Durante años, la donación de sangre ha sido vista como un acto puramente altruista. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Blood podría cambiar esa percepción. Más allá de salvar vidas, donar sangre regularmente podría traer beneficios inesperados para la salud del propio donante.
Investigadores del Francis Crick Institute y otras instituciones europeas han encontrado que los donantes habituales—hombres mayores de 60 años que han donado sangre más de 100 veces a lo largo de su vida—desarrollan mutaciones específicas en sus células madre sanguíneas. Estas mutaciones, lejos de ser perjudiciales, parecen conferir ventajas biológicas, como una mayor capacidad para regenerar glóbulos rojos y, potencialmente, un menor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer en la sangre.
El curioso efecto de la donación en las células madre
El equipo de investigadores analizó muestras de sangre de 217 donantes frecuentes y las comparó con las de 212 hombres de la misma edad que solo habían donado sangre unas pocas veces en su vida. Lo que encontraron fue sorprendente: las células madre sanguíneas de los donantes frecuentes mostraban un patrón de mutaciones distinto, especialmente en el gen DNMT3A.
Este gen juega un papel clave en la producción de células sanguíneas. Su mutación es común en la hematopoyesis clonal, un fenómeno que se vuelve más frecuente con la edad y que en algunos casos puede estar vinculado a un mayor riesgo de cáncer. No obstante, las mutaciones observadas en los donantes frecuentes parecían no solo inofensivas, sino incluso beneficiosas.
Para entender mejor el papel de estas mutaciones, los científicos llevaron sus experimentos al laboratorio. Allí, modificaron células madre sanguíneas humanas con las mismas mutaciones encontradas en los donantes y las sometieron a condiciones que imitaban el proceso de regeneración tras una donación de sangre.
Uno de los factores clave en esta regeneración es la eritropoyetina (EPO), una hormona que el cuerpo produce cuando detecta una pérdida significativa de sangre. Esta señal biológica estimula la médula ósea para que produzca más glóbulos rojos.

Los resultados fueron claros: en presencia de EPO, las células madre con la mutación DNMT3A crecieron un 50 % más rápido que las células sin la mutación. Este efecto sugiere que, con cada donación de sangre, el cuerpo favorece la proliferación de células madre sanguíneas con estas mutaciones beneficiosas.
Un posible escudo contra el cáncer de la sangre
El siguiente paso en la investigación fue aún más intrigante. Los científicos mezclaron células madre con las mutaciones de los donantes frecuentes junto con células portadoras de mutaciones relacionadas con la leucemia. Lo que observaron fue llamativo: las células madre de los donantes frecuentes lograron superar en crecimiento a las células potencialmente cancerosas.
Esto plantea una hipótesis fascinante: la donación de sangre frecuente podría actuar como un mecanismo de selección natural que refuerza las células madre más saludables y suprime la proliferación de aquellas que podrían derivar en enfermedades malignas.
Aunque la idea es prometedora, los propios autores del estudio advierten que aún es pronto para sacar conclusiones definitivas. Los experimentos en laboratorio ofrecen pistas importantes, pero no reflejan por completo la complejidad del cuerpo humano.
De hecho, a pesar de los hallazgos, los expertos advierten que estos beneficios no necesariamente aplican a todas las personas. La composición genética de cada individuo juega un papel clave en cómo responden sus células madre a la donación frecuente de sangre.
Además, el estudio solo incluyó a hombres mayores de 60 años, por lo que no está claro si los mismos efectos se producirían en mujeres o en personas más jóvenes. Los investigadores planean ampliar su estudio para incluir una muestra más diversa y comprender mejor el impacto a largo plazo de la donación frecuente.
La paradoja del “efecto donante saludable”
Hay otro factor que complica la interpretación de estos resultados: el llamado “efecto donante saludable”. Las personas que donan sangre suelen ser más sanas en general, ya que deben cumplir con estrictos requisitos médicos antes de cada donación. Es posible que este grupo de donantes frecuentes ya tuviera un sistema sanguíneo más robusto desde el principio, lo que podría haber influido en los resultados del estudio.
Aún así, los datos sugieren que la exposición repetida a la regeneración de la sangre podría estar moldeando la evolución de las células madre sanguíneas de formas que aún estamos empezando a comprender.

Un motivo más para donar
Independientemente de estos efectos biológicos, lo cierto es que la donación de sangre sigue siendo un acto crucial para la salud pública. Los bancos de sangre de todo el mundo dependen de donantes regulares para salvar millones de vidas cada año.
Los próximos años serán clave para investigar si estos hallazgos pueden traducirse en recomendaciones médicas concretas. ¿Podría la donación frecuente ser una estrategia para reducir el riesgo de enfermedades hematológicas? ¿Hay formas de potenciar estos efectos positivos?
Por ahora, la ciencia nos da una nueva razón para valorar la importancia de donar sangre, no solo por quienes la necesitan, sino también por la posibilidad de que este gesto tenga un impacto positivo en nuestra propia biología.
Referencias
- Karpova D, Huerga Encabo H, Donato E, et al. Clonal Hematopoiesis Landscape in Frequent Blood Donors. Blood. 2025;blood.2024027999. doi:10.1182/blood.2024027999
Cortesía de Muy Interesante
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