Desde Lima
La cárcel reservada para expresidentes, ubicada en un cuartel policial en las afueras de Lima, tendrá un nuevo inquilino. Ollanta Humala, que gobernó entre 2011 y 2016, ha sido condenado a 15 años por lavado de activos agravado, por los aportes ocultos de más de tres millones de dólares a sus campañas electorales de 2006 y 2011. Su esposa, Nadine Heredia, recibió la misma pena. Humala, que asistió a la lectura de sentencia, quedó detenido. Heredia no estuvo en el tribunal y se dictó orden de captura. La pudo eludir pidiendo asilo en la embajada de Brasil.
Humala es el tercer presidente peruano condenado por corrupción, después de Alberto Fujimori, también sentenciado por crímenes de lesa humanidad, y Alejandro Toledo. La sentencia a Humala y su esposa será apelada ante la Corte Suprema. El tribunal decidió que los acusados queden en prisión desde ahora, antes que la apelación sea resuelta, una facultad del juzgado, pero que el abogado de Humala, Wilfredo Pedroza, calificó como una decisión “arbitraria” que no esperaban.
Pedido de asilo
Varias horas después de la sentencia, luego que la policía la había ido a buscar sin éxito a su casa y en medio de especulaciones que estaría en una clínica, se supo que Heredia estaba en la embajada de Brasil, donde pidió asilo. Así lo confirmó un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores. Al momento del envío de este despacho, no se conocía una respuesta del gobierno de Brasil al pedido de asilo.
Humala, por su parte, quedó detenido a la espera de ser derivado a un penal. Sería llevado a la cárcel de Barbadillo, donde los únicos detenidos son los exmandatarios Alejandro Toledo y Pedro Castillo, este último con prisión preventiva por el cargo de rebelión por su intento de cerrar el Congreso. El fallecido exdictador Fujimori inauguró este penal en 2007 y estuvo recluido hasta su ilegal indulto en diciembre de 2023. Humala ya estuvo en Barbadillo con prisión preventiva entre julio de 2017 y abril de 2018 por este mismo caso.
La acusación
La sentencia afirma que Humala y su esposa captaron aportes ocultos del gobierno de Venezuela y de la constructora brasileña Odebrecht que fueron lavados a través de falsos aportantes de las campañas, y que se quedaron con una parte de ese dinero. Se indica en el fallo judicial que el gobierno de Venezuela entregó 200 mil dólares para la campaña de 2006, en la que Humala perdió ante Alan García, recibidos a través de valijas diplomáticas –“no hay ninguna prueba de esas entregas, solo dichos”, aseguró la defensa de Humala- y contratos de trabajo de Nadine Heredia con una empresa que según la sentencia eran fantasmas para ocultar las entregas de dinero.
En el caso de Odebrecht, se señala en la sentencia que la constructora entregó a Humala tres millones de dólares para las elecciones de 2011, que lo llevaron a la presidencia, dos millones en efectivo a Heredia y el resto pagado a publicistas brasileños que apoyaron esa campaña. Testimonios de altos directivos de la constructora han revelado estas entregas. Es la acusación más sólida. Humala niega haber recibido ese dinero.
La sentencia a Humala es la primera por aportes secretos a campañas electorales y marca un precedente fundamental para otros procesos similares, como los del expresidente Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori, acusados por el mismo delito. La sentencia a Humala define que si bien en ese momento no existía el delito de financiamiento ilegal de campañas electorales -establecido en 2019- los aportes ocultos a las campañas constituyen delito de lavado. Otra decisión clave para otros casos es la aceptación por el tribunal de la validez de los testimonios de los funcionarios brasileños de Odebrecht a la Fiscalía peruana a pesar que no declararon en el juico y que la justicia en Brasil invalidó los testimonios de estos funcionarios en otros procesos en ese país.
“Sentencia histórica”
“Esta es una sentencia histórica. No existe ninguna persecución política, nuestro trabajo ha sido técnico, con pruebas que se han presentado. Esta sentencia es un elemento fundamental para otros casos, como el de Keiko Fujimori”, declaró el fiscal del caso Humala, Germán Juárez.
Con los precedentes jurídicos establecidos en la sentencia a Humala se caen dos argumentos centrales de la defensa de la hija del exdictador Fujimori, también procesada por aportes clandestinos a campañas electorales, aunque de una magnitud significativamente mayor: que no hay delito de lavado en recibir y usar aportes ocultos en las campañas electorales y que los testimonios de los funcionaros de Odebrecht no son válidos. Sin embargo, en el proceso a Keiko, que tiene un poder político que Humala ya no tiene, se mueven presiones y tratos oscuros para salvarla de una condena tumbándose el juicio.
Siendo comandante del ejército, Ollanta Humala saltó a la fama el año 2000 cuando se levantó contra la dictadura de Fujimori, en momentos que ese régimen ya agonizaba. Fue detenido, pero pronto liberado. En 2006, ya retirado, postuló a la presidencia. Quedó segundo. Repitió en 2011 y ganó con el apoyo de la izquierda. Pero luego de asumir la presidencia rompió con la izquierda y llevó adelante un gobierno de continuidad neoliberal. En las elecciones de 2021 intentó un retorno, pero fue derrotado abrumadoramente. El Partido Nacionalista que encabezaba desapareció. Desde entonces, se ha convertido en una figura irrelevante en la política, dedicado al proceso judicial que lo ha llevado a prisión.
Cortesía de Página 12
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