Descubren en una oveja de la Edad del Bronce el ancestro más antiguo de la bacteria de la peste negra: ya infectaba animales miles de años antes de las grandes pandemias

En la estepa euroasiática, hace casi 4.000 años, un pequeño asentamiento fortificado bullía con la vida de pastores y ganaderos que domesticaban ovejas, vacas y caballos. Entre ellos, un animal en particular portaba sin saberlo la semilla de una de las enfermedades más devastadoras de la historia. Un reciente análisis de ADN antiguo ha revelado que una oveja de la Edad del Bronce en el asentamiento de Arkaim, en los Urales del sur, estaba infectada con una versión primitiva de la bacteria Yersinia pestis, el patógeno que siglos después sembraría el terror en Europa con la peste negra.

El hallazgo, publicado en un preprint en bioRxiv por un equipo de científicos de la Universidad de Harvard y el Instituto Max Planck, marca un antes y un después en nuestra comprensión de la evolución de la peste. Hasta ahora, los investigadores habían identificado esta antigua cepa de Y. pestis, conocida como la “línea del Neolítico Tardío y la Edad del Bronce” (LNBA, por sus siglas en inglés), únicamente en restos humanos. Sin embargo, el descubrimiento de esta bacteria en un animal doméstico sugiere que la peste pudo haber tenido un camino de transmisión completamente diferente en sus primeras etapas, sin necesidad de pulgas ni ratas.

Un patógeno milenario en una oveja inesperada

El sitio arqueológico de Arkaim es conocido por ser un asentamiento de la cultura Sintashta, una civilización clave en la domesticación temprana de caballos y la expansión del pastoreo en la estepa euroasiática. Los investigadores analizaron ADN antiguo de los restos de ovejas y vacas hallados en la zona y, sorprendentemente, encontraron rastros de Y. pestis en un diente de oveja fechado entre el 1935 y el 1772 a.C.

Lo más sorprendente de este descubrimiento es que la cepa hallada en el animal no es una mutación aislada, sino que es prácticamente idéntica a las encontradas en restos humanos de la misma época en Europa central. Esto sugiere que la peste ya circulaba en rebaños y comunidades humanas miles de años antes de las pandemias medievales.

Hasta ahora, la visión tradicional sobre la propagación temprana de la peste había estado centrada en la transmisión a través de pulgas de roedores. Sin embargo, esta antigua cepa carece del gen ymt, responsable de la adaptación de la bacteria a las pulgas, lo que indica que el contagio se producía por otros medios. Los científicos plantean la posibilidad de que los humanos se infectaran por contacto directo con los animales, al consumir su carne, manipular sus pieles o, incluso, por la convivencia cercana en los mismos refugios.

La estructura de Yersinia pestis, la bacteria responsable de la Peste Negra, revela los secretos de una de las enfermedades más mortales de la historia.
La estructura de Yersinia pestis, la bacteria responsable de la Peste Negra, revela los secretos de una de las enfermedades más mortales de la historia. Foto: Istock / Christian Pérez (composición)

El gran enigma: ¿quién contagió a quién?

El descubrimiento ha abierto una nueva incógnita en la historia de la peste. ¿Fueron los humanos quienes transmitieron la enfermedad a los animales o sucedió al revés? Algunas teorías sugieren que los rebaños de ovejas pudieron haber actuado como intermediarios en la expansión de la peste, al moverse por largas distancias junto con los pastores.

Otra posibilidad es que los rebaños adquirieran la bacteria al pastar en zonas donde los humanos infectados habían enterrado a sus muertos o donde se habían realizado cremaciones. En las sociedades de la Edad del Bronce, la relación entre humanos y animales era mucho más estrecha que en tiempos modernos, con viviendas compartidas y prácticas que facilitaban la transmisión de enfermedades.

Curiosamente, esta forma temprana de peste parece haber sido menos letal que sus descendientes medievales. No generaba brotes explosivos como la peste negra, que en el siglo XIV acabó con un tercio de la población europea, sino que probablemente circulaba en comunidades de manera más lenta y persistente.

El ADN de la bacteria Yersinia pestis ha sido identificado en una oveja de la Edad del Bronce, proporcionando una nueva pista sobre cómo la peste pudo haberse propagado entre las antiguas comunidades agrícolas
El ADN de la bacteria Yersinia pestis ha sido identificado en una oveja de la Edad del Bronce, proporcionando una nueva pista sobre cómo la peste pudo haberse propagado entre las antiguas comunidades agrícolas. Fuente:

Una enfermedad que viajó con los pastores de la estepa

El contexto en el que apareció esta peste temprana es clave para entender su expansión. Durante la Edad del Bronce, la región donde se encuentra Arkaim era un punto neurálgico de la migración de los pueblos de la estepa. La domesticación del caballo y la invención del carro de guerra permitieron a los pastores moverse a grandes distancias, lo que facilitó la propagación de la enfermedad.

Estudios previos han demostrado que los pueblos de la estepa euroasiática fueron responsables de importantes migraciones que moldearon el mapa genético de Europa y Asia. Ahora, el descubrimiento de la peste en una oveja sugiere que, junto con su cultura y sus avances tecnológicos, también pudieron haber llevado consigo un enemigo invisible: una bacteria que, siglos más tarde, evolucionaría hasta convertirse en la pesadilla de la humanidad.

Rebaños de ovejas, como los que pastaban en la estepa euroasiática hace 4.000 años, podrían haber jugado un papel clave en la propagación temprana de la peste
Rebaños de ovejas, como los que pastaban en la estepa euroasiática hace 4.000 años, podrían haber jugado un papel clave en la propagación temprana de la peste. Foto: Istock

El eslabón perdido de la historia de la peste

Este hallazgo es un recordatorio de que la historia de las enfermedades no solo se encuentra en los huesos humanos, sino también en los animales que convivieron con nuestros ancestros. El hecho de que la peste ya estuviera presente en el ganado hace 4.000 años plantea nuevas preguntas sobre su origen y su evolución antes de convertirse en una de las enfermedades más letales de la historia.

Todavía queda mucho por descubrir. ¿Qué otros animales pudieron haber sido portadores? ¿Cómo exactamente se transmitía entre especies? ¿Hubo más brotes de peste desconocidos en la prehistoria? Lo que está claro es que la historia de la peste es más compleja de lo que se creía, y esta oveja de la Edad del Bronce podría ser la clave para entender su verdadero origen.

Referencias

  • Light-Maka I, Hermes TR, Bianco RA, et al. Bronze Age Yersinia pestis genome from sheep sheds light on hosts and evolution of a prehistoric plague lineage. bioRxiv. 2025.02.07.637078; doi: 10.1101/2025.02.07.637078

Cortesía de Muy Interesante



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