- Autor, Celia Hatton
- Título del autor, BBC News
La inmigración ha sido durante mucho tiempo un tema polarizante en Occidente, pero Canadá lo evitó en gran medida… hasta ahora.
Con el surgimiento de protestas y grupos de campaña en ciertos sectores, algunos argumentan que la inmigración, junto con la escasez de viviendas y el aumento de los alquileres, contribuyó a la renuncia de Justin Trudeau. ¿Podría la llegada de Donald Trump caldear el clima aún más?
A primera vista, la habitación individual que se ofrece para alquilar en Brampton, Ontario, parece una ganga. Es cierto que apenas hay espacio, pero el precio es de sólo 550 dólares canadienses al mes (cerca de US$370) en un suburbio de Toronto, donde el alquiler mensual promedio de un apartamento de una habitación es de más de US$1.500.
Sin embargo, si se inspecciona más de cerca se ve que es un pequeño baño convertido en dormitorio. Hay un colchón atascado junto al lavabo y el retrete está cerca.
El anuncio, publicado originalmente en Facebook Marketplace, generó cientos de comentarios en línea. “Asqueroso”, escribió un usuario de Reddit. “Hola veinteañeros, están mirando a su futuro”, dice otro.
Pero hay otros listados similares: la imagen de una habitación para alquilar, también en Brampton, muestra una cama contra una escalera en lo que parece ser un área de lavandería.
Otro alquiler en Scarborough, un distrito de Ontario, ofrece una cama doble en la esquina de una cocina.
Si bien Canadá tiene mucho espacio no hay suficientes viviendas y en los últimos tres años los alquileres en todo el país aumentaron casi un 20%, según la consultora inmobiliaria Urbanation.
En total, unos 2,4 millones de familias canadienses están hacinadas en casas que son demasiado pequeñas, necesitan urgentemente reparaciones importantes o se alquilan a precios prohibitivos, según un informe del gobierno publicado en diciembre.
La escasez de alojamiento ha llegado a un punto crítico al mismo tiempo que la inflación golpea duramente a los canadienses, y estas cuestiones a su vez han colocado otro tema en lo más alto de la agenda del país: la inmigración.
Por primera vez la mayoría de los canadienses, que durante mucho tiempo dieron la bienvenida a los inmigrantes, se preguntan cómo sus ciudades podrán dar abasto.
En otros países occidentales ha habido durante mucho tiempo debates polarizados en torno a la inmigración, pero hasta hace poco Canadá había evitado ese tema, tal vez debido a su geografía.
Ahora, sin embargo, parece haber un profundo cambio de actitud.
En 2022 el 27% de los canadienses opinó que llegaban demasiados inmigrantes al país, según una encuesta realizada por la firma de investigación y datos Environics. Para 2024, esa cifra había aumentado al 58%.
También han surgido grupos de campaña y ha habido marchas de protesta contra la inmigración en Ottawa, Calgary, Vancouver y otras partes del país.
“Yo diría que es un tabú, como si nadie hablara de ello”, explica Peter Kratzar, ingeniero de software y fundador de Cost of Living Canada (Costo de vida en Canadá), un grupo de protesta que se formó en 2024.
“Pero las cosas realmente han cambiado.”
Historias como la del baño en Brampton han alimentado ese cambio, sugiere Kratzar: “La gente podría decir que todo esto es evidencia anecdótica, pero casos como ese siguen apareciendo. Se ven una y otra vez”.
“La gente comenzó a preocuparse por cómo se gestiona el sistema de inmigración”, añade Keith Neuman, director ejecutivo de Environics. “Y creemos que es la primera vez que el público realmente piensa en ese tema”.
El otrora niño mimado de la política canadiense, el primer ministro Justin Trudeau, dimitió el 6 de enero durante un año electoral crucial en medio del descontento generalizado por los niveles de inmigración.
Antes de su renuncia los niveles de aprobación de Trudeau eran sólo del 22%, muy lejos del 65% del primer año de su mandato.
Aunque la inmigración no es la razón principal de sus bajos niveles de aprobación ni de su renuncia – él citó “tener que librar batallas internas” – fue acusado de lidiar demasiado tarde con la creciente ansiedad por la inflación y la vivienda que muchos achacan, en parte, a la inmigración.
“Si bien la inmigración podría no haber sido la causa inmediata de la renuncia, puede haber sido la gota que derramó el vaso”, dice el profesor Jonathan Rose, jefe del departamento de estudios políticos de la Universidad Queen en Kingston, Ontario.
Bajo la administración de Trudeau el gobierno canadiense decidió deliberadamente aumentar radicalmente el número de personas que llegaron al país tras la pandemia.
El argumento era que subir las cuotas para estudiantes extranjeros y trabajadores temporales, además de inmigrantes calificados, impulsaría la economía.
La población canadiense, que hace 10 años era de 35 millones, ahora supera los 40 millones.
La inmigración fue responsable de la mayor parte de ese aumento: las cifras de la agencia nacional de estadísticas de Canadá muestran que en 2024 más del 90% del crecimiento demográfico provino de la inmigración.
