Un sorprendente hallazgo en Sudáfrica confirma que el ‘Australopithecus’ hace 3 millones de años apenas comía carne y aporta nuevas pistas sobre su evolución

La imagen del ser humano como un cazador y consumidor habitual de carne ha sido una idea profundamente arraigada en la narrativa de nuestra evolución. Sin embargo, investigaciones realizadas en el icónico sitio de Sterkfontein, en Sudáfrica, arrojaron resultados sorprendentes sobre la dieta de uno de los ancestros más antiguos del género humano: el Australopithecus. Contrario a lo que se asumía durante mucho tiempo, este homínido, que vivió hace más de tres millones de años, basaba su alimentación en plantas y apenas consumía carne, si es que lo hacía. Este hallazgo no solo desafía las hipótesis tradicionales sobre la evolución temprana, sino que también invita a replantear cómo nuestros ancestros primitivos interactuaban con su entorno y qué factores impulsaron el desarrollo de características humanas clave.

El hallazgo que cambió nuestra percepción sobre el Australopithecus

Los fósiles de Australopithecus encontrados en Sterkfontein han sido objeto de estudio durante décadas, pero fue gracias a un innovador análisis de isótopos en el esmalte dental que los científicos pudieron reconstruir con mayor precisión su dieta. Este método permitió identificar los restos químicos asociados con los alimentos consumidos durante la vida de estos homínidos, desvelando que su posición en la cadena alimenticia se asemejaba más a la de los herbívoros contemporáneos que a la de los depredadores.

El esmalte dental, la sustancia más resistente del cuerpo de los mamíferos, es una cápsula del tiempo que conserva información crucial durante millones de años. Al analizar la proporción de isótopos de nitrógeno en los dientes de varios individuos, los investigadores encontraron que los niveles eran consistentemente bajos, similares a los de animales que se alimentan exclusivamente de plantas. Esto marcó un fuerte contraste con los valores encontrados en carnívoros del mismo período.

Uno de los dientes pertenecientes a siete individuos de Australopithecus fue perforado para extraer una pequeña muestra de esmalte dental, con el objetivo de buscar indicios sobre si incluían carne en su dieta
Uno de los dientes pertenecientes a siete individuos de Australopithecus fue perforado para extraer una pequeña muestra de esmalte dental, con el objetivo de buscar indicios sobre si incluían carne en su dieta. Foto: Tina Lüdecke

Este descubrimiento llevó a la conclusión de que el Australopithecus, pese a su capacidad de adaptación a entornos diversos, no incluía regularmente carne de mamíferos en su dieta. Esto no significa que nunca consumiera proteínas animales, ya que podrían haber obtenido nutrientes de fuentes como insectos, huevos o incluso termitas. Sin embargo, el consumo de carne no era un componente significativo de su alimentación, desmontando así la idea de que estos ancestros fueran cazadores activos.

¿Cómo sobrevivía el Australopithecus sin carne?

La dieta de estos homínidos refleja una extraordinaria capacidad de adaptación al entorno. Vivían en paisajes variados, que incluían sabanas abiertas y zonas boscosas, donde podían recolectar frutos, hojas, tubérculos y semillas. Esta diversidad alimentaria les permitió prosperar durante largos períodos de cambios climáticos y ambientales, cuando otras especies menos flexibles desaparecieron.

El hecho de que el Australopithecus no dependiera de una dieta rica en proteínas animales también sugiere que los cambios evolutivos cruciales, como el bipedalismo y el uso temprano de herramientas, pudieron haberse desarrollado en un contexto donde las fuentes de energía no estaban centradas en la carne. Esto rompe con la idea de que el consumo regular de carne fue un factor esencial en la evolución temprana del género humano, al menos durante esta etapa.

Aunque se han encontrado herramientas de piedra y huesos con marcas de corte en contextos similares, estos hallazgos corresponden probablemente a una etapa posterior de la evolución humana. El uso de herramientas no necesariamente implicaba un consumo regular de carne, sino que podría haber estado asociado con otras actividades, como la recolección de alimentos o la defensa contra depredadores.

El yacimiento de Sterkfontein, en Sudáfrica, contiene sedimentos rojizos donde se hallaron fósiles de Australopithecus que fueron clave en este estudio para reconstruir su dieta ancestral
El yacimiento de Sterkfontein, en Sudáfrica, contiene sedimentos rojizos donde se hallaron fósiles de Australopithecus que fueron clave en este estudio para reconstruir su dieta ancestral. Foto: Dominic Stratford

¿Cuándo apareció realmente el consumo regular de carne en la evolución humana?

El estudio del Australopithecus abre nuevas preguntas sobre el momento en que la carne se convirtió en un alimento habitual para nuestros ancestros. Hasta ahora, la hipótesis más aceptada ha sido que el consumo de carne y otros alimentos ricos en proteínas desempeñó un papel fundamental en el aumento del tamaño del cerebro humano, un cambio que marcó un punto de inflexión en la evolución. Sin embargo, esta investigación sugiere que dicho cambio pudo haber ocurrido mucho más tarde, posiblemente con el surgimiento de Homo habilis o incluso Homo erectus.

En contraste con el este grupo, estos grupos posteriores mostraron un comportamiento más claramente asociado con la caza y el uso de herramientas avanzadas para procesar carne. Además, el consumo de carne pudo haber coincidido con un aumento en la cooperación social, ya que cazar animales grandes requería un esfuerzo colectivo. Sin embargo, antes de que esto ocurriera, nuestros ancestros parecían haber sobrevivido y prosperado con dietas basadas principalmente en plantas.

Un avance en la arqueología de la alimentación

La técnica empleada en este estudio representa un avance significativo en el análisis de las dietas de especies extintas. Hasta hace poco, el análisis de isótopos de nitrógeno estaba limitado a materiales orgánicos relativamente jóvenes, como huesos y pelos de menos de 100.000 años de antigüedad. La posibilidad de aplicarlo ahora a dientes fosilizados que datan de millones de años abre nuevas oportunidades para entender cómo vivían nuestros ancestros y qué comían.

Este tipo de investigaciones no solo aporta información sobre la dieta de los homínidos, sino que también ayuda a contextualizar su comportamiento, su entorno y su capacidad de adaptación. Cada avance en este campo nos acerca un poco más a comprender cómo nuestros antepasados navegaron por un mundo cambiante y qué estrategias utilizaron para garantizar su supervivencia.

El descubrimiento en Sterkfontein es un recordatorio de que la evolución humana no siguió un camino lineal ni predeterminado. Más bien, fue una serie de adaptaciones complejas y diversificadas que permitieron a distintas especies prosperar en condiciones desafiantes.

Referencias

  • Tina Lüdecke et al. 2025. Australopithecus at Sterkfontein did not consume substantial mammalian meat. Science 387 (6731): 309-314; DOI: 10.1126/science.adq7315

Cortesía de Muy Interesante



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