Esta flauta tiene más de 42.000 años y aún se escucha de maravilla: es el instrumento musical más antiguo hallado hasta hoy

En el corazón del Jura de Suabia, en el sur de Alemania, se encuentra una modesta cueva con un nombre tan complicado como su importancia en la historia humana: Geißenklösterle. Allí, bajo capas de sedimentos que han protegido su contenido durante decenas de milenios, un equipo internacional de científicos descubrió algo que está transformando por completo nuestra comprensión del nacimiento de la cultura simbólica: flautas hechas con huesos de aves y colmillos de mamut que datan de hace más de 42.000 años.

Este hallazgo no es nuevo en sí mismo. Las flautas fueron excavadas hace años, pero en el año 2012, gracias a técnicas más precisas de datación por radiocarbono, supimos que estos instrumentos musicales son significativamente más antiguos de lo que se pensaba. El trabajo, liderado por investigadores de las universidades de Oxford y Tübingen y publicado en la revista Journal of Human Evolution, proporcionó fechas más fiables mediante un protocolo mejorado que elimina mejor la contaminación de los restos óseos. Y eso lo cambia todo.

Un calendario cultural que se adelanta varios milenios

Hasta ahora, se creía que la cultura Auriñaciense —la primera asociada con humanos anatómicamente modernos en Europa— se estableció en el continente tras el fin de una severa fase climática del último periodo glacial, conocida como el evento H4, hace unos 40.000 años. Según esa cronología, las innovaciones culturales, como la música, el arte y los adornos personales, habrían surgido cuando el clima empezó a suavizarse. Pero las nuevas dataciones desde Geißenklösterle indican que todo eso ya estaba en marcha mucho antes.

Los investigadores han obtenido fechas entre 42.000 y 43.000 años para los niveles más antiguos del Auriñaciense en la cueva. Esto significa que los primeros humanos modernos ya estaban en el valle del Alto Danubio no solo antes del H4, sino en un periodo relativamente templado, cuando el ecosistema aún era habitable para los últimos grupos de neandertales que vivían en la región.

Lo que estos resultados sugieren es un escenario más complejo: los humanos modernos no habrían esperado a que pasara el frío, sino que llegaron antes, durante una ventana climática favorable. Y lo hicieron trayendo consigo un bagaje cultural asombroso: instrumentos musicales, arte figurativo, colgantes, herramientas sofisticadas y posiblemente, una cosmovisión simbólica completamente diferente.

Nuevas dataciones en la cueva de Geißenklösterle, en el suroeste de Alemania, sitúan la llegada de los humanos modernos y el origen del arte y la música en Europa entre hace 42.000 y 43.000 años
Nuevas dataciones en la cueva de Geißenklösterle, en el suroeste de Alemania, sitúan la llegada de los humanos modernos y el origen del arte y la música en Europa entre hace 42.000 y 43.000 años. Foto: Universidad de Tübingen

La cuna del arte y la música… ¿en Alemania?

La cueva de Geißenklösterle no está sola. En la región también se encuentran Hohle Fels, Vogelherd y Hohlenstein-Stadel, todas famosas por contener artefactos similares del mismo periodo. Entre ellos, pequeñas esculturas talladas en marfil de mamut que representan figuras humanas y animales, algunas de ellas con una carga mítica evidente. El famoso “Hombre León” de Hohlenstein-Stadel es uno de los ejemplos más icónicos del arte prehistórico mundial.

Pero el descubrimiento más simbólico sigue siendo la flauta. Fabricada a partir del hueso del ala de un ave y tallada con precisión para producir notas musicales, esta flauta no solo representa un instrumento musical. Es también una ventana a un mundo en el que la música ya tenía un rol en la vida social y ritual de los primeros Homo sapiens europeos.

Los análisis que se realizaron en 2012 dejaron claro que los restos de fauna encontrados junto a estos instrumentos fueron afectados por dataciones incorrectas en el pasado. Esto se debía a técnicas de limpieza que no eliminaban completamente los contaminantes. El uso de un proceso llamado ultrafiltración, que separa los elementos más puros del colágeno óseo, ha permitido obtener resultados mucho más precisos, lo que ha desplazado las fechas en varios miles de años hacia atrás.

