- Autor, David Robson
- Título del autor, BBC Future
Cualquiera que padezca insomnio conoce la impaciencia y la frustración que aparece mientras se lucha por apagar la cabeza y silenciar las voces interiores. Desearías tener un botón que pueda apagar instantáneamente toda esa actividad mental.
La idea de un regulador de intensidad mental no es tan descabellada como podría parecer. La mayoría de los neurocientíficos coinciden en que nuestro estado de vigilia existe en una especie de continuo.
Está coordinado por una red compleja de regiones cerebrales, en cuyo centro se encuentra un pequeño conjunto de neuronas conocido como “locus coeruleus”, que en latín significa “punto azul”.
Se trata de una descripción literal: las neuronas del locus coeruleus están teñidas del color del zafiro debido a un neurotransmisor en particular, la noradrenalina. Esto también nos da una pista sobre la función del punto azul, ya que la noradrenalina controla nuestra activación fisiológica y psicológica.
Durante mucho tiempo, los científicos asumieron que el locus coeruleus permanecía inactivo durante el sueño, pero cada vez está más claro que esto no ocurre y que presenta niveles bajos de actividad intermitente que pueden regular la profundidad de nuestro sueño.
Una mejor comprensión de este proceso podría ayudar a tratar las alteraciones del sueño asociadas a trastornos como la ansiedad.
El sistema de engranajes del cerebro
El locus coeruleus se encuentra en el tronco encefálico, justo encima de la nuca, y contiene alrededor de 50.000 células, una pequeña porción de los 86.000 millones de neuronas que hay en el sistema nervioso central promedio.
El médico de María Antonieta, Félix Vicq d’Azyr, fue el primero en notar su existencia a fines del siglo XVIII, pero durante mucho tiempo no logró atraer más atención.
Esto empezó a cambiar en el siglo XX, cuando se hizo evidente que el pigmento azul del locus coeruleus desempeñaba un papel clave en la señalización cerebral.
La norepinefrina (también conocida como noradrenalina) aumenta la probabilidad de que una neurona se active con una corriente eléctrica.
Cuando se activan, las células del locus coeruleus pasan haces de este neurotransmisor a lo largo de sus proyecciones a otras regiones del cerebro, mejorando la comunicación entre las neuronas de esa zona.
Este proceso tiene matices. Dependiendo de los tipos de receptores que tengan, algunas neuronas son más sensibles a cantidades más pequeñas de noradrenalina, mientras que otras solo responden a umbrales más altos.
Esto significa que, a medida que aumenta la actividad del locus coeruleus, comenzará a afectar a algunas áreas del cerebro más que a otras, lo que puede tener efectos dramáticos en aspectos como el enfoque, la concentración y la creatividad.
En su libro ‘Hyperefficient: Optimize Your Brain to Transform the Way You Work’ (Hipereficiente: Optimice su cerebro para transformar su manera de trabajar), la investigadora en neurociencia y escritora Mithu Storoni describe el locus coeruleus y su control sobre la señalización de la noradrenalina como la caja de cambios del cerebro, con diferentes modos que se adaptan mejor a determinados tipos de actividades.
Marcha 1 : actividad muy suave en el punto azul. Los bajos niveles de noradrenalina hacen que nuestra atención sea difusa y que nuestra mente divague de un pensamiento a otro.
Marcha 2 : activación moderada en el punto azul, acompañada de picos ocasionales en respuesta a los estímulos más relevantes. La corteza prefrontal, que está involucrada en el autocontrol y el pensamiento abstracto, es más sensible a esta concentración de noradrenalina.
En este estado cerebral, es posible que nos resulte más fácil mantener la concentración en tareas intelectuales.
Marcha 3: activación constante y alta del punto azul, que libera altos niveles de noradrenalina. Esto comienza a desencadenar la actividad en las regiones cerebrales asociadas con la “respuesta de lucha o huida”, mientras que la corteza prefrontal comienza a apagarse.
Gracias a la mayor comunicación entre neuronas, eres extremadamente sensible a tu entorno, pero puede resultar difícil separar la señal del ruido. Se vuelve más difícil concentrarse y puedes comenzar a sentirte abrumado.
Muchos factores diferentes determinan en qué marcha nos encontramos, incluida la hora del día, ya que la actividad del punto azul cambia con nuestro ritmo circadiano. Suele ser baja cuando nos despertamos, aumenta durante el día y disminuye por la noche.
Vigilancia nocturna
Teniendo en cuenta el papel que desempeña el punto azul en la excitación, tiene sentido que esté más silencioso durante la noche, durante el sueño. Sin embargo, no es totalmente silencioso, sino que se activa esporádicamente.
Una investigación reciente de Anita Lüthi en la Universidad de Lausana (Suiza) sugiere que esta actividad puede determinar la calidad de nuestro sueño.
A lo largo de la noche, alternamos entre diferentes etapas del sueño. Existe el sueño de la fase REM “movimientos oculares rápidos”, que como sugiere su nombre, se caracteriza por el parpadeo de nuestros globos oculares.
Se asocia con sueños vívidos y se cree que es crucial para procesar y consolidar recuerdos. Sin embargo, gran parte de nuestro descanso transcurre en el sueño no REM (NREM), durante el cual el cerebro puede realizar una limpieza profunda, eliminando los desechos celulares que pueden provocar disfunción neuronal si se permite que se acumulen.
