“Detrás del genio matemático había una persona bondadosa, con humor sutil y gustos sencillos”: así era Alan Turing, explica Daniel Torregrosa

Alan Turing cambió el mundo con sus ideas, pero durante mucho tiempo su nombre permaneció en la sombra. Hoy su figura resurge como un símbolo de la ciencia, la diversidad y el ingenio humano. Con motivo de la publicación del libro Alan Turing: El legado de un genio (Editorial Pinolia, 2025), conversamos con su coordinador, Daniel Torregrosa, sobre la vida, obra y significado actual de este pionero.

1. ¿Quién fue Alan Turing y por qué se le considera un genio de la ciencia?

Alan Turing (1912-1954) fue un matemático, lógico y criptógrafo británico cuyo legado abarca desde la computación moderna hasta la inteligencia artificial. Se le considera un genio porque sentó las bases teóricas de la computación con su concepto de «máquina de Turing», contribuyó decisivamente a descifrar los códigos Enigma de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y planteó preguntas pioneras sobre si las máquinas pueden pensar, anticipándose décadas al campo de la inteligencia artificial. En apenas 41 años de vida, Turing revolucionó múltiples áreas del conocimiento, por lo que hoy es reconocido como uno de los científicos más influyentes del siglo XX.

Además de sus logros científicos, la figura de Turing es recordada por su historia humana. Fue un visionario incomprendido en su época: muchas de sus ideas fueron adelantadas a su tiempo y su vida personal estuvo marcada por la tragedia. Sin embargo, su visión y talento excepcional perduran en la actualidad. Este libro colectivo destaca, desde la variedad de visiones de sus autores y autoras, esa combinación única de brillantez científica y experiencia vital, mostrando por qué Turing sigue siendo una inspiración y un referente ineludible en la ciencia y la tecnología actuales.

2. ¿Cómo transcurrió la infancia de Turing y cuándo se reveló su talento científico?

La infancia de Alan Turing estuvo marcada por una curiosidad insaciable y una imaginación desbordante. Desde muy pequeño mostró inclinación por las ciencias: con solo cinco años realizaba experimentos caseros con materiales que encontraba en el jardín de su casa. Le fascinaba entender cómo funcionaba el mundo natural; a los diez años devoró un libro titulado Maravillas de la naturaleza que todo niño debería conocer, donde aprendió a formular preguntas y buscar respuestas. Aquella curiosidad infantil sentó las bases de su pensamiento científico: Alan no se conformaba con lo establecido y siempre quería indagar más allá, incluso en temas como la biología, la química o las matemáticas básicas que descubría por su cuenta.

Durante su etapa escolar quedaron en evidencia sus dotes excepcionales para las matemáticas. Aunque no siempre fue un alumno destacado en todas las materias (era notoriamente despistado para algunas tareas rutinarias), brillaba cuando se trataba de lógica y números. Un hecho notable de su adolescencia fue su amistad con un compañero de colegio, Christopher Morcom, con quien compartía el amor por la ciencia. La prematura muerte de Morcom impactó profundamente a Alan, pero también reforzó en él el deseo de entender los misterios del universo mediante la razón. En resumen, desde niño Turing mostró esa «chispa» especial para la ciencia: un ingenio precoz y una tenacidad para resolver problemas que pronto lo distinguirían del resto.

Daniel Torregrosa

3. ¿Qué rasgos destacaban en la personalidad de Alan Turing?

Alan Turing tenía una personalidad singular que combinaba la brillantez intelectual con una sencillez casi infantil en el trato cotidiano. Quienes lo conocieron describen a un hombre tímido, reservado y sumamente modesto respecto a sus propios logros. Tenía un corazón de niño en muchos aspectos: por ejemplo, a los 22 años, ya graduado en Cambridge, le pidió a su madre que le regalara un osito de peluche llamado Porgy. Turing encontraba en ese peluche una compañía entrañable, lo que muestra un lado tierno y vulnerable de su carácter. También disfrutaba pasando tiempo con niños; era habitual verlo jugando con los hijos de sus amigos e incluso haciendo de canguro. Detrás del genio matemático había una persona bondadosa, con humor sutil y gustos sencillos, al que le importaban poco las convenciones sociales.