Además de los niveles generales de migración, el número de refugiados también aumentó. En 2013 hubo 10.365 solicitudes de refugio en Canadá; en 2023, ese número llegó a 143.770.
La insatisfacción de los votantes con la inmigración fue “más un síntoma que una causa” de la caída de Trudeau, sostiene el profesor Rose. “Refleja su percibida incapacidad para leer la opinión pública”.
No está claro quién podría reemplazar a Trudeau dentro de su propio Partido Liberal, pero las encuestas antes de las próximas elecciones favorecen actualmente al Partido Conservador, cuyo líder Pierre Poilievre aboga por mantener la cifra de recién llegados por debajo del número de nuevas viviendas construidas.
Desde que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre Poilievre “ha hablado mucho más sobre inmigración”, afirma el profesor Rose, “tanto, que ese tema se ha grabado en la mente de los votantes”.
Ciertamente, el segundo mandato de Trump echará leña al fuego en un tema ya candente en Canadá, independientemente de quién sea el nuevo primer ministro.
Trump ganó las elecciones estadounidenses en parte por su promesa de hacer deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados. Y desde su victoria ha dicho que utilizará al ejército y declarará una emergencia nacional para cumplir su promesa.
También anunció planes para imponer aranceles del 25% a los productos canadienses a menos que se refuerce la seguridad fronteriza entre ambos países.
Drones, cámaras y vigilancia en la frontera
Canadá y Estados Unidos comparten la frontera sin defensa más larga del mundo.
Con una extensión de casi 9.000 kilómetros, gran parte atraviesa áreas silvestres densamente boscosas y está delimitada por lo que se conoce como “The Slash” (La Barra), un claro de tierra de seis metros de ancho.
A diferencia de la frontera sur de Estados Unidos no hay muros, y esto ha sido durante mucho tiempo un motivo de orgullo entre Ottawa y Washington, una señal de sus estrechos vínculos.
Luego de que Trump asumiera el cargo por primera vez en 2017 el número de pedidos de asilo en Canadá se disparó y miles de personas cruzaron la frontera hacia Canadá.
La cifra de solicitudes pasó de poco menos de 24.000 al año en 2016 a 55.000 en 2018, según el gobierno canadiense. Casi todos los solicitantes cruzaron desde el estado de Nueva York a la provincia canadiense de Quebec.
En 2023 Canadá y Estados Unidos llegaron a un acuerdo fronterizo más estricto que impidió que la mayoría de los migrantes cruzaran la frontera terrestre de un país a otro.
Según el acuerdo, los migrantes que entren en contacto con las autoridades dentro de los 14 días posteriores a cruzar cualquier parte de la frontera hacia Estados Unidos o Canadá, deben regresar al país al que ingresaron primero para poder declarar asilo allí.
El acuerdo, reelaborado por Trudeau y Joe Biden, se basa en la idea de que tanto Estados Unidos como Canadá son países seguros para los solicitantes de asilo.
La fuerza policial nacional canadiense, la Real Policía Montada de Canadá (RCMP por sus siglas en inglés), dijo que ya preparaba un plan de contingencia para un aumento de cruces de migrantes mucho antes de la juramentación de Trump.
El plan incluye una gran cantidad de nuevas tecnologías, desde drones y gafas de visión nocturna hasta cámaras de vigilancia escondidas en el bosque.
“El peor de los casos sería que un gran número de personas cruce la frontera por todas partes”, advirtió en noviembre el portavoz de la RCMP, Charles Poirier.
“Digamos que si tenemos 100 personas por día cruzando la frontera entonces será algo difícil, porque nuestros agentes básicamente tendrán que cubrir enormes distancias para arrestar a todos”.
El gobierno canadiense destinó cerca de US$680 millones para su plan de seguridad fronteriza.
“¡Queremos recuperar nuestro futuro!”
No todo el mundo culpa de la crisis inmobiliaria al reciente aumento de la inmigración.
Es una crisis “que lleva generándose por 30 años” porque los políticos no construyeron viviendas accesibles, argumenta la alcaldesa de Toronto, Olivia Chow.
Sin duda, el país tiene una larga historia de dar la bienvenida a los recién llegados.
“Cerca del 50% de la población de Canadá es primera o segunda generación de inmigrantes“, explica Neuman. “Eso significa que estas personas vinieron de otro país, o que uno o ambos de sus padres lo hicieron. En Toronto y Vancouver el porcentaje es de más del 80%”.
Esto hace de Canadá “un lugar muy diferente a otros países con una población homogénea”, argumenta Chow.
Keith Neuman participa en una encuesta que ha examinado las actitudes hacia los inmigrantes durante 40 años.
“Si preguntas a los canadienses: ¿qué es lo más importante o distintivo de Canadá, o qué hace que el país sea único? La respuesta número uno es ‘multiculturalismo’ o ‘diversidad'”, dice.
Sin embargo, el cambio en la opinión pública -y el aumento de las preocupaciones sobre la inmigración- ha sido “dramático”, agrega.
