningún improvisado, sino por el contrario, requiere de juzgadores dignos, de probado conocimiento; que además hayan dedicado años al difícil arte de juzgar y hayan sido evaluados con estricto rasero; y eso no basta, se necesitan personas limpias de conciencia e intención; poseedoras de un nivel cultural, al menos suficiente para comprender su alta responsabilidad y de un nivel moral probado ante el fuego de las tentaciones en la función, donde quede claro que su amor por la justicia no puede ser vulnerado por sus intereses personales. Esto es lo que significa en pocas líneas la carrera judicial en la que se desarrolla la “curva de aprendizaje” que la Ministra pretende obtener en unos cuantos meses en perjuicio de los justiciables que acuden al alto Tribunal, que no son otros más que el pueblo mismo, en el que tanto se escuda.

Cabe agregar que, carecer de este conocimiento y experiencia y pese a ello optar por asumir un cargo para el que no se está preparado, eso sí es el mayor insulto, mentira y corrupción posible.

Concluyo diciendo que es por eso que la votación de jueces y magistrados es mucho más que una ocurrencia, es una aberración, porque nuestra justicia no merece que nadie venga a aprender con los derechos de los mexicanos. Eso es indigno y perverso en cualquier juzgador, pero si se trata de un Ministro del más alto Tribunal de Justicia del país es además muy pero muy preocupante, por decir lo menos.

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