Por otro lado, Turing era conocido por ciertas excentricidades encantadoras. Poseía una imaginación práctica que lo llevaba a soluciones poco comunes: en Bletchley Park, por ejemplo, encadenaba su taza de té al radiador para que nadie más la usara, un gesto humorístico de su gusto por la lógica incluso en lo cotidiano. También fue un atleta apasionado: corría maratones de forma casi profesional, llegando a estar entre los mejores fondistas británicos de su época. De hecho, estuvo a punto de clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres 1948 en la prueba de maratón. Sus colegas se asombraban de cómo combinaba sus “dos vidas”: científico brillante de día y corredor incansable en su tiempo libre. Estos rasgos pintan a Turing como una persona original y polifacética, cuya manera de ser resultaba tan fuera de lo común como sus ideas. El cine no le ha hechos justicia a su personalidad real y, si han visto alguna película de Turing, olvídenla. 

4. ¿Qué dificultades y tragedias enfrentó Turing a lo largo de su vida?

Alan Turing enfrentó a serias adversidades personales, en gran medida derivadas de la incomprensión de la sociedad de su tiempo. La más grave fue la persecución por su orientación sexual: Turing era homosexual en una época (principios de los años 50) en que la homosexualidad era considerada un delito en el Reino Unido. En 1952 fue procesado por este motivo y, en lugar de ir a prisión, se le impuso la castración química –un tratamiento hormonal forzado– como «terapia» para modificar su condición. Este castigo inhumano tuvo un impacto devastador en su salud física y mental. Sus últimos años estuvieron marcados por la soledad y la depresión, exacerbadas por el rechazo social y legal que sufrió tras todo lo que había aportado a su país durante la guerra.

Trágicamente, Alan Turing murió en 1954, a los 41 años, en circunstancias que apuntan al suicidio. Fue hallado sin vida junto a una manzana envenenada con cianuro, en un desenlace simbólico y amargo para quien había mordido tantas «manzanas del conocimiento». Durante décadas su figura quedó ensombrecida por ese triste final, pero con el tiempo hubo un reconocimiento y rectificación histórica. En 2009, el gobierno británico presentó disculpas oficiales por el trato que recibió, y en 2013, se le concedió un perdón póstumo formal. Además, se promulgó la «ley Alan Turing», un término informal de una ley creada para perdonar a otros condenados por las mismas leyes injustas. Hoy Turing es celebrado como un héroe y un mártir de la ciencia y la diversidad, reivindicado plenamente tras haber sido víctima de la intolerancia de su época.

5. ¿En qué consiste la «máquina de Turing» y por qué fue tan revolucionaria?

La «máquina de Turing» es una idea teórica que Alan Turing propuso en 1936 para definir de forma precisa qué significa calcular. Aunque se llame «máquina», no se trataba de un aparato físico construido, sino de un experimento mental. Imaginó un dispositivo simple con una cinta de papel infinita dividida en casillas, en las que se pueden escribir símbolos (por ejemplo, 0 y 1). La máquina lee esos símbolos uno a uno con un cabezal, puede borrarlos o escribir nuevos símbolos siguiendo unas reglas predefinidas (un programa), y avanza o retrocede por la cinta paso a paso. Con este modelo sencillo, Turing mostró que se podían realizar operaciones lógicas y matemáticas de cualquier complejidad. En esencia, describió el algoritmo como una serie de instrucciones mecánicas. Sorprendentemente, esta máquina imaginaria podía imitar el funcionamiento de cualquier otra máquina lógica que uno pueda diseñar, por eso se habla de una «máquina universal de Turing».

