Alejandro Agresti: “Hollywood es un lugar nefasto, que te compra”

Alejandro Agresti vuelve al cine luego de casi diez años con Lo que quisimos ser, una película que dirige y escribe; protagonizada por Eleonora Wexler y Luis Rubio, que se estrenará el 24 de octubre.

Estamos en el año 1998, Beto e Irene acaban de coincidir en un cine de la calle Corrientes viendo una película en blanco y negro, en esas salas que resisten al tiempo y al olvido. Están transitando un pasillo largo y entre afiches de viejos largometrajes empiezan una charla casual, pero interesante. La luz de la gran ciudad de fondo pareciera simular un parto. Algo de eso hay: están naciendo una escritora y un astronauta, aun en ese jueves vulgar.

En este 2024, las imágenes, palabras y silencios sutiles y profundos de Alejandro Agresti tienen mucho que decir y poco que “viralizar”, quizá por eso volvió desde el 2015 (Mecánica Popular, lo último que filmó) a contarnos una historia de amor que es también una de “amor por las historias”.

El director y escritor tiene en su haber una veintena de películas, entre ellas Valentín (2002), La casa del lago (2006-hecha en Hollywood y protagonizada por Sandra Bullock y Keanu Reeves); Buenos Aires Viceversa (1998) y El viento se llevó lo que (1998).

Valorarse con palabras

Alejandro Agresti hizo una película, Alejandro Agresti hizo una película, “Lo que quisimos ser”, en la que tienen mucho valor las palabras. Foto: gentileza Luisina Sordelli

-Volvés a estrenar después de tantos años, justo en un momento donde las palabras no son tan valoradas. Y hacés una historia que es básicamente gente hablando; pero hablando bien, hablando gracioso, hablando bello. ¿Es una declaración de principios?

-Para mi es valorarse. La palabra es valorarse. Todos tenemos adentro un mundo, y dentro de una realidad tan convulsionada como la que vivimos sentimos que nos aplastan. Las palabras de lo que soñamos ser, la construcción de quien queremos ser vienen, un poco a salvarnos de eso.

Yo soy un obsesivo de las palabras. Hace años que me puse a escribir 1500 por día y no escribo 2000, escribo 1500. En los últimos años edité 6 novelas. Es algo que me encanta. No lo hago para publicar, sino porque me gusta. No leo tantas ficciones, sino análisis literario, filosofía, historia.

Por eso quisiera que los que la vean además de emocionarse digan: “Fuck, la salida está en mi”. La salida está en no dejarnos aplastar por esa realidad y tener cada uno su propio cosmos. Creo que no es fácil, que hay situaciones que te pueden hartar y llega un momento en que transás con la realidad y te olvidás de vos mismo. Que no creés en ningún cosmos ni lo podés crear, pero creo que aunque sea intentarlo vale la pena y que por lo menos los actores se lo creyeron.

-¿Por qué te alejaste tanto tiempo de la dirección?

-Me pasaron otras cosas. Edité novelas, me recluí mucho en mi casa de la costa, tuve una hija y pude disfrutar a mi hija de una forma que antes no pude. Y respondiendo tu pregunta, porque extrañaba filmar en bares. Yo vivo en bares y siempre me llamó la atención aquellas personas solitarias. Verlas de lejos y tratar de imaginar qué historias encierran, qué hacen ahí, qué dicen. El asunto es que acá estamos de vuelta y con muchas expectativas.

Alejandro Agresti, entre los actores de Alejandro Agresti, entre los actores de “Lo que quisimos ser”: Luis Rubio y Eleonora Wexler. Foto: gentileza Luisina Sordelli

-La película está ambientada en 1998, varios años antes de las redes sociales. ¿Creés que los protagonistas podrían crear y mantener ese pacto de fantasías e ilusiones en tempos actuales?

-Quizá no, o quizá si, pero en caso de poder no sería un pacto tan profundo. Sería algo mucho más efímero, un poco más trucho. Te tengo que reconocer que eso fue un poco lo que me disparó esta historia. Pero lo de las redes sociales fueron fundamentales, por eso lo ambienté en 1998. Antes de Instagram, Tinder, Facebook. Y notar que hoy en día dos que se conocen van a intentar siempre pintarse un poquito, tratar de mostrarse más como quisieran ser que como son.

Ponele que el tipo es service de televisión, va a decir que es ingeniero electrónico. Y no lo veo mal. Creo que mientras uno le crea al otro y se quiera creer, lo veo bien. Mientras en esos primeros momentos, en los que se está todo construyendo exista esa fantasía, de vivir otra realidad, en la que empiezan a quererse y creerse, me parece que es parte de esa magia. Después la realidad puede atentar con eso.

