El documental “Jack Whitehall: Fatherhood with My Father” muestra las charlas del exitoso comediante (papá primerizo) con su propio padre, y a veces causan gracia y a veces no

Jack Whitehall dice que no está listo para ser padre. Y lo afirma con gran elocuencia mirando a cámara: “Hasta las plantas se me mueren. Ni siquiera riego las que están junto al grifo. Ahora soy responsable de un ser humano. Qué puta locura”. Así son los minutos iniciales del primerizo en Jack Whitehall: Fatherhood with My Father, la miniserie que acaba de estrenar Netflix.

A lo largo de cuatro episodios de 40 minutos, la producción documental y de comedia explora las semanas previas al nacimiento del primer hijo del inglés y las preguntas que surgen cuando la beba llega a este mundo. En gran parte de la serie, hace ese tour de force acompañado por su padre, quizá la persona menos empática que habita este mundo.

“Hagas lo que hagas, no mires cómo nace”, le aconseja el padre, con quien ya hizo la serie Jack Whitehall: Travels with My Father. Los episodios se detienen en cuatro ejes temáticos o cuestiones que se plantea el actor y comediante: nacimiento, tecnología, supervivencia y longevidad.

Los episodios adoptan por momentos un formato de documental clásico, con Jack y su padre mirando a cámara (su mujer aparece muy poco). Y, en otros, acompaña el recorrido del actor por intentar resolver algunas preguntas que lo abruman.

En uno de los episodios, se compra un “vientre de empatía” -son furor en Inglaterra- para lograr entender a su mujer y se aplica un electroestimulador para sentir, aunque sea un ápice, el dolor del parto. La serie navega no sólo por el formato documental sino también por la comedia. La figura ligeramente perturbada de Jack encuentra en su papá el contrapunto ideal para hacer chistes sobre la brecha generacional y su modo agrio de tomarse la vida a los 83 años.

Jack Whitehall es un coemdiante y presentador de TV británico, que tiene fascinación por contar su vida en cámara.

Quizá el problema de la serie radica en ese formato híbrido, que no termina siendo ni una cosa ni la otra. Jack no arroja preguntas demasiado profundas ni reveladoras sobre el tema. Ni siquiera son cuestionamientos originales, como en su momento hizo Aprile, de Nanni Moretti, con una narración personalísima y con un humor particular sobre la paternidad.

En cuanto al humor de Whitehall, la serie funciona sólo por momentos con chistes efectivos, que causan gracia pero no son suficientes para sostener más de dos horas y media de serie. Al final, después de un rally por la búsqueda de la niñera del futuro -un androide robótico llamado Ameca-, las técnicas de supervivencia en caso de desastre nuclear y las claves para la longevidad, Jack sólo esboza algunas máximas… apenas gastados aforismos sobre el oficio de ser padre.

“Quiero tener una familia exitosa y feliz. Y, si no logro, sentiré que fracasé”, dice en un momento. “Una cosa que el mundo virtual no sustituirá es estar físicamente con nuestra familia. Pero la tecnología puede ayudar a unirnos y compartir tiempo de calidad”, agrega. Y, al final, le da la razón a su padre en aquello de que “mejor una buena vida que una larga vida”.

La serie está protagonizada por Jack y Michael Whitehall, que es autor y productor británico y tien 84 años. Su hijo, 36.La serie está protagonizada por Jack y Michael Whitehall, que es autor y productor británico y tien 84 años. Su hijo, 36.

Los pasos de Jack en su viaje a la paternidad terminan siendo algo soso. Ni tan profundo ni tan divertido como la aventura real de traer alguien a este mundo.

Ficha

Calificación: Regular

Documental Protagonistas: Jack Whitehall y Michael Whitehall Creadores: Kate Townsend y Sam Crack Emisión: Cuatro episodios de 40 minutos en Netflix.

1000 NIÑAS WORLD VISION

Cortesía de Clarín



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