En las afueras de La Coruña, en un promontorio sobre el rugiente Atlántico, se alza la romana Torre de Hércules, el faro en funcionamiento más antiguo del mundo (se construyó en el siglo I), declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Raro es el visitante que no se siente impresionado por su belleza y majestuosidad. No muy lejos está la estatua del rey Breogán, considerado el padre legendario de Galicia. Y decimos legendario porque, pese a su indiscutible peso en la tradición gallega –la letra del himno de esta comunidad autónoma se refiere a ella como “nación de Breogán”–, no existe ninguna prueba de su existencia. Pero el mito que lo acompaña, a él y sobre todo a sus descendientes, es tan subyugador como increíble.
Breogán, fantasía de raíces celtas
No sería muy aventurado considerar a Breogán el Vercingétorix de Galicia. Ambos fueron caudillos legendarios, representan el orgullo de un pueblo y tienen estatuas erigidas en su honor. Pero, del mismo modo que del líder galo solo sabemos lo que sobre él escribió Julio César en “La guerra de las Galias”, de Breogán apenas contamos con unos escasos textos, y ninguno escrito en Galicia. Todos proceden de tierras celtas situadas más al norte, y más concretamente de Irlanda, el país que, según la leyenda, fue conquistado por sus descendientes.
Fundador de ciudades
Paradójicamente, Breogán es el punto de referencia de una historia que se extiende por varias generaciones anteriores y posteriores a su persona, y sobre las que se cuenta con más información que la referida a él mismo. En su libro “Los orígenes de la leyenda de Breogán”, el profesor Ramón Sainero rastrea el nacimiento de su estirpe hasta Egipto, donde estuvo asentado durante siglos el pueblo escoto, antecesor de los gaélicos.
Uno de sus líderes, Ghaedheal Glas, “abandonó Egipto y durante más de trescientos años recorrió el Mediterráneo asentándose en diversos lugares, hasta que por fin llegó a España, donde formaron un reino duradero. Brath sería su jefe a su llegada y sería el padre del mítico Breoghan”.
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Si poco más se conoce sobre Brath, menos aún sabemos de su hijo, salvo que los textos antiguos lo identifican como el primer rey de la península ibérica, que “gana muchos combates y batallas contra las duras tribus españolas. Breogán fue el del ruido de la bravura, fue un campeón y por él Brigantia se fundó”. Efectivamente, el mito sitúa a Breogán como el fundador y constructor de la ciudad de Brigantia –identificada con La Coruña, pero también con Betanzos–, así como de la Torre de Brigantia, o Torre de Breogán. También se dice que tuvo diez hijos, y uno de ellos, Ith, sería el siguiente protagonista de la historia.
Una visita inesperada
No está claro, como otras muchas cosas en la leyenda, si Breogán seguía con vida por aquel entonces, pero un día Ith subió a la cúspide de la torre erigida por su padre, y se maravilló de las vistas incomparables que ofrecía, que llegaban tan lejos que le permitieron divisar las costas de Irlanda. Atraído por aquella tierra desconocida, organizó una expedición al país, y allí conoció a los tres reyes del Tuatha dé Danann, la tribu de la diosa Danu, que gobernaban la isla.
Pero estos monarcas no recibieron de buen grado aquella visita de allende los mares, y asesinaron a Ith, cuyo cuerpo fue traído de vuelta a Galicia, donde lo enterraron. Entonces uno de los sobrinos de Ith, llamado Mil, hijo de su hermano Bile, organizó la invasión de Irlanda junto con sus hijos para vengar la muerte de su tío. La isla quedó dividida en dos mitades, cada una gobernada por un hijo de Mil: Éremón, la mitad norte; y Eber Finn, la mitad sur.
Progenitor de guerreros
Hasta aquí la leyenda a grandes rasgos, donde podemos ver que el papel de Breogán se reduce a ser el progenitor de una casta temible de guerreros y el constructor de una torre histórica. Pero la Torre de Hércules está identificada sin lugar a dudas como una construcción romana, y, aunque ofrece magníficas vistas, es imposible que desde ella se vea Irlanda. Aunque hay quienes aventuran la hipótesis de que fue edificada sobre los restos de la verdadera Torre de Breogán.
¿Pero cuál es el origen de esta narración? Lo muy poco que se sabe sobre Breogán y su estirpe procede de fuentes irlandesas, concretamente del “Lebor Gabála”, –o “Libro de las invasiones de Irlanda–”, un conjunto de historias, leyendas, folclore y mitología escrito en el siglo XI.
Ramón Sainero identifica otras fuentes, como el “Foras Feasa ar Éirinn” (“Historia de Irlanda”), escrito en el siglo XVII por el sacerdote Geoffrey Keating, donde se menciona a Breogán; y los Annala Rioghachta Éireann o Anales de los cuatro maestros, más o menos de la misma época, recopilados por el cronista Mícheál Ó Cléirigh, donde Breogán aparece no como el nombre de una persona, sino como “el de un lugar donde Éremón, hijo de Mil, libró una batalla después de su llegada a la isla. El lugar existe en la actualidad, es la llanura de Breoghan, en el condado de Tipperary”.
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Icono heroico de los celtas
Pero frente a estas recopilaciones de historias, falta la evidencia científica o arqueológica. Sainero reconoce que no existen textos conocidos de otras civilizaciones –ni siquiera de los romanos, que posteriormente invadirían Hispania– donde se hable de Breogán.
En su libro “Los hijos de Breogán. Historia y leyenda de los pueblos célticos”, Carlos Moreu señala que el análisis del mito “permite identificar a este personaje como una representación del pueblo celta, en general, y no como una figura exclusivamente relacionada con la población céltica de Hispania o de Galicia. […] El rey Breogán sería originariamente un gran héroe céltico que habría heredado todas las tierras continentales conquistadas por el legendario Brath”, regiones que en las primeras versiones del “Libro de las invasiones” habrían abarcado un territorio muy superior al de Galicia, o incluso al de toda la península ibérica.
No hay pruebas de que los milesios –esto es, los hijos de Mil– invadieran Irlanda, pero sí de cómo la leyenda llegó hasta nosotros. La persecución religiosa desatada por Isabel I de Inglaterra a finales del siglo XVI hizo que miles de irlandeses católicos huyeran del país. Muchos llegaron a España, donde construyeron colegios para la formación de sacerdotes. Uno de los más importantes se abrió en Santiago de Compostela en 1603.
Si consideramos que el “Libro de las invasiones” tuvo su origen en los monasterios irlandeses, es fácil deducir que aquellos religiosos refugiados tuvieron mucho que ver en la difusión por tierras gallegas del mito de Breogán.
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Un viejo vínculo atlántico
Son muchos los trabajos y esfuerzos hechos para probar la teoría de la invasión de Irlanda por parte de los antiguos pobladores de lo que hoy es Galicia. Se han hecho desde la lingüística, que rastrea en los orígenes y variedades del gaélico; o desde la genética, que ha encontrado coincidencias llamativas entre el ADN de gallegos e irlandeses. Sea como sea, estas investigaciones tienen un componente de hermanamiento entre los dos pueblos, muy lejos de las belicosas intenciones de tiempos pasados, míticas o reales.
Cortesía de Muy Interesante
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