Lo que podemos aprender de las tortugas y los pulpos sobre una vida solitaria (y feliz)

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  • Autor, Katarina Zimmer
  • Título del autor, BBC Future

El estilo de vida solitario puede tener grandes ventajas en el mundo animal. ¿Podemos los seres humanos aprender algo de ellos?

La rata topo ciega de Oriente Medio es introvertida por excelencia. Vive a unos 30 centímetros bajo tierra y excava su propio sistema de túneles, donde permanece durante la mayor parte de su vida, recolectando raíces, tubérculos y bulbos.

Cada rata topo tiene su propio territorio, por una buena razón: si una rata topo excava accidentalmente en el túnel de otra, los roedores se mostrarán los dientes o se morderán entre sí en violentas batallas, a menudo mortales.

Las ratas topo ciegas generalmente solo interactúan con otras de su especie durante la temporada de apareamiento, pero incluso en esos raros momentos, deben proceder con cautela.

El macho excava en el suelo hacia una hembra, pero se detiene antes de entrar en su túnel. Durante varios días, se envían señales vibratorias golpeando el techo del túnel con la cabeza.

Solo cuando la hembra expresa interés en encontrarse, el macho avanza, se aparea con ella y se va. Después de cerrar el túnel detrás de él, continúa con su estilo de vida solitario.

Los solitarios

Este tipo de estilos de vida solitarios están muy extendidos en todo el reino animal.

Incluso entre los mamíferos (un grupo generalmente sociable), el 22% de las especies estudiadas son en gran medida solitarias, lo que significa que los machos y las hembras duermen y buscan comida o cazan solos la mayor parte del tiempo.

Pero los animales solitarios han recibido, relativamente, poca atención de los científicos.

Tal vez porque somos criaturas sociales, nos hemos sentido más atraídos por el estudio de criaturas que cooperan en grupos para protegerse o para encontrar comida, reproducirse y criar a sus pequeños.

Una rata topo ciega, un roedor gris con grandes incisivos y sin ojos, está parada encima de un monte de tierra.

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Los expertos dicen que durante mucho tiempo, muchos científicos han tendido a pasar por alto la vida solitaria, considerándola un estado de existencia más primitivo y básico, asociado con el comportamiento antisocial y la poca inteligencia.

Pero los investigadores están empezando a reconocer que algunos animales han evolucionado para ser solitarios, precisamente, porque puede ser muy beneficioso evitar la competencia y las condiciones estresantes de la vida en grupo.

Además, muchos animales solitarios son de hecho muy inteligentes y viven vidas sociales diversas y complejas, a pesar de su soledad.

Aunque las ratas topo ciegas son una excepción, muchos animales solitarios toleran, aprenden y, en ocasiones, incluso cooperan con otros de su especie, lo que les permite disfrutar de lo mejor de ambos mundos.

A medida que los humanos pasamos cada vez más tiempo solos, estos animales nos recuerdan los muchos beneficios de la soledad y que vivir solo no es igual a estar solo.

“Tal vez estudiando las especies solitarias y cómo logran el éxito con esta táctica… también podamos identificar mejor para la sociedad humana qué tiene de bueno estar solo”, dice el ecólogo conductual Carsten Schradin del Centro Nacional de Investigación Científica en Estrasburgo, Francia, coautor de un estudio de 2024 sobre la vida solitaria en los mamíferos.

Cooperación

Vivir en grupo tiene muchas ventajas. Pensemos en las cebras, que encuentran seguridad en manadas, y en los leones, que suelen cazar juntos para vencer a presas más grandes y rápidas que ellos. Algunas aves colaboran para la cría, y los chimpancés socializan quitándose los parásitos unos a otros.

Pero también tiene desventajas.

En un grupo, “cada refugio tiene que ser compartido, cada trozo de comida tiene que ser compartido, cada acceso a una pareja tiene que ser compartido”, dice David Scheel, un ecólogo del comportamiento de la Universidad del Pacífico de Alaska.

“O si no se puede compartir, sólo uno puede conseguirlo”.

En un río, una gran cantidad de ramas forman un dique natural, obra de castores.

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Y aunque cazar juntos y compartir la comida tiene sentido para animales como los leones, que suelen estar rodeados de presas grandes y abundantes que pueden alimentar a varios individuos, esto es menos beneficioso en situaciones en las que las presas son más pequeñas y más difíciles de compartir.