Con una ayudita de la verdad

Alejandro Agresti tiene grandes hitos en su carrera, como Alejandro Agresti tiene grandes hitos en su carrera, como “Valentín”, “Buenos Aires Viceversa” o “La casa del lago”, que filmó en Hollywood. Foto: gentilez Luisina Sordelli

-En un momento de la historia pareciera que la verdad los va rodeando (o la realidad por fuera del pacto), pero sin embargo ese pacto no puede existir sin algo que es fundamental: el humor y el amor por las palabras ¿Creés que ahí la verdad ayuda a su “mentira”?

-Sin dudas. Porque ella es editora y él trabaja en una librería. Ahí hay algo fundamental en su vínculo que viene de la realidad, que intentan dejar atrás. ¿Viste que la realidad parece que siempre le quiere ganar al pacto? Aparecen como piecitas, discusiones, como ruidos que interfieren, y ellos hacen esfuerzos enormes para mantener ese juego.

-Tan fuerte como las palabras son los silencios y las miradas.

-Hicimos un trabajo enorme en eso. Una cosa que les repetía siempre era que iban a ser dos personas hablando y que las miradas eran fundamentales. Las caras son paisajes. Hay un cine que se llama contemplativo, pero no es contemplar solo paisajes. Yo creo que se han perdido la contemplación de los rostros. Lo que hacen los dos en ese momento, cuando lo veo no hay forma que no me hagan emocionar.

-Y esas miradas están llenas de silencios que dicen mucho.

-Si, claramente. Creo en la importancia de los silencios como parte del mensaje. Es como darle importancia a tu propia frase. Estamos hablando de cuando es muy potente. Y para eso tiene que ser natural, tiene que ser saboreado. Para mí, los silencios son una forma de decir qué amo, pero que tenés que dosificar. Al fin y al cabo, una película es un achicamiento del tiempo, del espacio y de la historia. Y hay películas donde el silencio sólo te dice un choclazo de cosas, es difícil dosificarlo, peor no se puede abusar de ese recurso.

La actriz Eleonora Wexler y el director Alejandro Agresti. La actriz Eleonora Wexler y el director Alejandro Agresti. “Lo que quisimos” se estrena el 24 de octubre. Foto: gentileza Luisina Sordelli

-Incluso en esta lógica que hablábamos antes de Instantaneidades, de gritos, de interrumpir, usar el silencio para hacerse oír llama la atención.

-Es que yo por esas cosas no miro televisión ni noticieros, pero no porque me hago el raro, ni el distinto, sino porque no se puede ver esa cosa de peleas constantes. A mí se me hace imposible entender cómo hay público que le gusta esto. Es como que la gente necesita quilombo para aislarse y no pensar en ella misma.

Hollywood y bajar la velocidad

-Hablando un poco de tu trayectoria y de las buenas historias, pienso en tu participación en Hollywood cuando hiciste “La casa del lago”, en 2006, con Sandra Bullock y Keanu Reeves. Como dejar atrás la velocidad de esa industria y buscar contar una gran historia de amor imposible.

-A veces a uno lo llaman para hacer o reescribir algo y se encuentra con oportunidades. Yo no quiero vivir en Hollywood, es un lugar nefasto, que te compra. No por la película La casa del lago, que la hice con mucho placer y aprendí mucho, pero si te tentás por la Máquina y sos inocente, porque decís “Guau, mirá”, la Máquina te consume y te destruye.

De hecho, lo que está pasando ahora con las denuncias que aparecen por todos lados, pienso “¿tanto tardaron?”. Yo veía esas fiestas, veía cómo te van corrompiendo la mente y el alma. Hollywood es algo que si te dejás atrapar se adueña de vos.

Recuerdo que después de eso me fui a abrir una casa que tenía en Mar de Ajó desde los ’90 , con 5 mil libros y dije “me quedo acá escribiendo”. Conocí a mi mujer, nos enamoramos, ella quedó embarazada y me dediqué a criar mi hija, cosa que con los otros hijos no pude hacer como me hubiese gustado por estar filmando todo el tiempo. Es un gran arrepentimiento mío, de no haber hecho eso antes.

Pero me encantó pasar de ese monstruo de la industria a la sencillez de sólo el mar, leer y escribir. Y les juro que eso vale más que todo lo otro.

Luis Rubio y Alejandro Agresti. El humorista se prueba como actor dramático en Luis Rubio y Alejandro Agresti. El humorista se prueba como actor dramático en “Lo que quisimos ser”. Foto: gentileza Luisina Sordelli

-Hay algo en la sencillez que te inspira más que todo aquello.

-Yo persigo lo naturista. Y creo que el cine perdió lo natural, cada vez más. No soporto que el cine se haya sofisticado tanto engañando. Pienso cuánto me acerco, qué lente cambio, cómo lo tomo, pero es todo natural.

