En ningún otro lugar de la Tierra hay tantos niños huyendo de la guerra

Fuente de la imagen, JOYCE LIU / BBC

  • Autor, Lyse Doucet
  • Título del autor, BBC News, Kassala

Mahmoud es un adolescente travieso que tiene una sonrisa enorme a pesar de haber perdido los dientes delanteros en un brusco juego de niños.

Es un huérfano sudanés abandonado dos veces y desplazado dos veces en la terrible guerra que vive su país.

Es uno de los casi cinco millones de niños sudaneses que lo han perdido casi todo al ser empujados de un lugar a otro en lo que ahora es la peor crisis humanitaria del planeta.

En ningún otro lugar del mundo hay tantos niños huyendo, tanta gente viviendo con un hambre tan aguda.

Ya se declaró una hambruna en una zona; muchas otras personas subsisten al borde de la inanición sin saber de dónde vendrá su próxima comida.

“Es una crisis invisible”, enfatiza el nuevo jefe humanitario de la ONU, Tom Fletcher.

“25 millones de sudaneses, más de la mitad del país, necesitan ayuda ahora”, añade.

En un momento en el que ocurren demasiadas crisis sin precedentes, en el que las guerras devastadoras en lugares como Gaza y Ucrania dominan la ayuda y la atención del mundo, Fletcher eligió Sudán para su primera misión sobre el terreno con el fin de poner de relieve su difícil situación.

“Esta crisis no es invisible para la ONU, para nuestros trabajadores humanitarios que están en primera línea arriesgando y perdiendo sus vidas para ayudar al pueblo sudanés”, le dijo a la BBC mientras lo acompañamos en su viaje de una semana.

La mayoría de las personas de su equipo que trabajan sobre el terreno también son sudaneses que han perdido sus hogares y sus antiguas vidas en esta brutal lucha por el poder entre el ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).

La primera visita de campo de Fletcher lo llevó al orfanato de Mahmoud, llamado Maygoma, en Kassala, en el este de Sudán, que ahora alberga a casi 100 niños en una escuela de tres pisos en ruinas convertida en refugio.

Vivían con sus cuidadores en la capital, Jartum, hasta que el ejército y las FAR se enfrentaron entre sí en abril de 2023, capturando el orfanato mientras arrastraban a su país a un torbellino de violencia terrible, saqueos sistemáticos y abusos espantosos.

Cuando los combates se extendieron al nuevo refugio de los huérfanos en Wad Madani, en el centro de Sudán, los que sobrevivieron huyeron a Kassala.

Cuando le dije a Mahmoud, de 13 años, que pidiera un deseo, inmediatamente mostró una gran sonrisa desdentada.

“Quiero ser gobernador del estado para poder estar a cargo y reconstruir las casas destruidas”, respondió.

Mahmoud

Fuente de la imagen, JOYCE LIU / BBC

Hambruna

Para los 11 millones de sudaneses que se vieron obligados a desplazarse de un refugio a otro, regresar a lo que queda de sus hogares y reconstruir sus vidas sería el mayor regalo.

Por ahora, incluso encontrar comida para sobrevivir es una batalla diaria.

Y para las agencias de ayuda, incluida la ONU, hacerla llegar es una tarea titánica.

Después de los cuatro días de reuniones de alto nivel de Fletcher en Puerto Sudán, el jefe del ejército, el general Abdel Fattah al-Burhan, anunció en X que había dado permiso a la ONU para establecer más centros de suministro y utilizar otros tres aeropuertos regionales para entregar ayuda.

Algunos de los permisos ya se habían concedido antes, pero otros suponen un paso adelante.

El nuevo anuncio también se produjo cuando el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU obtuvo luz verde para llegar a las comunidades afectadas detrás de las líneas controladas por las FAR, incluido el campamento de Zamzam en Darfur que alberga a alrededor de medio millón de personas y donde recientemente se confirmó la hambruna.

“Llevamos meses trabajando para llegar a estas comunidades”, dice Alex Marianelli, quien dirige las operaciones del PMA en Puerto Sudán.

Detrás de nosotros, en un almacén del PMA, los trabajadores sudaneses cantan mientras cargan camiones con cajas de alimentos que se dirigen a las peores zonas.

Marianelli dice que nunca ha trabajado en un entorno tan difícil y peligroso.

desplazados en Sudán

Fuente de la imagen, JOYCE LIU / BBC

El hambre como arma de guerra

En el seno de la comunidad humanitaria, algunos critican a la ONU, diciendo que tiene las manos atadas al reconocer al general Burhan como gobernante de facto de Sudán.

“El general Burhan y sus autoridades controlan esos puestos de control y el sistema de permisos y acceso”, responde Fletcher.

“Si queremos entrar en esas zonas, tenemos que tratar con ellos”.

Espera que las FAR también pongan a la gente como prioridad.

“Iré a cualquier parte, hablaré con cualquiera, para conseguir que esta ayuda llegue y salve vidas”, añade Fletcher.

En la despiadada guerra de Sudán, todas las partes en conflicto han sido acusadas de utilizar el hambre como arma de guerra.

Lo mismo ocurre con la violencia sexual, que la ONU describe como “una epidemia” en Sudán.

La visita de la ONU coincidió con los “16 días de activismo”, que se conmemoran mundialmente como para de una campaña para poner fin a la violencia de género.

En Puerto Sudán, el acto en un campamento de desplazados, el primero que se instaló cuando estalló la guerra, fue especialmente conmovedor.

“Tenemos que hacerlo mejor, debemos hacerlo mejor”, prometió Fletcher, quien dejó de lado el discurso que había preparado cuando se paró bajo un dosel frente a filas de mujeres y niños sudaneses que aplaudían.

Tom Fletcher, jefe de asuntos humanitarios de la ONU

Fuente de la imagen, Joyce Liu / BBC

“Estamos muy cansados”

Les pregunté a algunas de las mujeres que escuchaban qué pensaban de esta visita.

“Realmente necesitamos ayuda, pero la mayor parte del trabajo debería surgir de los propios sudaneses”, reflexiona Romissa, quien trabaja para un grupo de ayuda local y relata su propio y desgarrador viaje desde Jartum al comienzo de la guerra.

“Este es el momento para que el pueblo sudanés se mantenga unido”.

Los sudaneses han estado tratando de hacer mucho con poco.

En un sencillo refugio de dos habitaciones, una casa segura llamada Shamaa (vela), aporta algo de luz a las vidas de mujeres solteras maltratadas y niños huérfanos.

Su fundadora, Nour Hussein al-Sewaty, conocida como Mama Nour, también comenzó su vida en el orfanato de Maygoma.

También tuvo que huir de Jartum para proteger a quienes estaban a su cuidado. Una mujer que ahora se refugia con ella fue violada antes de la guerra, luego secuestrada y violada nuevamente.

Incluso la formidable Mama Nour está ahora al borde del colapso.

“Estamos muy cansados. Necesitamos ayuda”, declara.

“Queremos oler el aire fresco. Queremos sentir que todavía hay gente en el mundo que se preocupa por nosotros, los habitantes de Sudán”.

Mama Nour

Fuente de la imagen, JOYCE LIU / BBC

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Cortesía de BBC Noticias



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