Christopher Landau, próximo número dos del Departamento de Estado, es por estas horas el principal vinculo que han generado el canciller Juan Ramón De la Fuente y el encargado para Norteamérica Roberto Velasco en el gabinete de Donald Trump.
Según fuentes diplomáticas, en las últimas comunicaciones Landau se ha mostrado receptivo y pragmático y el objetivo del Gobierno es que el exembajador en la Ciudad de México pueda moderar los arrebatos más inquietantes del próximo ocupante del Ala Oeste.
Landau, además de tener la confianza de Rubio, accede al primer círculo de Trump lo cual puede ser más valioso que estar expuesto al ánimo del presidente electo. Tiene además una relación muy estrecha con las agencias de seguridad del país vecino, especialmente la DEA, un nexo que forjó durante su paso por la embajada de Reforma.
En Palacio Nacional se espera que ya desde esta semana Trump firme ordenes ejecutivas que tengan que ver con México en temas comerciales y de migración. El magnate ya tendría redactadas 100 órdenes que solo requieren de su firma.
La principal inquietud en el gabinete de Sheinbaum es que, a diferencia del 2016, Trump llega a la Casa Blanca en cuestión de horas y la comunicación con el gobierno mexicano ha sido muy reducida y afincada esencialmente en cuestiones de seguridad. Sobre la migración y los aranceles es muy poco lo que se conoce de las verdaderas intenciones y capacidades de la otra parte.
También existen dudas sobre cuál debe ser la estrategia para manejar la relación. En la Cancillería señalan que la cercanía, como intentó Justin Trudeau, con cena en Mar-A-Lago incluida, parece no ser la formula. Pero al mismo tiempo, responder cada dicho de Trump con firmeza como ha hecho Sheinbaum tampoco estaría alcanzando para construir un línea de diálogo.
Un dato que gana cierto optimismo: en el entorno presidencial cuentan que las veces que Sheinbaum ha hablado por teléfono con Trump el tono del republicano es más moderado, cercano y constructivo de lo que se observa en público.
Landau, por su parte, ha señalado la semana pasada en diversas reuniones que Trump no tendrá demasiadas consideraciones por el Congreso y que esto ya fue aceptado por un grupo importante de senadores de su partido.
En materia migratoria, por ejemplo, Trump pretende expulsar de Estados Unidos a millones de personas, pero en su primer mandato de cuatro años apenas consiguió deportar 1.5 millones. En esta segunda estadía en Washington, el republicano ahora utilizaría a las fuerzas armadas y a contratistas privados para acelerar sus planes que tendrían impacto directo en el norte de México.
El presidente electo también buscaría aplicar aranceles a ciertos productos fabricados en México como un mecanismo de presión inicial para que el Gobierno reduzca drásticamente la presencia de los negocios chinos en el país.
Cortesía de La Política Online
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