¿Dónde estaban los neandertales?

La llegada de los humanos modernos a Europa es un capítulo fascinante de la prehistoria. Durante miles de años, el continente fue territorio exclusivo de los neandertales. Pero entre 45.000 y 30.000 años atrás, Homo sapiens fue avanzando, desplazando poco a poco a sus parientes evolutivos.

Lo intrigante es que, pese a los esfuerzos por encontrar señales de contacto o mestizaje cultural en esta región concreta del Danubio, no se ha hallado evidencia arqueológica clara de interacción entre ambas especies en Geißenklösterle ni en otras cuevas cercanas. Esto sugiere que los neandertales podrían haber desaparecido del lugar antes de que los humanos modernos llegaran, o bien que las diferencias culturales eran tan grandes que no dejaron huellas compartidas.

Lo que sí está claro es que, donde antes había silencio y herramientas simples, de pronto apareció un mundo simbólico: música, tallas artísticas, adornos personales, instrumentos de hueso. Todo ello surgido aparentemente de forma autónoma y con una riqueza que no encontramos en los registros anteriores.

Durante las excavaciones realizadas en el verano de 2008 en los yacimientos de Hohle Fels y Vogelherd, los arqueólogos descubrieron nuevas pruebas de música paleolítica, entre ellas los restos de una flauta de hueso casi completa y varios fragmentos dispersos de tres flautas talladas en marfil
Durante las excavaciones realizadas en el verano de 2008 en los yacimientos de Hohle Fels y Vogelherd, los arqueólogos descubrieron nuevas pruebas de música paleolítica, entre ellas los restos de una flauta de hueso casi completa y varios fragmentos dispersos de tres flautas talladas en marfil. Fuente: Conard, N. Nature (2009) DOI:10.1038/nature08169

Otra de las conclusiones importantes de este estudio es que el valle del Danubio actuó como un auténtico corredor para la migración humana. Desde las costas del Mediterráneo oriental hasta el corazón de Europa Central, esta vía fluvial habría servido como ruta principal para el avance de los primeros Homo sapiens en el continente.

Esto encaja con la hipótesis conocida como la Kulturpumpe, que postula que el Jura de Suabia fue un epicentro de innovación simbólica, desde donde se difundieron las primeras expresiones artísticas y musicales hacia el resto de Europa. Las nuevas fechas de Geißenklösterle respaldan esta idea y colocan a la región como uno de los primeros centros culturales de Europa prehistórica.

Además, los datos sitúan la cronología del Auriñaciense en Alemania como más antigua que la de Francia, Italia o el Reino Unido. Esto significa que, lejos de ser un fenómeno simultáneo en todo el continente, el nacimiento del arte y la música tuvo un origen geográfico específico, con epicentro en el sur de Alemania.

Una revolución cultural que empieza con una nota

La imagen es poderosa: en medio de un paisaje helado, entre mamuts y rinocerontes lanudos, un grupo de humanos modernos se sienta en el interior de una cueva, al abrigo del viento, y sopla por primera vez una melodía en un instrumento creado con sus propias manos. Es el inicio de algo profundamente humano: la capacidad de expresar emociones, contar historias y compartir símbolos a través del arte y la música.

Gracias a los nuevos métodos de datación, ahora sabemos que ese momento ocurrió antes de lo que imaginábamos. Y ocurrió aquí, en una pequeña cueva de Alemania, donde los ecos de aquellas primeras notas parecen seguir resonando entre los sedimentos de la historia.

Referencias

  • Thomas Higham, Laura Basell, Roger Jacobi, Rachel Wood, Christopher Bronk Ramsey, Nicholas J. Conard. Τesting models for the beginnings of the Aurignacian and the advent of figurative art and music: The radiocarbon chronology of Geißenklösterle. Journal of Human Evolution, 2012; DOI: 10.1016/j.jhevol.2012.03.003
  • Conard, N., Malina, M. & Münzel, S. New flutes document the earliest musical tradition in southwestern Germany. Nature 460, 737–740 (2009). DOI:10.1038/nature08169

Cortesía de Muy Interesante



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