Horacio Lavandera, un pianista que no le teme al desafío: desde Muchachos de La Mosca al jazz de Gershwin y los clásicos Beethoven y Mozart

Así como hay grupos de rock que solamente tocan sus grandes éxitos, hay pianistas de música clásica que raramente varían de autores u obras en sus conciertos. Horacio Lavandera es una de las pocas excepciones, y a poco de cumplir 40 años sigue encontrando nuevos desafíos musicales.

El año pasado, por ejemplo, abrió nada menos que el Festival Nacional de Folclore de Cosquín junto a Jairo y el guitarrista Juan Falú, tocando canciones como Luna tucumana y Tonada de un viejo amor.

Más sorprendentes aún fueron los videos que subió a su canal de YouTube durante la pandemia, con versiones de temas de Queen, Coldplay, Nirvana, Rage Against The Machine y Limp Bizkit. También Soda Stereo y hasta Muchachos de La Mosca.

Antes, en 2019, tocó con Andrés Ciro un tema de Los Piojos en el Luna Park, Tan solo. Y otra faceta “extracurricular” es su pasión por la música contemporánea de Stockhausen.

Según dijo en alguna entrevista, “YouTube es como mi casa discográfica. Es un ida y vuelta con la gente que me hace muy bien“.

Lavandera ahora volvió a redoblar la apuesta y una vez más dio rienda suelta a un nuevo y exigente desafío: este año salió de gira con un programa compuesto por sus soberbias interpretaciones de Beethoven, Mozart y Mendelssohn, pero también se animó a piezas de George Gershwin y del bandoneonista Dino Saluzzi. Ya tocó por grandes salas de los Estados Unidos y el 16 de noviembre estará en el Teatro Coliseo.

A lo largo de su carrera, Horacio Lavandera no sólo tocó material clásico, sino también tango, jazz, folclore y rock. Foto: Mariana Nedelcu

“La verdad que soy muy poco quieto,” cuenta en una charla con Clarín en un café de Villa Urquiza, cerca de la famosa casa de pianos Breyer, donde hizo las fotos.

“Soy muy curioso y ya estoy trabajando algunas obras de Tránsito Cocomarola, porque me impactó su riqueza y su delicadeza para tratar el chamamé. Me muevo mucho por las emociones, por lo que me impacta como músico. ¡Si tuviera más horas del día investigaría más y trataría de abordar más repertorio! Lamentablemente, sé que me voy a morir y no voy a poder hacer todo lo que tengo ganas de hacer”.

La referencia a la muerte puede sonar algo fuerte para una persona de casi 40 años (cumple en diciembre), pero sin dudas que acusa el impacto de la muerte en plena pandemia de su padre, el baterista y percusionista José María Lavandera, solista en la Orquesta de Tango de Buenos Aires. “Mi padre organizaba todo conmigo”, dirá más adelante.

De Gershwin a Saluzzi

Desde principios de año, Horacio Lavandera viene tocando los célebres “piano rolls” de George Gershwin, y confiesa que le resultó dificílismo lograr el swing de la mano izquierda, tan típico del stride y diametralmente opuesto al mundo de la música clásica.

“No conozco ningún pianista que esté tocando estas transcripciones de los rollos de pianola originales, grabadas entre 1916 y 1927. Hay notas que realmente son de una dificultad superlativa, porque no solamente utilizaba técnicas que se pueden conectar con la música clásica, sino que también utilizaba muchísimas técnicas de los pianistas afroamericanos, algo demencialmente difícil para la mano izquierda. Fue un reto enorme preparar este repertorio y presentarlo en el Carnegie Hall de los Estados Unidos“, cuenta.

El hombre del piano. Horacio Lavandera es un músico curioso y no teme meterse con ningún género si le gusta. Foto: Mariana Nedelcu El hombre del piano. Horacio Lavandera es un músico curioso y no teme meterse con ningún género si le gusta. Foto: Mariana Nedelcu

-Incluir a Gershwin fue un lindo guiño para los estadounidenses, ¿pero qué dijeron del material de Dino Saluzzi?

