Un clásico de la ciencia ficción que sigue sorprendiendo: ‘El increíble hombre menguante’

La idea de contar la tragedia de un hombre que se ve abocado a un paulatino empequeñecimiento acabó asombrando por el ingenio de su puesta en escena.

Una de las mejores películas de ciencia ficción de los años 50 es la historia de una pesadilla: el protagonista es un hombre común que, por un raro e infortunado accidente, se ve condenado a un destino tan horrible como inevitable, por el que su hogar se va convirtiendo primero en un entorno extraño, luego abiertamente hostil y, al final, en un escenario de terror.

De hecho, “El Increíble hombre menguante” podría estar a caballo entre el horror y la ciencia ficción; mucho antes de que llegara al cine la perfección de los efectos digitales, logró algunas escenas que nos siguen estremeciendo.

Arañas, gatos y sótanos gigantes: cuando el cine imaginó la vida a escala mínima. Ilustración artística: DALL-E / Edgary R.

De las letras a la pantalla

Basada en la novela “El hombre menguante”, de Richard Matheson, uno de los nombres clave en la literatura de ciencia ficción, es sin duda la mejor de las películas fantásticas que Jack Arnold filmó para Universal.

Su planteamiento es sencillo: durante un paseo en barco, Scott Carey es envuelto por una nube radiactiva –en las películas de la era atómica, la radiactividad era como el bálsamo de Fierabrás, pues servía para justificarlo todo– y, poco después, rociado por accidente con insecticida.

Las dos substancias ejercen una extraña combinación, como consecuencia de la cual comienza a disminuir de tamaño.

Casa de muñecas

Cada nuevo paso en su decrecimiento le lleva a un nuevo nivel de problemas y peligros: al principio, mientras sus dimensiones aún son humanas, se intuye –todo lo que la censura de entonces podía permitir– una paulatina pérdida de su vida sexual, primero, y de su estatus doméstico, después, ya que su esposa se le aparece cada vez más como una figura imponente y amenazadora.

Pasa a vivir en una casa de muñecas, pero se enfrenta al ataque del gato de la casa, que de mascota ha devenido en amenaza mortal. Se refugia entonces en el sótano, pero su mujer piensa que ha sido devorado por el gato, y le deja encerrado allí.

Aún más diminuto, y definitivamente abandonado, tiene que luchar contra un nuevo peligro mortal: una gigantesca araña. Finalmente, sale al jardín filtrándose por el enrejado de una ventana y se pierde entre las hojas del otoño.

El increíble hombre menguante
Ciencia ficción con uno de los finales más audaces del cine clásico. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Efectos especiales

Los efectos especiales de esta película se solucionarían hoy en día con un buen equipo de expertos digitales: lo que se consiguió entonces, cuando aún no se disponía de ellos, raya en lo asombroso.

Como igualmente asombroso es que Arnold y Matheson consiguieran su propósito de no incluir un final, ni feliz ni trágico: Scott Carey, simplemente, continúa reduciéndose, se supone que hasta niveles microscópicos.

Él mismo, que lo largo de la película nos narra su odisea, lo explica en un soliloquio final: “Iba a continuar encogiéndome, convirtiéndome en… ¿Qué? ¿En lo infinitesimal? ¿Qué era yo? ¿Todavía un ser humano?”.

¿Cura milagrosa?

Ni siquiera esta resignación filosófica convenció a los jefes del estudio, que exigieron que el guion encontrara una cura milagrosa que devolviera al protagonista a su tamaño normal.

Solo dieron su brazo a torcer cuando, en las proyecciones previas al estreno, el público se mostró sorprendido ante aquella conclusión, pero la aceptó como la más lógica.

El increíble hombre menguante'
La película que llevó al límite el miedo a desaparecer: el legado de El increíble hombre menguante. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Un tema recurrente

El tema de la gente diminuta o agrandada ha dado mucho juego en el cine y se ha tratado de muchas maneras, aunque ninguna película ha llegado a los niveles de excelencia de esta.

En “Muñecos infernales” (1936), un científico malvado utilizaba seres diminutos como arma asesina, y en los años 90 se hizo muy popular la serie infantil que comenzó con “Cariño, he encogido a los niños” (1989).

Recientemente, “Una vida a lo grande” (2017), protagonizada por Matt Damon, plantea la opción de reducirse a unos pocos centímetros de estatura para así disminuir el consumo de los recursos naturales y vivir mejor.

El terror, la comedia, la sátira social… la gente pequeña puede dar lugar a ideas muy grandes.

Cortesía de Muy Interesante



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