Así se levantó y cayó el Muro de Berlín: el gran símbolo de la Guerra Fría que arrastró a la Unión Soviética

El fin del conflicto mundial no trajo la paz para Alemania, sino una nueva confrontación: la Guerra Fría. En 1949, el país quedó dividido en dos Estados opuestos, la República Federal de Alemania (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA). Mientras Occidente prosperaba con el “milagro económico”, el Este sufría la represión comunista, lo que llevó a miles de ciudadanos a huir. Esta crisis desembocó en la construcción del Muro de Berlín en 1961, un símbolo de la separación que solo caería con el colapso del bloque soviético en 1989.

Las dos Alemanias

Una vez levantado el bloqueo soviético sobre Berlín, el resto de Alemania estaba asistiendo a una transformación decisiva. El 8 de abril de 1949, la Bizona se había convertido en Trizona al aceptar los franceses unir su sector al de sus aliados. La entidad política resultante se convertiría el 23 de mayo en la República Federal de Alemania (RFA), una vez que su Ley Básica fue decretada y ratificada. Su contraparte, la República Democrática Alemana (RDA), se constituyó a su vez el 7 de octubre de ese año.

En marzo de 1952, Stalin plantearía una propuesta para reunificar Alemania bajo neutralidad militar, pero la RFA, en plena recuperación económica y liderada firmemente por Konrad Adenauer, la rechazó de plano. Cerrada esa puerta, los soviéticos aceleraron la transformación de la RDA en un Estado socialista, lo que llevó a un deterioro de su nivel de vida. La gota que colmó el vaso fue una directiva aprobada por el gobierno que, en la práctica, obligaba a trabajar más por el mismo salario.

Konrad Adenauer, canciller de la RFA
Konrad Adenauer, canciller de la RFA desde su fundación hasta 1963, fue el padre del “milagro alemán”, cuya contraimagen sería el Muro de Berlín. Foto: Getty.

La respuesta popular se produjo precisamente en Berlín. El 16 de junio de 1953, una huelga de apenas unas decenas de obreros de la construcción en el Berlín Oriental se convirtió al día siguiente en un levantamiento generalizado contra el gobierno. La revuelta se extendió a otras ciudades hasta que fue aplastada por el ejército soviético sacando los tanques a la calle y provocando al menos 55 muertos; quedaba inaugurada así una “tradición” de la que posteriormente serían víctimas los húngaros y los checos.

El contraste entre la depauperada RDA y el llamado “milagro económico alemán” que estaba teniendo lugar en la Alemania Federal hizo que cada año más ciudadanos orientales abandonasen el país. Eso sucedía especialmente en Berlín, en donde la frontera era más permeable, lo que no ocurría en la frontera interalemana, más fácil de controlar. Entre 1949 y 1961, unos 2,6 millones de personas dejaron la RDA, la mayoría jóvenes con formación superior, lo que amenazaba el futuro económico del país y, si el éxodo continuaba, su propia existencia.

El Muro de la vergüenza

En el verano de 1961, la situación se había hecho insostenible. La RDA había perdido ya un 20% de su población. En la primera quincena de agosto, cerca de 50.000 personas escaparon por la frontera de Berlín, a los que había que sumar otros 50.000 alemanes orientales que cada día iban a trabajar al Oeste. Además, muchos occidentales iban a comprar comida al Este, aprovechando que resultaba mucho más barata gracias a la fortaleza de su moneda. Esa dinámica suponía una sangría para la débil economía de la RDA.

La drástica solución sería la construcción de un muro que impermeabilizase la frontera. La noche del 12 al 13 de agosto de 1961, efectivos del Ejército, la policía fronteriza y la policía y miembros de las milicias populares cerraron las calles y las vías ferroviarias que llevaban al Berlín Oeste y comenzaron a colocar alambradas a lo largo de todo el perímetro. Con las tropas soviéticas a cierta distancia para actuar si fuera necesario, se inició la construcción del denominado por el régimen germanooriental “Muro de protección antifascista”.

Alambradas frente a la Puerta de Brandenburgo
Alambradas frente a la Puerta de Brandenburgo durante la construcción del Muro de Berlín en 1961. Foto: Getty.

La reacción de Occidente sería la esperada. Se presentaron protestas formales ante el comandante soviético de Berlín y el gobierno de Moscú, aunque en realidad la medida fue acogida por Washington con cierto alivio, ya que se garantizaban sus derechos sobre Berlín Oeste y se detenía el flujo creciente de refugiados; al tiempo, probablemente, esa separación física proporcionaría estabilidad a una zona tan caliente.

No obstante, el 27 de octubre de 1961 se llegaría a un peligroso momento de confrontación en el paso fronterizo conocido como Checkpoint Charlie cuando una decena de tanques norteamericanos y soviéticos se encararon a ambos lados de la frontera. Afortunadamente, al día siguiente los dos grupos de tanques se retiraron, evitando así un choque armado de consecuencias imprevisibles.

Checkpoint Charlie
Esta imagen del mítico puesto fronterizo del Berlín dividido conocido como Checkpoint Charlie fue tomada el 23 de junio de 2019. Foto: Getty.

La consagración de Berlín como símbolo de la lucha por la libertad se produjo el 26 de junio de 1963 con la visita del presidente John F. Kennedy, con motivo del 15º aniversario del Bloqueo. Su histórico discurso desde el balcón del edificio del Rathaus Schöneberg, en el que pronunció la famosa frase Ich bin ein Berliner” (“Soy berlinés”), quedaría marcado a fuego en la memoria de la ciudad: la plaza en la que se congregó la multitud para escucharle cambiaría su nombre por el del presidente norteamericano.

