El puerperio -el periodo en el cual el cuerpo de una mujer se reajusta después de haber parido- es más largo de lo que se pensaba. Esa fase, que las obstetras llaman el “cuarto trimestre” del embarazo, se extiende en realidad durante más de un año.
Así lo indica un estudio de un equipo de Israel, que ha analizado más de 40 millones de test de sangre, orina y otros, practicados a 300.000 embarazadas y puérperas en ese país. Algunos parámetros fisiológicos de esas mujeres aún no habían vuelto a valores anteriores al embarazo un año y medio después de parir, el periodo máximo de observación del estudio.
Investigación contra corriente
La ciencia del embarazo sigue sufriendo un déficit de estudios. “Es un proceso que afecta unicamente a las mujeres, y estas han estado marginadas en la investigación científica”, explica Elisa Llurba, directora del servicio de ginecología del Hospital de Sant Pau.
Además, estudiarlo es todo un reto. “Es un periodo corto, con parámetros [fisiológicos] muy distintos al resto de la población”, afirma Llurba. “Es muy difícil hacer estudios: por ejemplo, a una embarazada no puedes darle cualquier fármaco”, dice Toni Payà, jefe de servicio de obstetricia y ginecología del Hospital del Mar.
El posparto está aún menos estudiado. “Muchas mujeres entran en el sistema de salud gracias a las pruebas que se les practican durante el embarazo, pero después del parto les perdemos la pista”, dice Berta Serrano, de la Unidad de Alto Riesgo Obstétrico del Hospital de la Vall d’Hebron. A veces, el control puerperal no va más allá de una sola prueba.
300.000 embarazadas
El equipo del Instituto Weitzmann ha conseguido un alijo de datos de Clalit Healthcare, la mayor organización proveedora de salud pública en Israel. Se trata de 44 millones de resultados derivados de 76 tipos de pruebas (colesterol, glóbulos rojos, células del sistema imunitarios, etcétera), llevadas a cabo en 300.000 embarazos, entre 2003 y 2020. Los datos cubren 20 semanas antes de la concepción, las 40 del embarazo, y 80 semanas después del parto. Las embarazadas, que pertenecen a todos los grupos de la sociedad israelí, incluyendo a los árabes israelíes, tienen entre 20 y 35 años y no tienen patologías previas.
Los expertos consultados coinciden en que se trata de una base de datos de un tamaño sin precedentes, pero apuntan a dos limitaciones. Primero, excluye a las madres de más de 35 años, que son cada vez más. Segundo, los datos están anonimizados por razones de privacidad: los autores no pueden seguir recorridos individuales y ponen en el mismo saco todas las mujeres que están en la misma semana de embarazo o puerperio. “Para sacar conclusiones más sólidas hay que hacer estudios de la evolución individual de cada mujer”, afirma Payà.
Un largo posparto
No obstante estas limitaciones, los resultados llaman la atención. Alrededor del 40% de los 76 test no se han estabilizado 10 semanas después del parto. Algunos valores del hígado y del riñón, el calcio o el colesterol tardan entre seis meses y un año en estabilizarse.
Cuando lo hacen, no siempre vuelven a la situación anterior al embarazo. Algunos marcadores de inflamación, el hierro y el índice de masa corporal siguen alterados año y medio después del parto.
“No son diferencias peligrosas, pero esos tiempos llaman la atención”, afirma Ron Moran, coautor del trabajo. “Los parámetros tardan mucho más de lo que pensábamos en volver a la normalidad”, afirma Payà. “El cuarto trimestre de embarazo podría ser, en realidad, un año o más”, constata Serrano.
La lactancia podría un papel importante en mantener los parámetros en un estado especial. Sin embargo, el estudio no lo puede confirmar, porque los datos no identifican a las mujeres que dan el pecho.
Redefinir lo normal
Payà subraya que de ninguna forma estos valores alterados implican que el posparto sea una condición patológica. De hecho, una aplicación del estudio sería redefinir cuáles son los parámetros “normales” en una puérpera, según Llurba, y así detectar cuándo hay desviaciones realmente peligrosas.
Otra aplicación interesante surge del conjunto de datos anteriores al embarazo. En ellos, los autores encuentran algunos cambios como un incremento en el ácido fólico, que probablemente corresponden a que las mujeres están planificando el embarazo y tomando esa sustancia beneficiosa en antícipo.
Pero lo más interesante es que, ya antes del embarazo, se detectan unos valores distintos en aquella mujeres que luego desarrollan preeclampsia o diabetes gestacional. “Por ejemplo, las mujeres que desarrollan diabetes gestacional tienen unos patrones distintos de triglicéridos”, afima Moran. Los datos no permiten hacer predicciones, pero sugieren pistas futuras de investigación.
Cuerpo de atleta
El estudio no le sorprende a Payà. “El embarazo es una bomba para el organismo. El corazón de una embarazada experimenta una hipertrofia que un atleta consigue sólo con dos años de entrenamiento. Es lógico que el cuerpo cambie después del embarazo”, afirma el médico.
“El estudio sugiere que el posparto es un periodo especial, como la adolescencia y la menopausia. Las puérperas no están enfermas, pero seguramente necesitan una mirada especial y un trato singular. Los primeros meses de crianza tienen que estar protegidos como un periodo de oro”, concluye Llurba.
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Cortesía de El Periodico
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