-¿Ahí aparecen las mejores metáforas? ¿En lo natural?

-Absolutamente. Odio los efectos especiales. Solo usé una vez en La casa del lago, porque faltaba algo de nieve en una escena, pero era un detalle. Prefiero otra forma de decir en imágenes. Igual tampoco soy de esos que creen que “una imagen vale más que mil palabras”. A veces, las imágenes cobran sentido en las palabras. Sino todos nos miraríamos y nos enamoraríamos o no.

A veces me preguntan cómo escribís los guiones y yo digo: “Tengo esto, tengo lo otro” y la idea de juntar cosas que pareciera que no tienen nada que ver se transforman en algo nuevo. Esa es la magia, no otra cosa.

Algunas películas atrás

-Cuando hablabas de naturalismo y simpleza no puedo dejar de pensar en “El acto en cuestión” esa película de 1993, en blanco y negro en plena explosión tecnológica de fin de siglo.

-Si, es increíble. Hace poco me decían que esa película está más actual que nunca, porque Miguel Quiroga (el protagonista) piensa que hace desaparecer la Torre Eiffel y no hace desparecer nada. La fuerza del engaño, del espectáculo, de autoconvencerse de que las cosas pasan aunque no pasen. A nivel político está tan anclado en la realidad. No te digo que es proyectar el futuro, pero hay algo que está dentro nuestro, y se ve que tanto no cambiamos en 30 años.

-En “Valentín” de 2002, con Rodrigo Noya, ¿encontraste el actor o el personaje?

-No, ahí encontré al actor. Es una película muy autobiográfica y no era fácil ese papel. Buscamos más de 100 nenes. Hacíamos un casting con una escena en la que Jean Pierre Noher le daba la camisa que había sido de la madre y todos lloraban muy exageradamente. Y Rodrigo se sienta, tenía 7 años, Noher le da la camisa y se queda mirándola por un rato largo, solo mirándola. De hecho, una asistente le quería pasar la letra despacito porque pensó que se había olvidado y él le dice: “Callate, estoy actuando”. Todos callados y él seguía observando la prenda en cada detalle y a los 20 segundos, luego del tempo que él creó y el silencio que yo buscaba, empezó a decir su letra. Un genio. Era él.

Rodrigo Noya en el afiche del filme Rodrigo Noya en el afiche del filme “Valentín”, que Alejandro Agresti estrenó en 2002.

-¿Hay una decisión tuya de contar siempre algo distinto?

-Intento. Si puedo, sí. En el fondo, toda película es un experimento. Incluso, La casa del lago. Trabajar en Hollywood, reescribir la historia, tener todo eso, poder hacer cámara, es un experimento de aprendizaje. Buenos Aires Viceversa también lo fue. Después medio que se acostumbra a la estética, aparece Pizza, birra, faso, y uno ve tendencias, pero en ese momento la gente decía, ¿qué pasa acá?

Después, no todo experimento sirve. A veces te arrepentís, tirás la muestra o en el camino descubrís otra cosa.

-¿El arte es más libre cuando es un experimento?

-Sí, claro, a mí no me gusta. Me fastidian esas películas que saben que va a haber un público, que va a haber tal reacción asegurada, eso me aburre mucho. Ojo, que igual el público puede ser recontra comercial o recontra artístico hay lugar para todo.

Nunca me propuse ser el 10, ni asegurarme un lugar con mis películas. Yo sirvo para hacer, equivocado o no, lo que siento hacer, no tengo una relación con el éxito. Tampoco es que soy de esos tipos que se pelean con el éxito. A mí me gusta que me vaya bien, todos queremos tener éxito, lo que no significa que quiera sólo el éxito de ganar guita.

Para crear, Alejandro Agresti no puede ver televisión, necesita separarse de la realidad. Foto: gentileza Luisina SordelliPara crear, Alejandro Agresti no puede ver televisión, necesita separarse de la realidad. Foto: gentileza Luisina Sordelli

-¿Cómo ves este momento del cine argentino?

-Yo soy una persona bastante alejada de lo político, porque me parece todo mentira y manipulación. Evidentemente, no estamos en un gobierno sensible al arte, pero tampoco lo fueron otros. El otro día le decía a mi mujer que me siento un extranjero de la política. No puedo mirar noticieros, me hacen mal.

Si estoy haciendo una novela o un libreto o creando lo que fuera, sino me separo un poco de la realidad me es imposible. Son demasiadas mentiras y odios. Pero no hablo de un gobierno en particular. Mi ideología siempre va a ser la que tengo de chico, un romántico de izquierda, no puedo hacer oídos sordos a lo que soy. Y realmente cuando pienso en la palabra Justicia, sólo la veo de un lado.

Cortesía de Clarín



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