La genialidad de la máquina de Turing radica en que estableció las bases teóricas de la computación universal. Antes de Turing, no estaba claro qué problemas matemáticos podrían resolverse con un procedimiento automático y cuáles no. Su trabajo respondió al famoso Entscheidungsproblemplanteado por el matemático David Hilbert, demostrando que hay límites a lo que es computable, pero a la vez sentó las bases para construir computadores reales. Todas las computadoras modernas, desde el PC hasta el teléfono móvil, son en el fondo versiones físicas de la máquina de Turing: leen datos, los procesan según un programa y producen resultados. La noción de que un solo dispositivo programable pueda realizar multitud de tareas diferentes proviene directamente de su idea. Por eso fue revolucionaria: porque dio origen a la ciencia de la computación y nos permitió pasar de calculadoras mecánicas limitadas a máquinas programables universales, abriendo camino a la era digital.

6. ¿Cómo contribuyó Alan Turing al desciframiento de Enigma durante la Segunda Guerra Mundial?

Durante la Segunda Guerra Mundial, Alan Turing jugó un papel clave en el equipo de criptógrafos de Bletchley Park, el centro secreto de desciframiento de códigos de Gran Bretaña. Su misión más famosa fue atacar Enigma, la máquina de cifrado que utilizaban los militares alemanes para comunicar órdenes y coordinar sus operaciones. Enigma era un dispositivo electromecánico que transformaba mensajes claros en series indescifrables de letras mediante complejas configuraciones de rotores y cables. Los mandos nazis confiaban ciegamente en su inviolabilidad, ya que teóricamente ofrecía miles de millones de combinaciones posibles. Sin embargo, Turing y sus compañeros —una singular mezcla de matemáticos, lingüistas y expertos en crucigramas— lograron encontrarle las fisuras al sistema.

Turing diseñó ingeniosas herramientas para automatizar y agilizar el proceso de descifrado, especialmente una máquina electromecánica llamada Bombe. Esta máquina, basada en ideas previas de criptógrafos polacos, podía probar rápidamente miles de configuraciones de Enigma hasta dar con la correcta. Gracias a este enfoque, Turing y el equipo de Bletchley Park conseguían leer a diario numerosos mensajes alemanes secretos. La información obtenida (denominada en clave Ultra) resultó vital para anticiparse a movimientos enemigos y acortar la guerra. Se estima que el trabajo criptográfico de Turing y sus colegas salvó innumerables vidas y adelantó la derrota nazi al menos un par de años. Su contribución en Enigma permaneció clasificada por décadas después de la guerra, así que el gran público no supo de su heroísmo hasta años más tarde. Hoy, sin embargo, se reconoce que, armados solo con ingenio matemático y máquinas primitivas, estos descifradores cambiaron el curso de la historia, y en ese grupo Alan Turing brilló con luz propia.

Alan Turing, el brillante matemático británico que decantó la Segunda Guerra Mundial

7. ¿En qué consiste el «test de Turing» y cuál fue su aporte a la idea de la inteligencia artificial?

El «test de Turing» es una propuesta que Alan Turing formuló en 1950 para responder a una pregunta provocadora: ¿Pueden pensar las máquinas?. En lugar de enredarse en definir qué es «pensar», Turing ideó un juego de imitación para poner a prueba la inteligencia de una máquina de forma práctica. Imaginó a un juez humano que se comunica simultáneamente, vía texto (por teletipo en aquella época), con dos interlocutores ocultos: uno es un ser humano y el otro es una máquina que pretende ser humana. El juez entabla conversación libre con ambos durante un tiempo, haciendo las preguntas que desee. Si al final de la prueba el juez no puede distinguir cuál interlocutor es la máquina y cuál el humano, entonces se dice que la máquina ha pasado el test. En otras palabras, la máquina habría demostrado una inteligencia equivalente a la humana en ese contexto de conversación escrita.

