La revolución de las gordas: cuerpos en resistencia

Texto: Aranzazú Belmont Flores (IncendiArita), colaboradora de la Coordinación para la Igualdad de Género UNAM

Cada 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad, una fecha promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones para concientizar sobre los riesgos asociados al exceso de peso. Sin embargo, esta jornada ha sido resignificada por colectivas y activistas gordas como un espacio de denuncia contra la gordofobia, una forma de violencia estructural que genera desigualdad y discriminación hacia las personas gordas.

La gordofobia no es solo una cuestión de comentarios hirientes o estereotipos en los medios de comunicación; es un sistema de opresión que se manifiesta en múltiples dimensiones: la discriminación médica, la exclusión laboral, la falta de acceso a espacios públicos adecuados y la patologización constante de los cuerpos gordos.

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Además, es un problema de género, ya que las principales víctimas de esta violencia son las mujeres, quienes enfrentan mayores niveles de exigencia en torno a sus cuerpos y una presión social para cumplir con estándares de belleza y de delgadez inalcanzables.

La reducción de la gordura a un problema de salud individual invisibiliza las condiciones socioeconómicas, culturales y políticas que determinan los cuerpos y sus posibilidades.

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¿Por qué hablar de ‘obesidad’

En este contexto, colectivas y activistas han resignificado el 4 de marzo como una fecha de lucha, exigiendo un cambio en la manera en que la sociedad aborda la diversidad corporal.

Más que imponer discursos centrados en la pérdida de peso, es necesario replantear la relación entre salud y corporalidad, entendiendo que el bienestar no puede medirse únicamente en función de la talla. Se demanda un enfoque de salud no discriminatorio, basado en la equidad y el respeto por la diversidad de cuerpos.

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Las acciones del 4 de marzo buscan sensibilizar a la población y generar cambios en las políticas públicas. Es una oportunidad para visibilizar que la lucha contra la gordofobia es una lucha por los derechos humanos, el acceso a la salud digna y la erradicación de la discriminación que perpetúan la exclusión de cuerpos diversos.

Reivindicar el 4 de marzo como una jornada de resistencia contra la gordofobia es un paso fundamental para construir sociedades más igualitarias e inclusivas. Es momento de escuchar las voces de quienes han sido históricamente marginadas y reconocer que la diversidad corporal no debe ser motivo de discriminación, sino de celebración. Porque la revolución de las gordas es imparable y nuestros cuerpos, lejos de ser un problema, son territorios de lucha y resistencia.

Cortesía de Chilango



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