El misterio de la bestia de Gévaudan: la criatura que desafió balas y sembró el terror en Francia en el siglo XVIII

En honor a la verdad, no parece del todo correcto incluir a la llamada bestia de Gévaudan dentro de la categoría de mitos y leyendas. Y es que, hay abundante evidencia de que la bestia existió realmente. En cambio, no existe la misma unanimidad a la hora de describirla ni de determinar la identidad de esa misteriosa criatura que asoló la región francesa del mismo nombre en la década de 1760, y cuyos crímenes provocaron indirectamente una crisis social y política.

Durante los cuatro años que estuvo en activo, mató a más de cien personas e hirió a otras treinta, además de acabar con un número indeterminado de cabezas de ganado y animales domésticos. La bestia parecía invulnerable a las balas y a cualquier otro método para atacarla. Sus víctimas predilectas eran mujeres jóvenes, que solían salir al campo a solas a cuidar de los rebaños, ya que lo normal era que los hombres trabajaran los cultivos en cuadrillas y, por tanto, estuvieran menos indefensos.

La caza de la Bestia se convirtió en una misión nacional, con nobles y cazadores experimentados intentando detener sus ataques. Image: DALL-E. Ilustración artística.

Hechos y leyendas

Los hechos comprobados, tal y como han llegado hasta nuestros días, son los siguientes: en el año 1764 empezaron a producirse una serie de muertes violentas en la antigua provincia de Gévaudan, en el sur de Francia. Las heridas de las víctimas parecían señalar como responsable a un animal salvaje, pero la frecuencia y la ferocidad de los ataques disparó los rumores de que no podía tratarse de ninguno de los depredadores habituales de la zona, como los lobos. Parecía algo mucho más grande y agresivo.

Una pastora que fue atacada mientras cuidaba sus vacas sobrevivió gracias a que los toros del rebaño se enfrentaron con la fiera, y pudo dar una descripción detallada de la extraña criatura: pecho ancho, gran cabeza y cuello enorme, orejas cortas y rectas similares a cuernos y el hocico como el de un galgo, pero con dos grandes colmillos que sobresalían de los costados de una boca “llena de espuma negra”.

La cola era larga y fina, recorrida por una raya negra, y sus garras, enormes, y parecidas a manos humanas, pero tres veces más grandes. Sus ojos despedían un diabólico resplandor rojo, y se movía a gran velocidad, dando saltos de hasta diez metros. No es de extrañar que la chica, si bien físicamente ilesa, hubiera estado a punto de perder la razón.

Sola o en compañía

Las demás descripciones que se obtuvieron a medida que se producían nuevos ataques no contribuían a calmar los ánimos. Hubo quien aseguró haber avistado a la bestia en compañía de una figura humana. Otros especulaban con que podía tratarse de una pareja, o incluso de una manada, dada la alta cantidad de víctimas y la velocidad con que parecía desplazarse de un sitio a otro de la región. Y no faltaron las alusiones a los loup-garou, u hombres lobo, que formaban parte del folclore del país.

bestia de Gévaudan
Las descripciones de la Bestia variaban, pero todos coincidían en su tamaño descomunal y su naturaleza sanguinaria. Imagen: DALL-E. Ilustración artística.

Inmune a las balas

En todo caso, hubo que tomar medidas. Las autoridades de la zona organizaron las primeras partidas de caza y ofrecieron una sustanciosa recompensa a quien consiguiera matar a la bestia, lo que llenó la región de candidatos con el gatillo fácil. Pero las noticias no parecían muy halagüeñas. Los cazadores declararon que habían disparado a la bestia desde solo tres metros de distancia, pero la criatura se levantaba al momento. Volvieron a derribarla y se incorporó de nuevo para ir a ocultarse en un bosque cercano.

Un rastro de sangre que se perdía entre los árboles corroboraba la historia, pero si alguien esperaba que hubiera muerto desangrada pronto se desengañó, ya que la bestia volvió a atacar pocos días después. Este mismo patrón se repitió en otras ocasiones. La creciente intensidad de las batidas solo parecía servir para aumentar su sed de sangre y llegó a matar a cuatro personas en un solo día, durante la feria de primavera de Malzieu.

Las noticias sobre la invencible bestia de Gévaudan empezaban a traspasar las fronteras de Francia, y el propio rey Luis XV tomó cartas en el asunto y envió en 1765 a su cazador real, Antoine de Beauterne.

Ruina para la economía

La región estaba devastada, y no solo por el número de muertos. Las mujeres se negaban a salir solas al campo y los hombres perdían jornadas de labor al tener que incorporarse a las batidas de caza. Como consecuencia, se resentían los trabajos de los que dependía la economía de la región, y al terror se sumaba el descontento general. De Beauterne pareció tener más suerte que otros, y al poco de su llegada logró rodear a la bestia con su grupo de cazadores. Los disparos le atravesaron un hombro y el cráneo pero, como había ocurrido antes, se levantó y cargó contra el propio Beauterne. Una nueva andanada de disparos acabó con ella definitivamente.

bestia de Gévaudan
Un monstruo de origen incierto, descrito como un lobo enorme y feroz, convirtió a la región de Gévaudan en escenario de un misterio sin resolver. Imagen: DALL-E. Ilustración artística.

Final con prórroga

Cuando la examinaron de cerca, concluyeron que la bestia era un lobo, pero de tamaño excepcional: 1,8 metros de largo, 65 kilos de peso y garras de tres centímetros y medio. La noticia se recibió con regocijo en toda la región, más aún cuando los dos meses siguientes transcurrieron sin muertes. Pero en 1766 desaparecieron algunas personas de Gévaudan, y la primavera del siguiente año se reanudaron los ataques. A pesar de que las autoridades intentaron ocultarlas, hubo catorce víctimas mortales entre marzo y junio cerca de la población de Paulhac.

Si la bestia había vuelto, la población no estaba dispuesta a pasar de nuevo por la pesadilla. Un noble local, el marqués D’Apecher, organizó una partida de más de trescientos hombres. Entre ellos figuraba Jean Chastel, amigo de algunas de las víctimas, que se apostó en la linde del bosque con su arma cargada con balas de plata y un libro de oraciones. De repente, la bestia surgió ante él mientras huía y Chastel la mató de dos disparos.

Al igual que el ejemplar abatido por De Beauterne, recordaba a un lobo, si bien mucho más grande. En su estómago se encontraron restos de una niña pequeña. Unos días después, en una nueva batida, otro cazador dio muerte a una gigantesca hembra de lobo, quizá la compañera del primero. Tras la muerte de estos dos animales, cesaron por completo los ataques en la región.

Cortesía de Muy Interesante



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