Fuente de la imagen, Robin Dembroff
- Autor, Gerardo Lissardy
- Título del autor, BBC News Mundo
Jason Stanley corre de un compromiso a otro: reuniones, un debate frente a cientos de personas, un teléfono que suena sin cesar con pedidos de entrevistas y sus hijos que le avisan que siguen sin tomar el desayuno.
Este profesor de filosofía de la Universidad de Yale tiene una vida más agitada que de costumbre desde que hace unos días anunció que abandonará Estados Unidos debido al clima político en el país y a lo que considera riesgos de una incipiente dictadura.
Autor de “Cómo funciona el fascismo” —un libro que desde su publicación en 2018 ha sido traducido a más de 20 idiomas, incluido el español — Stanley está convencido de que esa etiqueta se ajusta al gobierno de Donald Trump.
“Creo que ya somos un régimen fascista”, dice Stanley durante una entrevista con BBC Mundo en la que aborda desde su decisión de mudarse a Canadá hasta la ofensiva gubernamental sobre universidades en EE.UU.
Así como él, otros dos destacados académicos de Yale y críticos de Trump, los profesores de historia Timothy Snyder y Marci Shore, también han anunciado que se irán a trabajar a la Universidad de Toronto, en Canadá.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con Stanley, quien nació hace 55 años de una pareja de inmigrantes europeos (su abuela huyó de la Alemania nazi con su padre en 1939) y cuyo último libro se titula “Borrar la historia: cómo los fascistas reescriben el pasado para controlar el futuro”:

¿Por qué dejas tu país de origen, los Estados Unidos de América?
La razón principal es el clima político, tanto para mi profesión de académico como para mis hijos, que son negros y judíos.
Creo que a los judíos estadounidenses los están convirtiendo en el centro de la política aquí y eso es muy peligroso. Es como que están siendo utilizados por la administración Trump para atacar instituciones democráticas como las universidades. Y que a la gente judía nos usen como una especie de mazo para el fascismo me resulta muy perturbador para nuestro futuro como país, porque emplean el estereotipo de que controlamos las instituciones, y eso sólo va a crear antisemitismo.
Además mis dos hijos son negros y su identidad está siendo borrada, atacada y minimizada.
Probablemente no iba a marcharme, pero una vez que Columbia cedió (ante Trump), empecé a pensar que las instituciones académicas no están viendo la naturaleza existencial de este momento ni reconociendo que es una guerra mucho más grande de lo que advierten.
Te refieres a la decisión de la Universidad de Columbia de aceptar ciertas exigencias del gobierno de Trump para mantener financiamiento federal. ¿Qué te alarmó exactamente en este caso?
Es el peor ataque a la libertad de expresión en mi vida, peor que el Macartismo. Intervinieron un departamento académico porque el gobierno federal no estaba de acuerdo con su ideología.
Las personas ajenas al mundo académico no entienden lo dramático que es esto. Intervenir un departamento académico por motivos ideológicos es algo completamente nuevo.

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Columbia ya había obligado a jubilarse anticipadamente a Katherine Franke, una importante directora de un centro de su facultad de derecho, por comentarios que hizo.
Yo he criticado las acciones de Israel en Gaza y no soy antisionista. Estuve a favor de un cese el fuego muy temprano. Me preocupa mucho que se produzcan acciones genocidas en Gaza. Y esto me pone en la categoría de… ya sabes, es la excusa que están utilizando: gente crítica con las acciones de Israel, con la guerra.
He trabajado con los estudiantes judíos progresistas en mi propio campus. Pero el gobierno usa cínicamente la acusación de antisemitismo contra los izquierdistas, hasta el punto de que Columbia obligó a jubilarse a uno de sus profesores más distinguidos. Entonces, ¿quién dice que esto no se extenderá?
Ya sabes cómo funciona el fascismo. Están haciendo de Columbia un ejemplo, pero la administración de Columbia cedió de inmediato.
La presidenta de la Universidad de Columbia dimitió tras aceptar las exigencias del gobierno de Trump. ¿Cambia esto en algo tu posición?
Por supuesto que no, porque nombraron a una integrante del consejo directivo como presidenta interina. ¿Qué tiene que ver un miembro del consejo directivo con esto? Es aún más inquietante.
No está claro por qué dimitió la presidenta. Pero cuando el fascismo amenaza hay muchas ilusiones, muchos dicen que no es tan malo.
Al principio pensamos que la presidenta de Columbia dimitió por la presión del profesorado. Cuando intervinieron el departamento de Medio Oriente decían que quizás quien lo dirija deje al profesorado seguir tomando sus propias decisiones, que tal vez era algo apenas simbólico.
Katrina Armstrong (la entonces presidenta de la universidad) aparentemente dijo en una reunión de facultad que no habría un gran cambio. Parece que la Casa Blanca se enteró y fue como que sí tiene que haber gran cambio, así que debía renunciar. Es algo aterrador, porque significa que están prestando atención de verdad.
El presidente Trump, su gobierno y sus partidarios sostienen que durante las protestas universitarias contra la guerra en Gaza, Columbia permitió comportamientos antisemitas y reprimió el discurso académico. ¿Cómo analizas esto?
Bueno, yo estoy en Yale y no presencié las protestas de Columbia. Es probable que hubiera al menos tanto antipalestinismo como antisemitismo en ese campus. ¿Y qué experimentaron los estudiantes palestinos o árabes? A todos les llaman antisemitas. La situación para los estudiantes árabes en el campus era igual de dura.