-Dino tiene un gran reconocimiento en la prensa especializada, a tal punto que uno de los mayores críticos ubicó al álbum que grabamos juntos (Imágenes) entre los mejores 20 discos en 2015. Así que tiene su reconocimiento dentro de personas muy especializadas. Con mi concierto de Coliseo busco que se vaya sumando su nombre dentro del ambiente de la música clásica, y nada mejor que conectarlo con los grandes, porque es un genio.

-¿Cómo surgió el primer contacto con Saluzzi?

-Eso viene de mi padre, que era compañero de Dino Saluzzi cuando tenía 18 años, en la Orquesta del Tango de Buenos Aires, que era un seleccionado de las mayores figuras de la música del tango en ese momento. Años más tarde, en el 2003, mi padre y yo nos encontramos con Dino en el Teatro Colón: yo abría el concierto y luego tocaba él.

Recuerdo que me dijo, “Tengo algo para vos” y empezamos a trabajar. Pasaron diez años hasta la grabación, y otros diez años más tarde lo incluí en el Carnegie Hall. Es una figura crucial para entender la música folclórica, porque toca tres notas con su bandoneón y pinta un paisaje impresionante de lo que es Argentina. Es un punto de referencia ineludible, con una obra tan vasta que incluye a jazzeros, rockeros, música clásica y música electrónica.

-Siempre tiene la esencia del folclore.

-Sí. Lo que él siempre me decía era de buscar la esencia de lo que es la música argentina. Es uno de los grandes referentes. Otro compositor de la historia del piano argentino que justamente trata de buscar la esencia de todos los ritmos del norte en la música es Julián Aguirre, que viajó mucho por Jujuy y Salta para rescatar estos ritmos. Y para Saluzzi es como una herencia directa de su padre y los cantos que escuchaba de toda su gente. Todo esto está plasmado en su pieza.

A mí me lo transmitía y cantaba todo el tiempo, me daba la dirección de cómo se debía hacer, que no tiene nada que ver con lo que está escrito. O sea, el lenguaje escrito no tiene nada que ver con el lenguaje verbal y eso te abre la mente para pensar en que hay que ir encontrándole el punto a cada uno de estos compositores. También me hace pensar en piezas de Frank Schubert y Mozart, cuando retoman algo folclórico de Austria y Alemania para interpretar lo mejor posible este tipo de ritmos.

-¿No hay resistencia del público de música clásica a estas piezas?

-No. De hecho, todas las grandes obras de la música clásica vienen de raíz popular, empezando por el gran trabajo que hizo Martín Lutero de tomar toda la música popular de su época y cambiarle la lengua para llevar a la gente a su credo y lograr muchos adeptos. Es una gran entramado musical que dio lugar luego a que nazca un Beethoven. Ahí empiezan esas investigaciones de cómo vincularse con la música popular.

Horacio Lavandera hará música del genial folclorista Dino Saluzzi, que fue compañero de su padre. Foto: Mariana Nedelcu
Horacio Lavandera hará música del genial folclorista Dino Saluzzi, que fue compañero de su padre. Foto: Mariana Nedelcu

-Y al revés: ¿te intimidó tocar ante el público de Cosquín?

-Acostumbrado a un público de música clásica, de repente estar frente a un público que vive el folclore de una manera sensacional es una vivencia que me lo llevo para siempre para mi corazón. Toqué ahí el año pasado, y antes inauguré el Festival de Cosquín luego de dos años de pandemia, tocando unas versiones mías de Atahualpa Yupanqui y trabajando sobre este vínculo que tuvo casi toda su vida con su compañera (Nenette Pepin Fitzpatrick), que era una gran pianista.

La verdad es que tengo deseos enormes de volver. Y como ahora estoy trabajando algunas piezas de Tránsito Cocomarola, estamos tratando de hacer una entrada en el Festival de Chamamé. Considero que todo esto es de una riqueza enorme para mí.