El test de Turing supuso el nacimiento conceptual de la inteligencia artificial como campo de estudio. Fue la primera vez que se propuso un criterio operativo para considerar a una máquina “pensante”. Aunque con los años se han matizado y criticado muchos aspectos del test, la idea central de Turing caló profundamente: planteó que la inteligencia podría manifestarse en el comportamiento (en este caso, en las respuestas a preguntas) independientemente de si el sujeto pensante es de carne y hueso o de metal y silicio. Esta visión abrió las puertas a desarrollar máquinas cada vez más sofisticadas. De hecho, todo el desarrollo de chatbots y asistentes virtuales actuales es heredero de aquella intuición de Turing. Su ensayo Computing Machinery and Intelligence, donde describe el test, se considera un texto fundacional de la inteligencia artificial. En suma, el aporte de Turing fue adelantarse a su tiempo al imaginar que algún día las máquinas podrían «engañarnos» haciéndonos creer que piensan, plantando así la semilla de uno de los campos más revolucionarios de la ciencia y la tecnología moderna.

8. ¿Qué tipo de contenidos ofrece el libro Alan Turing: El legado de un genio y cómo está estructurado?

Este libro es una obra colectiva que reúne las aportaciones de numerosos expertos para pintar un retrato completo de Alan Turing. Su contenido abarca de manera equilibrada tanto la faceta humana y biográfica de Turing como sus contribuciones científicas y el impacto posterior de las mismas. La estructura del libro sigue, en cierto modo, el viaje de la vida y el legado de Turing: comienza con capítulos dedicados a su infancia, su formación y su personalidad, luego profundiza en sus logros científicos (como la máquina de Turing, la criptoanálisis de Enigma, sus años en Princeton y sus avances en computación) y finalmente explora la huella que dejó en campos como la inteligencia artificial, la filosofía de la mente e incluso los derechos civiles. Cada capítulo está escrito por un autor diferente, especialista en el tema tratado, lo que aporta diversidad de perspectivas y un enfoque muy rico. Por ejemplo, la matemática Alicia de Lara explora al joven Turing y su intuición temprana para las matemáticas, la periodista Gisela Bañós se centra en la personalidad y el lado más humano de Alan, el historiador científico Alejandro Navarro narra la etapa de Bletchley Park y la guerra, y así sucesivamente con cada aspecto relevante de su vida y obra.

En total, el libro cuenta con casi una veintena de capítulos breves y amenos, cada uno autónomo pero todos hilados cronológicamente y temáticamente. Tras cubrir la biografía y los logros directos de Turing, la obra también dedica capítulos a cuestiones como la pregunta «¿Pueden pensar las máquinas?» (revisando el célebre test de Turing y el origen de la inteligencia artificial) o «¿Por qué las cebras tienen rayas?» (explicando las investigaciones de Turing sobre los patrones de la naturaleza y la biología matemática). Incluso se incluyen apartados sobre la filosofía inspirada en Turing (Turingsofía) y sobre la llamada Ley Turing y los derechos LGTBI+, que contextualizan la rehabilitación de su figura. Para cerrar, un capítulo escrito por mí examina la presencia de Alan Turing en la cultura popular. El resultado es un mosaico muy completo , en mi opinión. El libro ofrece una visión 360º del legado de un genio, combinando rigor histórico-científico con un estilo divulgativo accesible al público general.

Turing en la cultura popular. Fuente: ChatGPT / E. F.

