¿Y si Kruschev no hubiese retirado sus misiles de Cuba en 1962?

Entre junio y octubre de 1962, el gobierno de la URSS envió a Cuba por mar 42 cohetes R-12, 24 plataformas de lanzamiento, 45 ojivas nucleares, 42 bombarderos, 40 aviones de caza MiG-21, dos divisiones de defensa antiaérea y cuatro regimientos de infantería mecanizada, hasta un total de 47.000 soldados.

Nikita Kruschev, desde 1953 sucesor de Stalin y líder máximo de la Unión Soviética, ordenó que ese despliegue cuasi bélico se realizara de forma discreta, en contra de los deseos de Fidel Castro, el joven dictador cubano, que habría preferido una demostración pública con fines propagandísticos.

El 15 de octubre, un avión espía norteamericano U-2, en vuelo sobre Cuba –a solo 150 km de territorio estadounidense–, fotografía las instalaciones de los misiles soviéticos, en fase de montaje y todavía no operativos. Al día siguiente, la CIA (Agencia Central de Inteligencia) informa al presidente John F. Kennedy de que dichas fotografías muestran bases militares y silos de cohetes nucleares de medio alcance en Pinar del Río, Villa Clara y Camagüey, capaces de alcanzar las costas de Florida en menos de diez minutos.

Crisis de los Misiles
Esta foto de reconocimiento U-2 muestra pruebas concretas del montaje de misiles en Cuba. Foto: CIA/Wikimedia Commons.

Defender el régimen

El 22 de octubre, Kennedy se dirige al país por televisión, revela la presencia de los misiles atómicos y anuncia un bloqueo aeronaval contra la isla. Informado previamente del discurso pero no de su contenido, Kruschev teme una invasión inminente. El líder del Kremlin ordena a sus comandantes en Cuba que, en caso de ataque norteamericano, utilicen toda su capacidad militar, excepto las armas atómicas.

Kennedy visita una base militar en Florida durante la Crisis de los Misiles
El presidente Kennedy, acompañado de su Estado Mayor, visita una base militar en Florida durante la Crisis de los Misiles. Foto: Getty.

Un año antes, tras la fracasada invasión anticastrista de la Bahía de Cochinos, apoyada por Kennedy, Kruschev había amenazado con defender militarmente al joven comunismo cubano. Ahora está pasando a la acción.

Mientras, en aguas del Caribe, ninguno de los dos bandos se atreve a usar la fuerza, por temor a las repercusiones indeseadas e irreparables. El 26 de octubre, el gobierno soviético envía a Washington un mensaje personal de Kruschev a Kennedy: los buques soviéticos se retirarán si el gobierno estadounidense renuncia públicamente a derrocar el régimen de Castro.

Ese mismo día, un Fidel crecido solicita a Kruschev que, en caso de invasión norteamericana, la URSS lance un ataque nuclear contra EE. UU.… aun a costa de la desaparición de Cuba y el inicio de una guerra nuclear planetaria.

Fidel Castro y Kruschev
Fidel Castro y Nikita Kruschev. Foto: Getty.

El sábado 27, la defensa antiaérea soviética estacionada en suelo cubano activa por primera vez su sistema de radares y, bajo la presión del gobierno cubano, derriba otro avión estadounidense. El miedo se apodera del mundo, de nuevo a las puertas de una guerra mundial que, esta vez, por su carácter atómico, tendrá consecuencias devastadoras. Los familiares de los militares norteamericanos de la Base Aérea de Zaragoza son evacuados en secreto al Pirineo oscense.

Finalmente, tras tensas negociaciones secretas, Kruschev lanza una propuesta aceptada por JFK: la URSS sacará sus misiles de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla y de la retirada de los misiles Júpiter que EE. UU. tenía desplegados en Turquía. El pacto Kennedy-Kruschev incluye un acuerdo entre Estados Unidos y la URSS para no permitir nuevos ataques contra Cuba por parte de los exiliados cubanos.

La Tercera Guerra Mundial ha sido desactivada. Y Fidel ha sido excluido de la toma de decisiones.

Fidel Castro en 1959
El líder cubano Fidel Castro en 1959. Foto: Wikimedia Commons.

Así terminó la crisis, sin muestras aparentes de debilidad o derrota por parte de ninguna de las superpotencias. El teatro de la Guerra Fría quedaba en tablas y se lograba evitar el conflicto directo, que se trasladaría a Berlín y Vietnam. EE. UU. continuaría manteniendo la presión sobre el régimen cubano por considerarlo un motivo de inestabilidad en la zona.

Equilibrio del terror

¿Qué habría sucedido si alguno de los dos gigantes hubiera perdido los nervios?¿Si el contralmirante de la Task Force del Caribe hubiese abierto fuego contra los barcos soviéticos que se dirigían a Cuba?¿Y si los soviéticos no hubiesen dado marcha atrás? No es difícil adivinarlo.

Las “doctrinas” estratégicas de la disuasión nuclear y la siniestra Destrucción Mutua Asegurada estaban conformándose y mantendrían el equilibrio del terror entre las superpotencias durante los siguientes 25 años, hasta la llegada de Gorbachov al Kremlin.

Mikhail Gorbachov en 1987
Mikhail Gorbachov en 1987 en la Casa Blanca. Foto: Wikimedia Commons.

Consecuencia positiva de la Crisis de los Misiles fue la creación del llamado teléfono rojo, una línea de comunicación directa entre Moscú y la Casa Blanca con el fin de agilizar las conversaciones entre ambas potencias durante períodos de crisis, evitando así las demoras diplomáticas y tratando de subsanar posibles malentendidos sobre la cuestión nuclear.

Cortesía de Muy Interesante



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