Tampoco es tan útil cuando las presas están dispersas por el paisaje, donde cuesta más trabajo encontrarlas.

Probablemente, esa es la razón por la cual los armadillos y los osos hormigueros buscan solos unos pocos insectos que se encuentran muy lejos, y por eso los tigres, que vagan por todas partes para encontrar presas relativamente escasas, cazan solos; lo que les ayuda a acercarse sigilosamente a sus presas con mayor facilidad.

Para reducir aún más la competencia, los tigres y otros cazadores solitarios delimitan pequeños territorios de caza que defienden de otros depredadores.

Para las ratas topo ciegas, la soledad significa no tener que competir constantemente por el espacio de los túneles, lo que requiere mucha energía para cavar.

Los animales solitarios también pueden enfrentarse a una menor competencia por las parejas y a un menor riesgo de contraer enfermedades y parásitos.

Mientras tanto, las hembras que crían a sus crías pueden invertir toda su energía en cuidar de sus propias crías sin tener que atender a las crías de sus vecinos, como hacen algunas especies más sociales.

Para otras criaturas, como los perezosos, su camuflaje puede funcionar solo si no están en grupos grandes.

Sigilo

“Si vives en soledad, llamas menos la atención”, afirma Lindelani Mayuka, zoóloga de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, y coautora del estudio junto con Schradin.

Un jaguar en medio de una tupida selva.

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Vivir solo plantea otros desafíos, como perderse el beneficio de acurrucarse para mantenerse calientes. Pero algunos animales, como la rata Karoo del sur de África, superan este problema construyendo grandes madrigueras para protegerse de los cambios bruscos de temperatura y de los depredadores, afirma Mayuka.

Para los animales muy sociales, estar solo puede ser estresante (lo que suele provocar mala salud y ansiedad), pero los animales solitarios lo sobrellevan perfectamente.

De hecho, las ratas topo ciegas de Oriente Medio se estresan y se ponen ansiosas cuando se las coloca una al lado de otra, incluso si hay una barrera entre ellas, y los individuos más pequeños y sumisos son los que más sufren.

“Pueden morir por el estrés que sufren”, afirma Tali Kimchi, neurocientífica del comportamiento del Instituto Weizmann de Israel, que estudia las ratas topo ciegas en su laboratorio.

Como todos los mamíferos, las ratas topo ciegas madres cuidan de sus crías, pero acaban volviéndose hostiles y obligan a sus crías a cavar lejos de su túnel. “Suena gracioso, pero así es la supervivencia de estas criaturas”, afirma.

Tolerancia

Una rata de arbusto Karoo

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No todas las especies solitarias se repelen activamente entre sí. Muchas de ellas se sienten atraídas por los recursos compartidos y tienen una vida social sorprendentemente rica, tolerándose entre sí e incluso cooperando cuando tiene sentido.

Por ejemplo, las ratas Karoo de los arbustos que viven cerca de otros ejemplares relacionados tienen interacciones frecuentes y amistosas entre sí: comparten zonas de alimentación con hembras emparentadas y, a veces, incluso construyen madrigueras al final de la temporada de cría, cuando hay una gran demanda de madrigueras.

“El hecho de que algunos animales vivan en solitario no significa que no tengan interacciones sociales”, dice Mayuka.

Incluso algunos pulpos (un grupo que antes se consideraba tan solitario que era una broma que sólo se reunían para aparearse o comerse entre sí) a veces se agrupan, dice Scheel.

En un sitio en la bahía de Jervis, en el este de Australia, los individuos de una especie llamada pulpo sombrío se sienten atraídos por la disponibilidad de refugio.

Esto probablemente comenzó cuando un pulpo apiló conchas descartadas después de comer y estas finalmente estabilizaron suficiente sedimento para que otro pulpo pudiera construir su madriguera dentro.

Este nuevo residente luego creó su propia pila de conchas descartadas, hasta que hasta 16 pulpos se reunieron en un solo lugar, dice Scheel, quien ha estado estudiando el sitio con sus colegas.

En esta “ciudad de pulpos”, los individuos se encuentran en una situación mucho más abarrotada de lo que están acostumbrados y exhiben comportamientos curiosos para lidiar con otros de su especie.