La figura de Alan Turing ha cobrado un simbolismo enorme con el paso del tiempo, hasta el punto de convertirse en un ícono cultural y social. Su vida ha sido llevada al cine, al teatro y a la literatura: destaca especialmente la película The Imitation Game (2014), donde Benedict Cumberbatch interpretó a Turing y dio a conocer su historia al gran público, mostrando tanto sus logros en Enigma como las injusticias que sufrió, aunque no hace justicia a la personalidad de Turing. También existen novelas y obras de teatro inspiradas en su figura, e incluso una ópera (The Life and Death(s) of Alan Turing) que explora artísticamente su vida. En el terreno de la cultura popular, Turing aparece como personaje en cómics, se erigen estatuas en su honor (una famosa escultura en Mánchester lo muestra sentado en un banco con una manzana en la mano) y su nombre identifica premios de prestigio: el Premio Turing es considerado el «Nobel» de la Informática, otorgado anualmente a grandes innovadores en computación. Todos estos tributos reflejan cómo Turing ha trascendido más allá de la academia para convertirse en un referente inspirador: representa al científico visionario e incomprendido que el tiempo termina reivindicando.

En la sociedad actual, Alan Turing simboliza también la lucha por la diversidad y la inclusión. Su trágica persecución por ser homosexual lo ha convertido en una referencia en la causa de los derechos LGTBI+. Como he dicho antes, el gobierno británico instituyó la «Ley Turing» en 2017 precisamente para reparar, al menos simbólicamente, las condenas históricas de miles de personas perseguidas como él. Hoy, Turing es oficialmente un héroe nacional en el Reino Unido: en 2021 su rostro pasó a adornar el billete de 50 libras esterlinas, un reconocimiento público de su importancia en la historia del país. Este hecho, junto con los múltiples homenajes, demuestra cómo la sociedad ha recalibrado su deuda con Turing. De ser un científico prácticamente secreto y luego un condenado al ostracismo, ha pasado a ser celebrado como un pionero cuyos valores —amor por el conocimiento, creatividad sin límites y valentía personal— siguen inspirando nuevas generaciones. Pocas figuras reúnen un legado científico tan profundo y a la vez un impacto social y cultural tan amplio como el de Alan Turing.

10. En resumen, ¿por qué es importante acercar la historia y el legado de Alan Turing al gran público?

Porque la historia de Alan Turing ofrece valiosas lecciones y una fuente de inspiración para todos, no solo para los científicos. En primer lugar, su vida nos muestra el poder de la creatividad y la perseverancia intelectual con ideas puras y trabajo duro. Turing cambió el mundo, demostrando que la ciencia básica puede tener repercusiones gigantescas (gracias a sus teorías hoy existen las computadoras y la inteligencia artificial tal como las conocemos). Conocer su legado nos ayuda a entender de dónde vienen muchas de las tecnologías que usamos a diario y quién estuvo detrás de ese salto revolucionario. Además, su papel en la Segunda Guerra Mundial es un recordatorio de cómo el ingenio puede ser tan decisivo en un conflicto como las armas en el campo de batalla. Acercar su figura al público general permite apreciar la conexión entre la abstracción matemática y los hechos históricos concretos que moldean nuestro presente.

Por otro lado, la vida de Turing contiene un mensaje humanitario profundo. Es un ejemplo de cómo incluso las mentes más brillantes pueden ser víctimas de la intolerancia y la infamia. Divulgar su historia ayuda a reflexionar sobre la importancia de construir una sociedad que valore el talento sin importar las diferencias personales. El reconocimiento póstumo a Turing llega tarde para él, pero no para nosotros. Al conocer su historia, celebramos la diversidad y aprendemos a no repetir la injusticia que se cometió en su contra. En definitiva, acercar al gran público la vida y el legado de Alan Turing no es solo hacer justicia con un genio olvidado durante mucho tiempo, sino también inspirar vocaciones científicas, fomentar el pensamiento crítico sobre la relación entre tecnología y humanidad, y promover los valores de tolerancia y respeto. Turing representa lo mejor del espíritu humano en ciencia y a la vez nos recuerda la responsabilidad ética de la sociedad hacia sus individuos excepcionales; por eso su legado merece ser conocido por todos.

Alan Turing

Cortesía de Muy Interesante



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