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Y había muchos estudiantes judíos en los campamentos. Pero su existencia se borró por completo. Los medios tardaron meses en notar que había muchos estudiantes y profesores judíos como yo protestando contra Israel.
La gente hizo una distinción entre judíos buenos y malos. Los judíos buenos eran los que apoyaban las acciones de Israel en Gaza, y los malos eran los que protestaban. Es antisemita hacer distinciones entre judíos buenos y malos.
Muchos judíos estadounidenses, los que son jóvenes en especial, estábamos tan horrorizados por las acciones de Israel como cualquier persona. Y borrarnos del movimiento progresista nacional, del movimiento contra la guerra, diciendo que los judíos que participaron en las protestas no eran judíos es la peor forma de antisemitismo.
Eres experto en fascismo. ¿Puedes explicar el riesgo que ves de que EE.UU. se convierta en una “dictadura fascista”, como has advertido al anunciar tu decisión en el Daily Nous, un sitio web sobre la profesión filosófica?
Bueno, las instituciones democráticas serán atacadas. Ya se ha roto el Estado de derecho. Están deteniendo a estudiantes… Creo que ya somos un régimen fascista.
¿Por qué lo dices?
Porque lo somos, porque ya no tenemos Estado de derecho.
Estoy aburrido de discutir eso. Si no puedes verlo… El presidente y Elon Musk están haciendo lo que quieren. Los tribunales son un desastre… No somos la Alemania nazi, pero vamos camino de algo muy malo.
No puedo hablar de cosas obvias. En esto no se necesitan expertos. ¿Por qué se precisa un experto para decir que el Estado de derecho se ha roto? Están atacando a los medios, a los tribunales y a las universidades. Mike Johnson (el congresista republicano que preside la Cámara de Representantes) dijo explícitamente: vamos a disolver los tribunales si no están de acuerdo con nosotros.
Hay un millón de razones. Están deteniendo a estudiantes en la calle por escribir artículos de opinión, y están diciendo que nadie que no sea ciudadano estadounidense ahora mismo puede hablar de política porque pueden quitarle el visado de inmediato. ¿Por qué habrían de detenerse con los que no son ciudadanos estadounidenses?
Trump ha sido muy claro sobre sus puntos de vista y sus objetivos desde antes de ser elegido, y aun así ganó el voto popular en noviembre. ¿Dirías entonces que gran parte de la sociedad estadounidense simpatiza con el fascismo?
Sí. En todos los países el 30% de la gente quiere fascismo. La Europa de la posguerra es muy consciente de que las democracias pueden votar para socavarse a sí mismas.

Fuente de la imagen, Simon & Schuster
Este es el problema más antiguo de la filosofía política democrática. Se remonta a Platón: que en las democracias se presente un demagogo aterrorizando al pueblo acerca de un enemigo interno y un enemigo externo, y cuando tome el poder… Mira a Putin: ¿por qué más del 80% de los rusos apoyan a Putin en encuestas independientes.
Pero también se trata de las instituciones, ¿no? Estás sugiriendo que perdiste la confianza en la capacidad de las instituciones que han impedido hasta ahora una dictadura en EE.UU. para puedan hacerlo…
Creo que tenemos una dictadura. Afirman que son una dictadura. Dicen que tienen los poderes de una dictadura. Y no creo que las instituciones les estén demostrando que están equivocados.
Ciertamente Trump actúa como un dictador y dice que es un dictador. Y su partido vota 100% con él. Actúan como en un sistema unipartidista, sin oposición, como el partido de un dictador. Y se supone que las instituciones deben decir: “No, usted no es un dictador”. Pero eso no está ocurriendo.
Trump dice que es un rey, que es la autoridad absoluta. El 100% de su partido está con él. Se parece a China o a cualquier país autoritario, y las instituciones no lo detienen. ¿Que a la gente le gusta ese tipo de cosas? Claro que sí.
Eres profesor de filosofía, que en cierto modo consiste en plantear preguntas. ¿Cuál dirías que es la principal pregunta filosófica que enfrentan los estadounidenses en este momento?
La principal pregunta filosófica es una antigua, la cuestión de la ideología: ¿por qué hay tanta gente dispuesta a sufrir?
Muchos partidarios de Trump sufren terriblemente bajo estas políticas para darle dinero a los multimillonarios. Es una vieja pregunta que también surgió con la monarquía: ¿por qué había tanta gente dispuesta a morir para que un rey pudiera vanagloriarse? ¿Por qué hay tantos estadounidenses dispuestos a sacrificar su bienestar material para que Elon Musk se vuelva más rico?

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Cortesía de BBC Noticias
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