Su mirada sobre el tango

En el Festival de Tango de 2011, Horacio Lavandera se dio el gusto de plasmar su mirada sobre el quinteto de Piazzolla, que describe como “una creatividad impresionante y un punto culminante en su obra”. Lo convocaron para hacer un concierto y trabajó arduamente en conseguir sus versiones, contando con la mirada de su padre, que estuvo en contacto con los mayores pianistas de tango de la historia, como Horacio Salgán y Carlos García, que era el pianista de la orquesta.

“Igual que lo de Gershwin -ejemplifica- el tango requiere de modos de ejecución que no pueden estar escritos, donde hay una cantidad de gestos en la mano izquierda que es todo un mundo”.

Horacio Lavandera trabaja en canciones de Tránsito Cocomarola, el prócer del chamamé. Foto: Mariana NedelcuHoracio Lavandera trabaja en canciones de Tránsito Cocomarola, el prócer del chamamé. Foto: Mariana Nedelcu

-O sea que por una cuestión u otra, te pasás una gran cantidad de horas por día ensayando.

-Sí. Investigando, ensayando y tratando de ir encontrando en cada una de estas obras mi sonido, y cómo reflejan todas estas ideas de los compositores en mí. Luego trato de volcarlo a un escenario.

-¿Y cuando estás de gira conseguís un lugar con piano para seguir ensayando?

-¡Esa es la pregunta de la logística! Cada concierto es un mundo y cada viaje tiene miles de anécdotas y miles de sorpresas. Hay lugares donde todo está muy desarrollado y es más fácil conseguir pianos para ensayar, mientras que en otros lugares uno tiene que adaptarse a lo que hay.

-¿Cuál es generalmente el ritmo o intensidad de las giras, das un concierto por noche?

-Hubo momentos que tuvieron un ritmo más loco. De estar haciendo un concierto en Madrid, venir a Buenos Aires y al otro día ir a Viena. Y muchas veces hay que estar preparado con programas distintos. Es una cuestión de logística, en definitiva, de cómo se va armando el cronograma.

Es el rock en mi forma de ser

Por más que Horacio haya pasado tantos años de su vida perfeccionando su técnica con maestros como Antonio de Raco y Maurizio Pollini, por una cuestión generacional también estuvo en contacto con el rock.

“Mi padre -cuenta- también tenía un grupo de rock y pop, así que esa música siempre estuvo muy presente. Le comencé a prestar un poco más de atención en la adolescencia, así que para mí todo el sonido del metal fue muy característico”.

-En pandemia incluso subiste versiones de Soda Stereo a YouTube, ¿pero qué llegó del rock a tus conciertos?

-Tengo una colaboración que hice con Pedro Aznar del tema Desarma y sangra, que lo recuerdo como algo bellísimo porque es una pieza muy linda, como Charly García vestido de Schubert y con una poesía brillante.

Y la primera vez que hice algo de rock en público fue nada menos que en el Luna Park con Ciro y Los Persas. Para el año que viene estamos pensando en hacer algo así que sea parte integral de de mi programación. Quiero hacer bueno versiones que tengan mucho que ver con lo que hago, y ver qué pueda aportar desde mi lado de la música clásica.

-A propósito, ¿qué tenés planificado para el año que viene?

-Tengo que ser muy sincero: estoy viviendo muy al presente.

Horacio Lavandera dice que el sonido del heavy metal fue muy característico en su adolescencia. Foto: Mariana Nedelcu Horacio Lavandera dice que el sonido del heavy metal fue muy característico en su adolescencia. Foto: Mariana Nedelcu

-Pero en el mundo de la música clásica van armando el cronograma con mucha anticipación.

-Pero eso ya no es así para mí. Estoy más tranquilo, armando las cosas con una perspectiva artística que sea muy enriquecedora para mí. Es un momento para ver muchas opciones. Por ahora, el Coliseo sería el gran proyecto de cierre de año. Luego vendrán más sorpresas.

-Tal vez el parate de la pandemia te demostró que no hay que correr tanto.

-Claro. Y la muerte de mi padre es crucial en mi vida. Es un antes y un después. Ahora valoro mucho las pausas, los silencios y entiendo que la vida es muy corta y que hay que disfrutar.

Agradecimiento a Casa Breyer, para las fotos.

Cortesía de Clarín



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