Al medir la actividad cerebral de ratones que dormitaban, Lüthi descubrió que el sueño NREM se asociaba con ráfagas temporales de actividad del locus coeruleus cada 50 segundos.
Esto parecía galvanizar los tálamos, un par de regiones con forma de huevo que se encuentran en el medio del cerebro y están involucradas en el procesamiento sensorial. Como resultado, el animal era más sensible a estímulos externos, como ruidos, sin llegar a despertarse del todo.
“Se genera un estado de mayor vigilancia”, afirma Lüthi. “Realmente te da la idea de que la vigilia se puede graduar en el cerebro”.
Lüthi sugiere que estos períodos regulares de mayor vigilancia ante posibles amenazas serían esenciales para la supervivencia en la naturaleza. “El sueño es muy importante, pero debe complementarse con un mecanismo que permita un cierto grado de vigilia”, afirma. “Es necesario seguir reaccionando al entorno”.
El inicio del sueño REM se asocia casi siempre a una baja actividad del locus coeruleus, lo que sugiere que también desempeña un papel central en la transición a este estado de sueño pleno.
“Esa transición al sueño REM tiene que estar muy bien controlada”, dice Lüthi, “porque en el sueño REM tenemos atonía”. Es decir, la parálisis temporal de nuestro cuerpo que nos impide representar físicamente nuestros sueños. “Estamos completamente desconectados del entorno”.
Lüthi enfatiza que sus experimentos se llevaron a cabo en roedores, por lo que aún necesitamos confirmar que el punto azul juega un papel similar en el sueño humano.
Si es así, sospecha que la actividad alterada del locus coeruleus podría estar implicada en condiciones como la ansiedad que pueden contribuir al sueño desordenado.
Descubrió que exponer a sus ratones de laboratorio a fuentes de estrés leves, como golpes en su jaula, aumentó la actividad del punto azul y aumentó su vigilancia durante la noche, lo que resultó en un sueño fragmentado.
Encontrar la calma mental
Un creciente conocimiento de esta vía neuronal está llevando a algunos científicos a investigar si diferentes tipos de estimulación cerebral pueden calmar el punto azul para mejorar el sueño.
Un equipo de Corea del Sur, por ejemplo, ha probado recientemente un auricular que hace pasar una pequeña corriente eléctrica por uno de los nervios de la frente que está conectado al punto azul para amortiguar temporalmente su actividad, aunque todavía no se sabe si esto reduce el insomnio.
Por ahora, podemos intentar pensar un poco más detenidamente en nuestro comportamiento por la noche y evitar la sobreestimulación justo antes de irnos a dormir.
“Si nos obligamos a seguir adelante cuando estamos cansados, nuestro cerebro responde acelerando su marcha para proporcionar la máxima potencia a su maquinaria en apuros, hasta el punto de que casi se ‘queda atascado’ en un nivel alto”, escribe Storoni en Hyperefficient.
El simple hecho de dejar que nuestra mente se relaje antes de acostarse, sin televisión, teléfonos ni ningún tipo de pantalla, se ha considerado durante mucho tiempo una buena “higiene del sueño”.
También podemos aprovechar el tráfico bidireccional entre el locus coeruleus y el cuerpo.
El punto azul forma parte del sistema nervioso autónomo, que controla funciones fisiológicas inconscientes como la respiración, la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
Este se divide en dos brazos: el sistema nervioso simpático, encargado de desencadenar una respuesta de estrés, y el sistema nervioso parasimpático, que prepara el cuerpo para el descanso y la relajación. Y parece que podemos activar selectivamente cada brazo con diferentes actividades físicas.
Es probable que el ejercicio moderado a intenso (caminar, correr, remar, andar en bicicleta o boxear) active el brazo simpático, acelerando la actividad del punto azul y aumentando nuestra activación mental.
Es una gran noticia si te sientes aturdido por la mañana y necesitas despertarte, pero menos útil cuando intentas calmar tu mente después de un duro día de trabajo. Puede que pienses que el esfuerzo físico te cansará, pero si ya tienes problemas para dormir, las visitas al gimnasio a altas horas de la noche son una mala idea.
Por otro lado, los estiramientos suaves pueden promover una respuesta de relajación en el sistema nervioso parasimpático que, al mismo tiempo, calma nuestros pensamientos y sentimientos.
Los ejercicios de respiración controlada, como el pranayama (una antigua técnica de respiración que proviene de las prácticas yóguicas), parecen tener el mismo efecto, ya que los ritmos respiratorios más lentos reducen la excitación general .
Podemos aprovechar esto para relajarnos por la noche. Diversos estudios sugieren que la meditación y los movimientos conscientes pueden reducir el tiempo que lleva conciliar el sueño y mejorar la calidad general del mismo, más allá de los tratamientos estándar para el insomnio.
No tenemos un interruptor físico que pueda reducir nuestra actividad mental a voluntad. Sin embargo, si gestionamos nuestra rutina diaria y aprovechamos la conexión mente-cuerpo, tendremos muchas más posibilidades de conseguir el descanso profundo que necesitamos.
*David Robson es un escritor y autor de libros científicos galardonado. Su último libro es The Laws of Connection: 13 Social Strategies That Will Transform Your Life . Es @davidarobson en Instagram y Threads y escribe el boletín 60-Second Psychology en Substack.
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Cortesía de BBC Noticias
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