“Ahora no sólo hay una preocupación pública más amplia, sino también un debate mucho más abierto”, señala. “Hay más preguntas sobre cómo funciona el sistema o por qué no está funcionando”.
Una multitud acudió a una de las protestas en Toronto con carteles pintados a mano, algunos de los cuales proclamaban: “¡Queremos recuperar nuestro futuro!” y “Poner fin a la inmigración masiva”.
“Necesitamos imponer una moratoria a la inmigración”, argumenta Kratzar, cuyo grupo ha participado en algunas de esas protestas. “Necesitamos retardar el proceso hasta que los salarios puedan igualar el costo de los alquileres”.
Las acusaciones contra los inmigrantes también se están extendiendo en redes sociales.
El verano pasado Natasha White, quien se describe a sí misma como residente de Wasaga Beach en Ontario, afirmó en TikTok que algunos inmigrantes cavaron hoyos en la playa y defecaron en ellos.
La publicación tuvo cientos de miles de visitas y generó un torrente de odio contra los extranjeros. Muchas personas reaccionaron diciendo que los inmigrantes deberían “irse a casa”.
Zonas de carpas y refugios colmados
Las personas que entrevisté y que trabajan estrechamente con solicitantes de asilo en Canadá señalan que la preocupación en torno a una mayor seguridad fronteriza está haciendo que los solicitantes de asilo se sientan inquietos y temerosos.
Abdulla Daoud, director ejecutivo del Centro de Refugiados de Montreal, cree que los solicitantes de asilo vulnerables con los que trabaja se sienten señalados por el creciente debate sobre cifras de inmigración desde las elecciones estadounidenses.
“Definitivamente están más ansiosos”, señala. “Creo que llegan y piensan: “¿Seré bienvenido aquí? ¿Estoy en el lugar correcto o no?'”.
Aquellos que esperan quedarse como refugiados no pueden acceder a los servicios oficiales de asentamiento hasta que se decida si realmente necesitan asilo. Este proceso en el pasado tomaba dos semanas, pero ahora puede demorar hasta tres años.
En Toronto se ven zonas con tiendas de campaña para albergar a refugiados recién llegados y bancos de alimentos con estantes vacíos.
A menudo se informa que los refugios para personas sin hogar de la ciudad están colmados. El invierno pasado dos solicitantes de asilo murieron congelados por dormir en las calles de Toronto.
La alcaldesa de la ciudad, Olivia Chow, una inmigrante que se mudó a Canadá desde Hong Kong a los 13 años, dice: “La gente está viendo que, incluso con dos o tres empleos no gana suficiente dinero para pagar el alquiler y alimentar a sus hijos”.
“Entiendo las dificultades de tener una vida que no te permite cubrir tus gastos y el miedo a ser desalojado, lo entiendo absolutamente. Pero culpar de eso al sistema de inmigración es injusto”.
Trudeau: “No logramos el equilibrio adecuado”
Mientras las frustraciones crecían Trudeau anunció un cambio importante en octubre: una reducción del 20% en las metas de inmigración en tres años.
“Cuando salimos de la pandemia, entre abordar las necesidades laborales y mantener el crecimiento demográfico, no logramos el equilibrio adecuado”, admitió.
Trudeau dijo que quería dar tiempo a todos los sectores del gobierno para ponerse al día con las nuevas metas. Pero dado que renunció, ¿son esas medidas suficientes? ¿Y se extenderá hasta Canadá el sentimiento antiinmigrante en EE.UU. durante la presidencia de Trump?
Daoud tiene su propia opinión. “Desafortunadamente creo que la presidencia de Trump tuvo su impacto en la política canadiense“, dice. “Creo que muchos políticos están utilizando esta retórica para infundir miedo”.
Otros están menos convencidos de que la presidencia de Trump tendrá un gran impacto. “Los canadienses somos mejores que eso”, dice Olivia Chow. “Recordamos que las sucesivas oleadas de refugiados ayudaron a crear Toronto y Canadá”.
Los políticos que traten el tema del crecimiento demográfico antes de las próximas elecciones serán conscientes de que la mitad de los canadienses son inmigrantes de primera y segunda generación.
“Si los conservadores ganan las próximas elecciones podemos esperar una reducción de la inmigración”, afirma el profesor Jonathan Rose. Pero añade que Poilievre tendrá que caminar “por una cuerda floja”.
“Dado que los distritos electorales con gran cantidad de inmigrantes en Toronto y Vancouver serán importantes para cualquier victoria electoral, no querrá ser considerado como antiinmigración “, agrega Rose.
Y hay un gran número de canadienses, incluidos líderes empresariales y académicos, que creen que el país debe seguir aumentando el número de inmigrantes para combatir la caída en la tasa de natalidad.
“Realmente tengo grandes esperanzas para los canadienses”, añade Lisa Lalande de la organización Century Initiative, que aboga por políticas que hagan que la población de Canadá aumente a 100 millones para 2100.
“Creo que lo que realmente nos preocupa es la accesibilidad de la vivienda y el costo de vida, no los inmigrantes en sí. Reconocemos que son demasiado importantes para nuestra cultura”.
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Cortesía de BBC Noticias
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