Así como en los últimos años el cine de superhéroes ha estado en boga, durante la década de los 60 el género predilecto que acaparó las pantallas era el western. Durante esta época surgió un joven actor que se posicionó dentro de las grandes figuras del lejano oeste. Su nombre: Clint Eastwood.
Tras inmortalizarse como vaquero en la trilogía del dólar de Sergio Leone, Eastwood tuvo la oportunidad de protagonizar una cinta que terminó por convertirse en otra clásica franquicia. Ahora en el género de drama policiaco, se hizo con el papel de Harry el Sucio.
Bajo la dirección Don Siegel, el filme de 1971 nos presenta a Harry Callahan, un policía de San Francisco conocido por sus poco ortodoxos métodos para combatir el crimen. Si bien la película representó un éxito y fue una nueva etapa para el actor, hubo otro aclamado artista a quien se le ofreció el proyecto. Con los años, se arrepintió de rechazarlo.
Hablamos de nada más y nada menos que John Wayne, también icónico representante del género western. Con Río Bravo, El Dorado y Temple de acero en su filmografía, se convirtió en una leyenda dentro de la industria y consiguió varios premios incluido el Óscar a Mejor Actor en 1969.
“¿Cómo dejé que esto se me escapara entre los dedos?”. De acuerdo con su libro autobiográfico, con estas palabras expresó su remordimiento al pasar por alto la oportunidad participar en el filme. Además, según se recupera en la obra John Wayne: El hombre detrás del mito de Michael Munn, el actor confesó lo siguiente:
“Rechacé Harry el sucio. Lo hice por tres razones muy buenas. La primera es que se la ofrecieron a Frank Sinatra primero, pero se lastimó la mano y no pudo hacerlo. No me gusta que me ofrezcan los rechazos de Sinatra. Eso lo atribuyo al orgullo”.
Arrepentido por haber rechazado el papel, Wayne creó un personaje similar a Harry en McQ y Brannigan. En esta última película, interpreta a un inspector de policía que se embarca en la misión de perseguir a un criminal involucrado en un secuestro con fines de extorsión.
“La segunda razón es que pensé que Harry era un policía corrupto. Lo atribuyo a mi estrechez de miras, porque cuando vi la película me di cuenta de que Harry era el tipo de papel que yo había interpretado con bastante frecuencia: un tipo que vive dentro de la ley pero que rompe las reglas cuando realmente tiene que hacerlo para salvar a otros. La tercera razón es que estaba demasiado ocupado haciendo otras películas”.
Fue así que decidió protagonizar no uno, sino dos dramas policiales urbanos consecutivos: uno ambientado en Estados Unidos y otro en el Reino Unido. A pesar de reconocer que buscó la forma de adaptarse a los nuevos tiempos, ambas películas dejaron en evidencia que Wayne no encajó del todo en el molde del policía malo moderno.
Al final, pareciera que todas las piezas se acomodaron. Incluso Siegel señaló que Wayne no era la opción perfecta para interpretar el personaje de Harry. En concreto por cuestiones atribuidas a su imagen.
“Simplemente era demasiado mayor, y habría objetado muchas de las cosas que Clint hizo porque a Clint nunca le preocupó su imagen. A Wayne sí.”
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Cortesía de Xataka
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