J. F. Kennedy durante su alocución en Berlín en 1963
El presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, durante su alocución en Berlín. Foto: Getty.

Coexistencia pragmática

Tras esos años en los que la Guerra Fría alcanzó su momento álgido, la situación en Berlín entraría en una prolongada fase de distensión solo agitada por el movimiento estudiantil, que protagonizaría allí masivas protestas. A principios de la década de los setenta, las dos Alemanias apostarían por el pragmatismo. El acercamiento impulsado por el canciller de la RFA Willy Brandt, conocido como Ostpolitik (Política del Este), culminó en 1974 con el mutuo reconocimiento como Estados.

Willy Brandt
Willy Brandt, canciller socialdemócrata de la RFA de 1969 a 1974, puso en marcha la Ostpolitik o acercamiento a la RDA. Foto: Getty.

La situación en la frontera se relajó relativamente; la RDA simplificó los requisitos para los permisos de salida, en especial de aquellos que cobraban pensiones y, por tanto, suponían una carga para el Estado, y facilitó la entrada de ciudadanos de Berlín Oeste para que visitasen a sus familiares, así como los intercambios postales. No obstante, la barrera física fue reforzada, levantándose en 1975 el “Muro de cuarta generación”, con bloques de hormigón de 3,6 metros de altura y sofisticados métodos para detectar e impedir las fugas. Eso, sin embargo, no desanimó a los alemanes orientales que querían huir al Oeste, por lo que los intentos de fuga continuarían produciéndose.

Otro de los momentos históricos que se vivieron en Berlín tuvo lugar el 12 de junio de 1987, cuando el presidente norteamericano Ronald Reagan la visitó con motivo del 750º aniversario de su fundación. Su visita no fue tan popular como la de Kennedy; en la jornada anterior, unas 50.000 personas se manifestaron para protestar por su presencia. Ese día se cerraron numerosas calles para evitar más protestas.

El acto central fue el discurso que Reagan pronunció ante la Puerta de Brandenburgo, con dos paneles de cristal para protegerle de hipotéticos francotiradores de Berlín Este. Las 45.000 personas allí congregadas escucharon de él unas palabras que se harían célebres, dirigidas al líder soviético Mijaíl Gorbachov: “Tear down this Wall” (Derribe este Muro). Curiosamente, ese desafío no estuvo bien visto en la propia Administración Reagan, al considerar que podía tensar la situación con la Unión Soviética y que, en todo caso, no era prudente someter a más presión a Gorbachov, que ya había dado una serie de valientes y arriesgados pasos hacia una apertura política en su país.

Discurso de Reagan en Berlín en 1987
La visita de Reagan no fue tan bien recibida como la de JFK 24 años antes: hubo protestas en las calles. Pero en su discurso ante la Puerta de Brandenburgo, el 12 de junio de 1987 (arriba), dejó una frase para la historia, dirigida a Mijaíl Gorbachov: “Derribe este Muro”. Foto: Getty.

Final de un símbolo

Las palabras de Reagan cobrarían todo su sentido 29 meses después, cuando el Muro de Berlín cayó, junto al régimen comunista que lo había construido, sin que Gorbachov tomase ninguna iniciativa para impedirlo por la fuerza, como habían venido haciendo hasta entonces los soviéticos cada vez que uno de aquellos regímenes se había visto zarandeado por vientos aperturistas.

Precisamente, en octubre de 1989, durante las celebraciones del 40º aniversario de la RDA, Gorbachov advirtió al líder germano-oriental, Erich Honecker, de la necesidad de llevar a cabo reformas urgentes. Pero ya era tarde para eso: cientos de personas se atrevieron a manifestarse contra el régimen, al tiempo que miles conseguían pasar a Occidente a través de las fronteras de Hungría y Checoslovaquia.

El régimen se estaba desmoronando por momentos, aunque eso no fue evidente hasta la tarde del 9 de noviembre de 1989, cuando, en una confusa rueda de prensa retransmitida en directo por televisión, un representante del gobierno informó por error de que los alemanes orientales podrían pasar al Oeste simplemente presentando su documento de identidad.

Miles de berlineses acudieron a los puestos fronterizos. La policía, que no sabía nada de esa medida, acabó por levantar las barreras y permitir el paso sin ningún formalismo. Los alemanes orientales fueron recibidos en el Oeste con abrazos y cerveza gratis. El Muro de Berlín había caído, aunque 192 personas habían muerto a lo largo de su ominosa existencia tratando de cruzarlo.

Alemanes de ambos lados en el Muro de berlín el 10 de noviembre de 1989
El día 9, un error en una rueda de prensa llevó a los berlineses orientales a cruzar en masa al oeste; el día 10 (en la foto), la situación era ya irreversible. Alemanes de ambos lados se reunieron y el Muro de Berlín acabó por caer. Foto: Getty.

El 3 de octubre de 1990 se produjo la reunificación alemana y en junio de 1991 el Bundestag aprobó el traslado de la capital germana de Bonn a Berlín. La ciudad que había quedado arrasada durante la Segunda Guerra Mundial, que había resistido el Bloqueo de 1948 y que había soportado con entereza la división que la partió en dos durante casi tres décadas resurgiría a partir de entonces con fuerza. En la actualidad, Berlín destaca por su dinamismo, que atrae a jóvenes de toda Europa para poner en marcha los proyectos más innovadores, aunque siempre permanecerán las cicatrices dejadas por tan turbulento y traumático pasado.

Cortesía de Muy Interesante



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