La antigua Roma está más viva que nunca. Ese interés generalizado se debe tanto a los nuevos descubrimientos e investigaciones en la historia romana como a la percepción generalizada de que, en el fondo, seguimos siendo romanos. Así, es común escuchar, al visitar un lugar con vestigios históricos, la afirmación de que “todo es obra de los romanos”. Esta frase, que los habitantes locales suelen repetir con frecuencia, busca realzar el valor patrimonial de la zona al asociarlo con la grandeza y el legado de la cultura romana. Sin embargo, esta simplificación puede distorsionar la realidad histórica hasta el punto de minimizar la contribución de otras culturas en el territorio. En este artículo, analizaremos críticamente esta afirmación de que “todo viene de los romanos”. Exploraremos los motivos detrás de la popularidad de esta idea y recalcaremos la importancia de un enfoque arqueológico riguroso para comprender el verdadero origen y evolución de los restos arqueológicos.
El atractivo del legado romano
La fascinación por la civilización romana resulta comprensible. Sus construcciones monumentales que aún se mantienen en pie, sus avanzados sistemas de ingeniería y su vasta expansión territorial han dejado una huella imborrable en la historia de Europa y el Mediterráneo.
Las construcciones romanas, con su carácter imponente y sus considerables dimensiones, despiertan un gran interés, gracias a los avances técnicos de la civilización romana en cuestiones de ingeniería y arquitectura. No es de extrañar, por tanto, que se tienda a atribuir cualquier estructura antigua a esta cultura, en gran parte para recalcar el valor histórico y cultural del lugar.
Además, la idea de que un lugar fue importante en época romana sugiere que ha tenido relevancia a lo largo de la historia. Funciona como un símbolo de la historia del lugar o una marca de la importancia en el pasado. De hecho, una relevancia tal que hasta los romanos quisieron dejar su huella en ese lugar, a través de sus construcciones. Esto puede presentar un especial atractivo para los habitantes locales, que ven en el pasado romano tanto un motivo de orgullo como una forma de atraer el turismo.

La necesidad de un análisis riguroso
Sin embargo, la atribución automática de cualquier resto arqueológico a los romanos puede ser problemática. En muchos casos, las estructuras han sufrido transformaciones y remodelaciones a lo largo de los siglos, lo que dificulta determinar su origen exacto. Ante semejante afirmación, uno se llega a plantear que quizá lo que se tiene ante los ojos tuvo su origen en época romana, pero ha sufrido tantas transformaciones y remodelaciones a lo largo de los siglos, que su configuración ha sido alterada hasta no quedar nada o casi nada de la construcción original. Además, es importante recordar que otras culturas también dejaron su impronta en la región, y que sus contribuciones no deben ser ignoradas.
Para evitar caer en simplificaciones y errores, es fundamental realizar un análisis arqueológico riguroso de los restos. Esto implica estudiar los materiales de construcción, las técnicas empleadas, el estilo arquitectónico y el contexto histórico del lugar. En muchos casos, este análisis puede revelar que la estructura en cuestión es de origen posterior a la época romana, o que ha sido modificada significativamente a lo largo del tiempo.

Técnicas y materiales romanos: más allá del mito
La ingeniería romana destacó por la innovación en el empleo de materiales y técnicas constructivas. El opus caementicium, un mortero que adquiría la consistencia del hormigón, es uno de los ejemplos más representativos. Este material, que utilizaba la cal como tratamiento de impermeabilización y aglomerante, formaba estructuras con una consistencia y dureza difícil de igualar, además de ser un material barato y fácil de fabricar. También empleaban otros tipos de morteros, como el opus signinum, e incluso desarrollaron un cemento hidráulico utilizando cenizas volcánicas en lugar de arena.
Además del hormigón, los romanos utilizaron una amplia variedad de aparejos y técnicas constructivas, como el opus quadratum (sillares de misma altura), el opus incertum (bloques de piedra colocados sin orden) y el opus latericium (ladrillo). El uso del arco de medio punto también fue fundamental en el desarrollo de la arquitectura romana, permitiendo la construcción de edificios más grandes y complejos.

Ejemplos de construcciones romanas en España
En España, aún se conservan numerosos ejemplos de la ingeniería romana, como los acueductos de Segovia, Almuñécar y Plasencia, los teatros de Mérida, Cartagena y Málaga, y los anfiteatros de Itálica y Tarragona. También son destacables las murallas de Lugo, Tarragona y Barcelona, así como los restos de circos romanos en Mérida, Tarragona y Toledo.
¿Es o no es todo “obra de los romanos”?
Queda claro que la afirmación de que “todo es obra de los romanos” es un mito que, si bien puede ser comprensible desde el punto de vista del orgullo local, debe ser desmontado mediante un análisis arqueológico riguroso. No todo es obra de los romanos. Es importante valorar el legado de la civilización romana, pero también reconocer la contribución de otras culturas y evitar simplificaciones que distorsionen la realidad histórica. Solo a través de un enfoque científico y crítico podremos comprender el verdadero origen y evolución de los restos arqueológicos, y apreciar la riqueza y complejidad de nuestro patrimonio cultural.
Referencias
- Barba Colmenero, Vicente y Alberto Fernández Ordóñez. 2021. Todo lo que hay que saber de arqueología. Una introducción a la ciencia del pasado. Madrid: Pinolia.

Cortesía de Muy Interesante
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