*Miguel Bonilla López es Magistrado de Circuito del Pleno Regional en Materia Penal y de Trabajo de la región Centro-Norte, en la Ciudad de México.
Hasta hoy, todavía, de los jueces se exige que decidan lo debido en el momento debido y por las razones debidas.
En nombre del derecho que sólo a nosotros incumbía interpretar, dispusimos de la libertad, de los bienes y del honor de los demás; contuvimos el poder de los gobernantes dentro del cauce de la Constitución; cuidamos que la validez de sus leyes fuera lo único exigible a los legisladores.
Como se ve, a nosotros se nos dieron poderes que no tenía ningún otro servidor público.
La mayor parte de nosotros supimos ejercerlos con sabiduría. Nos entrenamos por años para lograr ese equilibrio entre razón y fuerza al que llamamos justicia.
Y, sin embargo, que hiciéramos lo debido no gustó a quienes sólo interesa la fuerza y la adhesión convenenciera.
Ahora, porque es lo debido, declinamos seguir ejerciendo ese poder que nos fue dado, porque bajo las nuevas normas ya no habrá garantía de que sea la razón la que oriente a la fuerza.
Vale la pena recordar estas palabras de Couture: “Haber tenido el fuego en la mano y no haberse quemado; haber tenido el secreto en los labios y haberlo sellado; haber tenido la tentación en el pecho y no haber sucumbido; haber sido sobrio frente a la concupiscencia, humilde ante la sensualidad del poder, virtuoso ante la grandeza; y terminar así, sin desfallecimiento, sin nada que reprocharse, es virtus moriendi, en el antiguo y profundo sentido de los estoicos”. A lo anterior también se le llama dignidad.
Este capítulo ya no va a durar mucho. Se cierra a la mala, por los peores personajes y con las peores razones. Venció la ceguera bruta de los gigantes idiotas.
Pero es un capítulo y nada más. Se abre otro, en el que habrá que extraer de las cenizas esperanza, tesón y claridad de pensamiento. Este es el papel que jugaremos en la segunda parte de esta historia: la del ave mitológica.
Mientras llega ese momento, ahora simplemente hacemos lo debido, en el momento debido y por las razones debidas: declinamos para seguir siendo dignas, para seguir siendo dignos.
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Cortesía de Forbes
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