Durante la Segunda Guerra Mundial, miles de mujeres en Europa se enfrentaron al régimen nazi. Algunas lo hicieron con las armas; otras, mediante redes de solidaridad. Estas mujeres, muchas veces invisibilizadas por la historiografía tradicional, desempeñaron un papel crucial en la resistencia al salvar vidas mientras desafiaban al enemigo desde la clandestinidad. A través de sus acciones silenciosas, pero decisivas, organizaron redes de evasión, brindaron refugio, falsificaron documentos y arriesgaron sus vidas en actos que, aunque no violentos, constituyeron una forma poderosa de resistencia.
El papel fundamental de las mujeres en la resistencia
El protagonismo femenino en la resistencia europea adoptó formas variadas. Si bien hubo mujeres armadas que se integraron en los grupos partisanos —como en Yugoslavia o Italia—, también existió una resistencia “no armada”, basada en actos de solidaridad, protección de los perseguidos y transmisión de información. Esta resistencia desarmada fue esencial para sostener el tejido social y ofrecer alternativas humanitarias ante la brutalidad del conflicto.
El carácter “doméstico” de muchas de estas acciones —esconder personas en casas, cocinar para fugitivos, trasladar mensajes— contribuyó a que su relevancia se subestimara durante décadas. Sin embargo, algunos estudios recientes han demostrado que la eficacia de muchas redes de resistencia dependía de la participación activa de mujeres que actuaban como nodos invisibles de una compleja red de ayuda.
Red Comète: el coraje de Andrée de Jongh y sus compañeras
Una de las redes más conocidas de ayuda a los aviadores aliados fue la Red Comète. Fundada en 1941 en Bélgica por la joven enfermera Andrée de Jongh. cuyo padre había sido miembro de la resistencia durante la Primera Guerra Mundial, de Jongh comenzó a ayudar a los pilotos británicos derribados a huir de la ocupación nazi. La mayoría de los integrantes de esta red eran mujeres jóvenes, capaces de moverse con mayor libertad y disimulo, lo que convirtió sus tareas en fundamentales
La Red Comète logró evacuar a más de 800 aviadores a través de una peligrosa ruta que pasaba por Bruselas, París, Bayona y cruzaba los Pirineos hasta llegar a España. Andrée, conocida como “Dédée”, incluso acompañó personalmente a muchos de ellos. Aunque la capturaron en 1943 y la deportaron al campo de Ravensbrück, sobrevivió a la guerra y fue condecorada por múltiples gobiernos.

Suzanne Leclézio y Yvonne Ziegler: solidaridad en París
En la Francia ocupada, muchas mujeres utilizaron su formación médica o social para proteger a los perseguidos. Tal fue el caso de Suzanne Leclézio y Yvonne Ziegler, quienes transformaron un centro de higiene social en París en un lugar de refugio para familias judías y resistentes. Entre 1942 y 1944, su centro se convirtió en un foco de ayuda humanitaria clandestina.
Ambas fueron arrestadas por la Gestapo en julio de 1944, interrogadas y deportadas al campo de concentración de Ravensbrück. A pesar de las condiciones inhumanas a las que tuvieron que hacer frente, ambas sobrevivieron y continuaron, tras la guerra, su labor en la reconstrucción social de Francia. Su testimonio ilustra el tipo de solidaridad femenina que floreció en el corazón mismo del régimen de ocupación.
Germaine Guérin: resistencia desde lo inesperado
Una de las historias más sorprendentes la proporciona Germaine Guérin, dueña de un burdel en Lyon. Lejos de la imagen más convencional de la resistencia, Guérin usó su establecimiento como un refugio para fugitivos, miembros de la resistencia y agentes aliados.
En colaboración con la célebre espía estadounidense Virginia Hall, Guérin ayudó a mantener los contactos, almacenar documentos y proteger las identidades falsas. Su colaboración fue esencial para que muchos lograran escapar del arresto nazi. Esta historia subraya que la resistencia no se limitó a sectores ideológicos específicos, sino que se manifestó en todas las capas sociales.

Mary Lindell: la línea Marie-Claire
Mary Lindell, aristócrata británica casada con un francés, lideró otra importante red de evasión: la línea Marie-Claire. Utilizó su conocimiento del sistema sanitario francés y su posición social para ocultar a pilotos aliados y organizar su traslado desde la Francia ocupada hasta España.
Gracias a su red, más de 100 soldados aliados recuperaron la libertad. En 1944, Lindell fue arrestada y enviada a Ravensbrück, donde asumió un papel de liderazgo entre las prisioneras británicas. Intervino en la operación de los “autobuses blancos” de la Cruz Roja sueca que, al final de la guerra, rescataron a cientos de prisioneros. Su figura simboliza la unión entre la determinación personal y el compromiso humanitario.
Elfriede Paul: resistencia médica en Alemania
La resistencia también existió dentro de las filas del propio Tercer Reich. En Berlín, Elfriede Paul, médica comunista, formó parte del grupo Orquesta Roja, uno de los más activos en Alemania. Paul usó su consultorio como punto de encuentro, centro de distribución de panfletos y refugio temporal.
Fue arrestada en 1942 y, tras meses de tortura, enviada a prisión hasta la caída del régimen. Sobrevivió y, ya en la RDA, se convirtió en referente de la medicina social. Su historia destaca el valor de quienes resistieron desde el corazón mismo del aparato nazi y asumieron riesgos extremos por su compromiso ético.

Femmes Solidaires: organización y lucha colectiva
En Francia, la organización Femmes Solidaires surgió a partir de los comités femeninos del Partido Comunista Francés durante la guerra. Estas mujeres organizaron acciones clandestinas, manifestaciones contra las deportaciones y distribución de prensa ilegal.
Su presencia social se mantuvo después del conflicto: se convirtieron en una de las organizaciones feministas más activas del país. A través de su activismo, visibilizaron la contribución femenina a la resistencia y lucharon por los derechos civiles y sociales de las mujeres. Esta continuidad entre guerra y posguerra muestra cómo la resistencia desarmada femenina se integró en un proceso político más amplio.
Una lucha silenciosa
Aunque muchas veces no se reconozca así, la Segunda Guerra Mundial fue también una guerra de las mujeres. A través de redes de solidaridad, coraje cotidiano y estrategias de cuidado, miles de mujeres contribuyeron de manera decisiva a la lucha contra el nazismo. La llamada “resistencia desarmada” fue un frente tan efectivo como el militar que salvó vidas y mantuvo viva la esperanza en un continente devastado.
Referencias
- Gómez Trillo, Miguel Félix y Antonio Gámez Higueras. 2023. Mujeres en la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Pinolia.
- Passerini, Luisa (2020). Women and Memory in Europe in the Twentieth Century. Palgrave.
- Weitz, Margaret Collins (1995). Sisters in the Resistance: How Women Fought to Free France, 1940–1945. Wiley.

Cortesía de Muy Interesante
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