Ella –la reina de la salsa, del sabor y de la rumba– nació en La Habana, Cuba, el 21 de octubre de 1925, bajo el nombre de Celia Caridad Cruz y Alfonso. Sin ella –y sin el trío Matamoros, Daniel Santos y La Sonora Matancera– las músicas del Caribe no tendrían el reconocimiento actual, al punto de que se han convertido en sinónimo del continente americano desde México hasta la Patagonia.
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Él –el rey del Rock and roll, la cadera más salvaje de los gringos– vino al mundo el 8 de enero de 1935, en Tupelo, Estados Unidos, con nombre Elvis Aron Presley. Sin su voz y su magnetismo los sonidos afroamericanos habrían tardado más en mezclarse con la industria musical occidental y tal vez no se habría ocasionado ese hito cultural que fue el rock.
De él dijo Johnny Cash que estaba tocado por un talento eléctrico. En cualquier escenario –sobre todo en sus años de esplendor– Elvis era un ciclón que dejaba a los públicos perplejos, con la certeza de haber visto algo que difícilmente la historia dejaría pasar por alto. De ella dijeron los críticos que fue la mujer más cubana y la cubana más universal, a pesar del exilio impuesto por el régimen de los Castro. Celia fue la voz emblema de dos agrupaciones míticas: la Sonora Matancera y La Fania. Su voz acompañó las pachangas de al menos cuatro generaciones de Latinoamericanos.
Si las cosas fueran simples, diríamos que ella fue de derechas. Al menos fue una de las figuras más visibles de los desterrados de la dictadura cubana, que desde 1961 le prohibió la entrada a la isla, a la que no volvió ni siquiera para el entierro de su madre. Tal vez con él las cosas sean más claras: se enroló en el ejército de los Estados Unidos, pocos años antes de que Bob Dylan, Muhammad Ali y compañía separarán por muchos años a los artistas de los representantes del poder.
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De hecho, en una de sus fotos más famosas, Elvis estrecha la mano del presidente de Estados Unidos Richard Nixon, el polémico protagonista del Watergate.
En todo caso, el mundo celebra ambas efemérides. Gracias a ella la gente todavía azota baldosa con la sabrosura de La vida es un carnaval, Bemba colorá, La negra tiene tumbao y Que le den candela. Y por él los oyentes se estremecen con Can’t Help Falling in Love, Jailhouse Rock, Burning love e In the Ghetto. ¡Vivan los reyes!
Cortesía de El Colombiano
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