Los machos, a veces, intentan obligar a las hembras a quedarse cerca y persiguen a otros machos, incluso arrastrándose hasta las guaridas de los demás, luchando con ellos y echándolos.

En ocasiones, cuando los machos expulsados ​​vuelven a su guarida, “el macho que los expulsó puede volver y repetir la expulsión”, dice Scheel. Y mientras limpian sus guaridas, los pulpos a menudo empujan los escombros hacia el lado de sus vecinos.

A veces, sostienen los escombros y usan sus embudos para lanzarlos unos a otros, indica Scheel, quien documentó algunas de estas interacciones en un artículo de 2022.

Ni agresivos ni cooperativos, algunos científicos llaman a estos comportamientos “dar empujones”, resume Scheel, quien todavía está averiguando el propósito de estas interacciones.

“Aquí hemos colocado a un animal solitario en una situación social compleja, y todo lo que hace es empujarse, y parece estar completamente sano. Eso sugiere que o son menos solitarios de lo que pensábamos, o que el estrés de ser [social] no es tan severo [para ellos]”.

Estas interacciones sociales sofisticadas subrayan la inteligencia de las criaturas solitarias.

De manera similar, los investigadores han visto a algunos reptiles solitarios observando de cerca a otros individuos y utilizando esa información para resolver problemas, una capacidad que antes se creía exclusiva de los humanos, dice la científica conductual Anna Wilkinson de la Universidad de Lincoln en el Reino Unido.

“Los animales que tal vez no formarían grupos complejos de forma natural pueden en realidad tener aspectos muy sofisticados de aprendizaje social”, añade.

Un pulpo lanza sus tentáculos a la cámara

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En experimentos con tortugas de patas rojas, que buscan comida por sí solas pero pueden encontrarse unas con otras bajo árboles frutales, por ejemplo, Wilkinson les presentó una valla transparente en forma de V con comida en el interior. Ningún animal podía alcanzar la comida hasta que Wilkinson y sus colegas entrenaron a uno de ellos para hacerlo.

Al ver que su compañero reptil alcanzaba la comida, las otras tortugas inmediatamente siguieron su ejemplo.

Es especialmente notable ver que los reptiles tienen la capacidad de aprender de otros individuos por imitación, considerando que muchos de ellos han evolucionado para salir de huevos sin un padre cerca que les enseñe habilidades.

Un flujo constante

Evidencias como estas hacen que los científicos vean la vida solitaria no como una categoría fija y uniforme, sino como un continuo: desde animales como la rata topo ciega (posiblemente) antisocial hasta especies que viven en gran medida solas pero que aprenden y cooperan entre sí.

Algunas especies incluso combinan estilos de vida solitarios y más sociales, como los ratones rayados que viven en comunidad y se vuelven solitarios una vez que comienzan a reproducirse, o los coatíes similares a los mapaches, cuyos machos son solitarios y las hembras cazan en grupos.

El estudio de los animales solitarios y sus redes sociales puede ayudar a los conservacionistas a proteger y preservar mejor a sus poblaciones de las amenazas humanas.

Mayuka y Schradin ya han comenzado un esfuerzo para construir una comunidad de científicos para descifrar aún más las vidas, los beneficios, las necesidades y los desafíos de los animales solitarios”.

“Ser solitario no es simple ni primitivo”, dice Schradin. “Puede ser bastante complejo y presentar desafíos… que se resuelven de diferentes maneras por diferentes especies”.

Comprender la amplitud total de la vida solitaria podría incluso ser útil para las personas.

Kimchi está estudiando los cambios en el cerebro de ratas topo ciegas a medida que pasan de una etapa introvertida a otra más social, durante el apareamiento y la crianza de sus crías.

Tal vez esta investigación pueda ayudar a los científicos a entender cómo las personas con afecciones neurológicas o psiquiátricas se vuelven socialmente retraídas, explica.

Pero los animales solitarios también pueden ayudarnos a considerar que estar solo no tiene por qué ser necesariamente problemático, aunque haya sido un tanto estigmatizado en nuestra sociedad impulsada por los extrovertidos, sostiene Schradin.

Los animales solitarios “sociales” construyen redes sociales significativas a su alrededor, y las personas que viven solas también pueden hacerlo, y lo hacen.

“Estar solo”, dice Schradin, “también puede ser la mejor opción para muchos humanos”.

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Cortesía de BBC Noticias



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