A pocos días de la asunción de Donald Trump como 47° presidente de Estados Unidos el 20 de enero, el próximo gobierno republicano se prepara para implementar medidas como el endurecimiento de políticas migratorias, un mayor respaldo a Israel en la guerra en la Franja de Gaza, esfuerzos para poner fin rápidamente al conflicto entre Rusia y Ucrania, reposicionar al país en su disputa comercial con China y retomar las banderas del negacionismo climático. Joe Biden entregará el mando el 20 de enero en el Capitolio de Washington D.C., donde el magnate jurará junto a su vicepresidente, J.D. Vance.
Deportaciones y economía local
En cuanto al problema de la inmigración, Trump prometió durante su campaña la deportación masiva de millones de personas indocumentadas. Sin embargo, el politólogo dominicano Elvin Calcaño Ortiz, magíster en Teoría Política por la Universidad Complutense de Madrid, señaló a Página/12 que un plan de esa magnitud sería difícil de implementar en la práctica debido a la estructura federal de Estados Unidos y la autonomía de los gobiernos estatales.
Para concretar su política migratoria, Trump necesitaría la colaboración de estados fronterizos como Arizona, Texas, Nuevo México y California. Sin embargo, aquellos gobernados por demócratas no solo se opondrían por razones políticas e ideológicas (como no querer que el magnate tenga un triunfo político), sino también porque una salida masiva de migrantes podría afectar sus economías, aclaró Calcaño Ortiz. “Sacar a todos esos migrantes tiene mucho más de retórica que de algo que él pueda hacer realmente; podrá deportar bastante gente, pero en la proporción que ha dicho es imposible matemática, material y legalmente”, añadió.
Guillermo Ospina Morales, director académico del Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales (CEERI), una ONG argentina dedicada a investigar temas de política nacional e internacional, explicó a este diario que, además de un enfoque proteccionista, algunas de las medidas económicas de Trump a nivel local serán la lucha contra la inflación (que, según el analista, es lo que motivó el apoyo al republicano en las elecciones); la reducción de impuestos; y la reducción del gasto público, a través del Departamento de Eficiencia Gubernamental (a cargo de Elon Musk y Vivek Ramaswamy), que puede impactar en la seguridad social.
Ospina también afirmó que el regreso de Trump a la presidencia significará un retroceso importante en las políticas contra el cambio climático. Según su análisis, esto podría fortalecer a sectores negacionistas en otros países y desincentivar las acciones climáticas, afectando incluso a regiones como Europa y Medio Oriente, donde se están promoviendo transiciones hacia energías renovables. “Al no tener el respaldo de una potencia como Estados Unidos, sin duda esto llevará a un debilitamiento de las políticas climáticas globales”, sostuvo.
Los conflictos en Gaza y Ucrania
En relación con la guerra en la Franja de Gaza, Alejandro Laurnagaray de Urquiza, licenciado en Relaciones Internacionales y docente de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), indicó a este medio que el apoyo de Trump a Israel será más firme que durante la presidencia de Joe Biden, aunque buscará poner fin al conflicto. “Va a intentar, porque es también el mandato que le dio el pueblo norteamericano, que haya un alto al fuego, pero que Israel salga mejor posicionado con los nuevos territorios que va ganando, echando por tierra la solución de los dos estados”, subrayó.
Para Ospina Morales, que el mandatario electo haya dicho esta semana durante una rueda de prensa que estallará un infierno en Medio Oriente si Hamas no libera pronto a los rehenes israelíes, refuerza las posturas más extremistas en Israel, puntualmente sobre la creación de una zona buffer (un área de separación para reducir las tensiones) en el norte de Gaza, con tropas israelíes controlando el territorio.
Sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, Trump prometió durante la campaña presidencial que buscará mediar en el conflicto y ponerle fin en 24 horas. “La mayor preocupación es ese plan de paz que puede impulsar a Rusia a recibir concesiones, lo que incluso podría reflejarse en otros actores que pueden ver una oportunidad para actuar y conquistar varios territorios”, señaló el director del CEERI, quien mencionó como ejemplo el caso de China, en un escenario de mucha tensión en el mar de la China Meridional y particularmente con Taiwán.
Laurnagaray de Urquiza afirmó que el republicano estima que gran parte de la responsabilidad del estallido de la guerra recae en la actitud de Estados Unidos hacia Ucrania y en una visión equivocada que tiene sobre Rusia, al considerarlo un actor más débil o manipulable, cuando en realidad es la primera potencia nuclear. “Trump respeta la postura de Rusia sobre las amenazas a su seguridad nacional, asume una visión de un mundo multipolar y de un equilibrio de poder en Europa del Este”, apuntó.
La guerra comercial con China
Acerca de esa idea de un mundo multipolar, Laurnagaray de Urquiza también destacó a otros actores en crecimiento, como Arabia Saudita y la India, pero principalmente a China, con quien Estados Unidos tiene una disputa comercial. “Estados Unidos necesita reacomodarse porque ya no tiene ni el poder duro ni el poder blando para incidir en todos los asuntos globales como ocurrió durante ese breve periodo unipolar de los años 90”, remarcó el licenciado. “China es una amenaza para la posición de Estados Unidos, por eso Trump buscará triangular en las relaciones con Rusia y con China, para generar vínculos que, si bien serán de competencia, al menos habrá diálogo y se reducirán las amenazas a la seguridad nacional”, precisó.
En este nuevo escenario global, Laurnagaray de Urquiza enumeró lo que denomina como las seis carreras fundamentales que definirán el futuro en la guerra comercial entre Washington y Beijing: la disputa por recursos naturales, los polos terrestres, la carrera armamentista, la competencia por el espacio exterior, la carrera tecnológica y el cambio climático. “Estos son los grandes desafíos que enfrenta Estados Unidos frente a China, que se ha convertido en el principal socio de la gran mayoría de los países del mundo, en el principal exportador mundial, incluso el motor de la economía en el siglo XXI”, aseguró.
Para el caso de Latinoamérica, Calcaño Ortiz mencionó que Trump —quien en los últimos días expresó su deseo de anexar el canal de Panamá, Canadá y Groenlandia— plantea contra China una reedición de la doctrina Monroe. Esta doctrina, propuesta por el presidente estadounidense James Monroe en 1823, sostenía la idea de “América para los americanos”, en rechazo a la intervención europea en los asuntos del continente americano.
“En el marco de un Estados Unidos en declive, con una China que acaba de construir en Perú el puerto de Chancay, donde se espera que se convierta en el punto de distribución de bienes orientados a la exportación en América Latina más importante, Trump trata de revivir esta visión de ‘América para los americanos’ con el objetivo de quitarle posiciones a China, donde ya hay países de América Latina, como Perú o Chile, que tienen un comercio más grande con el país asiatico que con Estados Unidos”, detalló el analista.
Calcaño Ortiz distingue que, actualmente, en América Latina existen dos tipos de izquierdas en el poder: una más progresista, representada por líderes como Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile y Claudia Sheinbaum en México, y otra más revolucionaria, como la de Venezuela, Nicaragua y Cuba. En cuanto a la relación de Trump con estos países, el politólogo dominicano indicó que se espera que sea principalmente distante y potencialmente confrontativa.
Sin embargo, remarcó que, a pesar de problemas como el fentanilo, el tráfico de drogas y la migración, la relación con México será pragmática, ya que millones de empleos en Estados Unidos dependen del comercio con México, que, junto con Canadá, constituye el mayor comercio fronterizo del mundo. Además, existe una gran presencia de mexicanos y norteamericanos en ambos países, señaló.
Cortesía de Página 12
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