Pepe, de mascota de Pablo Escobar a símbolo cimarrón

A pesar de los años, el fantasma de Pablo Escobar –del narcotráfico– hace estragos en Colombia. Y esto es así no solo porque el capo se haya convertido en un emblema cultural para ciertos sectores de la sociedad, sino porque sus caprichos de nuevo rico lo llevaron a implantar en el país varias especies exóticas, entre ellas la del hipopótamo. El asunto es sencillo: los animales son el resultado del hábitat, del paisaje. Cuando alguno es implantado en un ambiente que no es el suyo, todo el ecosistema se viene abajo. Pensemos en un ejemplo que aunque imperfecto da una idea del asunto: si se mete un futbolista a una cancha de tenis lo más probable es que el juego pierda en todos los sentidos.

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La tragedia ambiental de los hipopótamos en Colombia está encarnada por Pepe, un macho que en 2009 fue sacrificado por militares colombianos. Su historia y la carga simbólica que tiene está contada en el documental Pepe, del dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias, que desde mediados de enero está disponible en el catálogo de Mubi. EL COLOMBIANO habló con el cineasta.

Hablemos de la relación simbólica entre el hipopótamo y los problemas ambientales actuales…

“Bueno, yo realmente no me meto con ese tema, pero sí es cierto que hay una lectura de la película en ese sentido. Sin embargo, los temas con los que realmente me involucro en la película son otros: sumar esta historia de los hipopótamos y relacionarla con la migración histórica entre África y América, y lo que conlleva esa relación fundacional de nuestros pueblos coloniales y poscoloniales. En ese contexto, surgen la nominación de raza, los privilegios basados en la raza, la división de personas, la otredad. Esta figura, como bien destacó Fanon, del opresor y el oprimido, me parece la única dicotomía válida hoy en día, a pesar de que debemos huir del pensamiento dicotómico.

En este marco, autores como Rita Segato, Aníbal Quijano o Enrique Dussel hablan de la colonialidad, no solo del poder, sino también de la naturaleza, de los entendimientos científicos, de las formaciones subjetivas. Estas ideas son transversales a los problemas de la humanidad, ya sean de género o de naturaleza. Por ello, aunque estos temas se pueden derivar hacia los problemas ecológicos que representan los hipopótamos en Colombia, en honor a la verdad, no es un enfoque directo en mi trabajo”.

Partiendo del tema del desplazamiento que menciona, tanto humano como animal, la historia reflejan una clara conexión entre crisis ambiental y conflictos sociales…

“La historia de América está llena de desplazamientos. Si ponemos el contexto de Pepe en uno histórico de hace 400 años, Pepe podría ser un cimarrón, ese negro que escapa y forma comunidades en los palenques. El desplazamiento por violencia no solo ocurre en el conflicto armado colombiano, también en las dictaduras que vivimos, orquestadas y apoyadas por Estados Unidos en nuestros países.

En República Dominicana, por ejemplo, tras las ocupaciones norteamericanas de 1916, se apoyó a Trujillo, una de las dictaduras más sangrientas que cometió un genocidio al pueblo haitiano. Luego, en 1965, la ocupación con 42,000 marines instaló otro gobierno autoritario, causando desplazamientos, desapariciones y asesinatos. Esta historia de desplazamientos se repite en América y en el Medio Oriente. Así que, cuando hablamos de desplazamientos, tanto humanos como animales, es difícil desvincularlos de estos contextos históricos de violencia”.

Desde el punto de vista ambiental, ¿qué buscó transmitir con las escenas que retratan la interacción entre los humanos y la naturaleza?

“Creo que esa interacción está basada en el desconocimiento. El ser humano también es un animal, pero a menudo lo excluimos cuando hablamos de fauna y flora. En realidad, es un factor fundamental porque dirige, rige y coloniza la naturaleza. En la película se muestra esa observación mutua entre el ser humano y el animal, una relación que siempre comienza con una duda: ¿me va a matar o no? ¿Qué va a pasar?

Esa coexistencia, ese entendimiento entre ambos, me parece clave. Aunque el enfoque ambientalista no fue mi intención principal, esta relación entre los seres vivos sí está presente como parte de la narrativa”.

Pepe combina elementos de ficción y documental. ¿Qué rol juega este enfoque híbrido para abordar temas complejos como el cambio climático o la explotación de recursos naturales?

“No pienso en lo documental y la ficción como partes separadas. El cine, como arte de articular imágenes y sonido, debe hacer un comentario. En mis películas, no solo en Pepe, busco poner en relación distintas estéticas de la imagen. Esas relaciones permiten abordar temas complejos desde una perspectiva que va más allá de categorías preestablecidas”.

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¿Qué papel juega el cine en la creación de conciencia sobre los problemas ambientales, y cómo cree que Pepe puede contribuir a ese diálogo global?

“No lo sé exactamente. Pepe cuestiona los lenguajes hegemónicos e invita a nuevas nomenclaturas del lenguaje. Creo que necesitamos construir nuevas articulaciones para entendernos y crear subjetividades diferentes. Hoy, ni siquiera las pruebas de algo parecen valer frente al poder y la impunidad. Por eso tengo fe en que el arte y el cine ayuden a construir nuevas formas de vocabulario, que permitan entender y transformar nuestra realidad. Esa es mi batalla: la producción de subjetividades. Otros tendrán sus campos de batalla, pero ese es el mío”.

Cortesía de El Colombiano



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