Donald Trump, el gran provocador que nunca admite una derrota

Las elecciones del martes entre el expresidente republicano, Donald Trump, y la actual vicepresidenta, Kamala Harris, son las terceras a las que se presenta el magnate inmobiliario, pero son las primeras en las que las encuestas le dan tantas posibilidades de ganar. A sus 78 años, Trump logró reflotar una carrera política que parecía haber llegado a su fin luego de ser derrotado por Joe Biden, en unos comicios que denunció como ilegítimos y que llevaron al violento asalto al Capitolio.

“El aprendiz”

Nacido el 14 de junio de 1946 en el barrio neoyorquino de Queens, Donald John Trump es el cuarto hijo de una familia descendiente de alemanes, dedicada al negocio de bienes raíces. Luego de graduarse como financista en Wharton, el joven Trump tomó el relevo de la inmobiliaria de su padre, Trump Management, dedicada al desarrollo de viviendas de alquiler apuntadas a la clase media, la cual logró reorientar (gracias a un “pequeño préstamo de un millón de dólares” de su padre) hacia un imperio millonario de construcción de hoteles, casinos y otros desarrollos de lujo.

Su carrera política, sin embargo, no puede explicarse sin su paso por la televisión y la farándula, que le dio la fama que luego tradujo en una carrera política. El magnate inmobiliario empezó su traslado a la esfera pública en 1987 al publicar su primer libro, El arte de vender. Para los 90s, Trump ya era reconocible en la cultura popular estadounidense como el dueño del concurso de belleza de “Miss Universo”, entre otras apariciones televisivas.

Con el nuevo milenio su relevancia se expandió, incluso presentando su propio programa, “El aprendiz”, un reality en el que los concursantes pretendían trabajar en su empresa. La vida personal del magnate, por consecuencia, recibió mucha atención pública: sus tres matrimonios le valieron cinco hijos y una cantidad no menor de controversias, entre acusaciones de violencia doméstica, conducta sexual inapropiada y relaciones extramaritales.

Tomados por asalto

Capturado por el deseo de influir en la escena política, el magnate se decidió por el partido rojo tras la elección de Barack Obama, con quien estableció una enemistad feroz. Cuando en 2015 el magnate bajo las escaleras mecánicas doradas de la Torre Trump, en el centro de Manhattan, para anunciar su primera carrera presidencial, hasta el partido republicano lo tomó en broma, pero fue esa imagen de “outsider” la que lo catapultó a la nominación.

El nuevo candidato prometió construir un muro fronterizo con México, recortar programas de asistencia a la salud y reducir impuestos de forma general. Luego de una carrera ajustada con Hillary Clinton, Trump logró ganar las elecciones presidenciales de 2016, gracias a su interpelación de la clase trabajadora local con su eslogan de “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo” (MAGA por sus siglas en inglés).

El choque como herramienta política

Desde su llegada al poder, Trump abrazó el insulto y el enfrentamiento como su marca política, y su término estuvo marcado por un gobierno a golpe de Twitter, descartando toda critica como una “fake news” pero siendo el principal difusor de mentiras. Su cuestionable gestión de la pandemia de covid 19, los disturbios que generaron sus políticas antimigrantes y sus posiciones raciales dinamitaron su imagen de cara a la reelección, que meses antes parecía asegurada, dado su buen desempeño económico.

Esto le costó la elección de 2020, en la que perdió contra el actual presidente, optando por denunciar un fraude electoral en su contra. Aunque los tribunales desecharon todas sus demandas, el candidato republicano aunó a sus seguidores en defensa de su elección, dando como resultado el infame ataque al Capitolio, en un último intento de frenar la transición de poderes.

Resurgir de las cenizas

Contrario a lo esperado, el magnate nunca desapareció de la primera línea de atención, y logró capitalizar el descontento por la elevada inflación durante el gobierno de Biden, utilizando a su favor sus varios conflictos judiciales, incluida la imputación por el asalto al capitolio y la condena por los pagos irregulares a la actriz porno Stormy Daniels, para generar la sensación de una campaña de desprestigio en su contra.

A pesar de todo lo sucedido, el candidato republicano no moderó su retórica: durante la última parte de su campaña insinuó que sería “dictador por un día”, acusó a los migrantes de comerse las mascotas de sus vecinos y no condenó que uno de sus teloneros llamara a Puerto Rico una “isla de basura”. Con la baja de la candidatura de su rival, Trump apuntó a atar a Harris, la nueva candidata, a las fallas de la actual administración.

Con las encuestas mostrando un empate técnico a pesar de la exitosa campaña de Harris, Trump urgió a sus seguidores a participar en las elecciones de este 5 de noviembre, que llamó “la fecha más importante en la historia de nuestro país”.

Cortesía de Página 12



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